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El pasado que te espera: una lectura de ‘Personas decentes’ de Leonardo Padura

El escritor cubano publica una nueva entrega de Mario Conde y la presentó en Zaragoza

Leonardo Padura se confiesa enfermizamente habanero y dice que no podría vivir en otro lugar.
Leonardo Padura se confiesa enfermizamente habanero y dice que no podría vivir en otro lugar.
José Miguel Marco.

En marzo de 2016 un acontecimiento histórico sacudió Cuba. Por primera vez en casi ochenta años, un presidente estadounidense visitaba la isla y llevaba con él ciertos vientos de cambio. La visita de Barak Obama iniciaba un periodo etiquetado como el «Deshielo cubano» y venía acompañada de otros actos que crearon una expectación igual o mayor: un concierto de los Rolling Stones, un desfile de Chanel, la grabación de algunas escenas de ‘Fast and Furious’…

Mario Conde, escéptico de que todas esas visitas vayan a cambiar nada a la larga, recibe una llamada de Manuel Palacios, su antiguo subalterno en la policía que ahora está a cargo de la unidad. Desbordado por el operativo de seguridad para la visita de Obama reclama su ayuda, ha aparecido un cadáver y no es el de cualquiera: Reynaldo Quevedo, alias ‘el Abominable’, antiguo censor cultural que en los años setenta desplegó una severa represión entre aquellos artistas discordantes con el espíritu de la Revolución o que no se ajustaban a los parámetros dictados por el Gobierno (al proceso se le llamó «parametración» en esa neolengua que utilizan los regímenes totalitarios; Lezama Lima, Virgilio Piñera o Reinaldo Arenas, tres de los escritores más importantes de la literatura cubana, fueron algunos de los «parametrados»). Esos parámetros no se ceñían exclusivamente al plano político: ser homosexual o tener creencias religiosas era motivo de castigo. Y ese castigo no era ligero: los artistas veían cómo se les prohibía continuar con su actividad (ya nunca más publicarían sus libros, expondrían sus cuadros, actuarían en público…) y eran reubicados en trabajos alejados de su actividad creativa, como limpiar baños o cargar cajas en almacenes.

Quevedo se había granjeado muchos enemigos durante aquellos años de represión, sobre todo porque él no observaba esos principios tan íntegros y puros que exigía a los demás en nombre de la Revolución. Había sido un hombre déspota y cruel que había acabado con la carrera de muchos artistas que no habían querido plegarse a sus extorsiones y, mientras tanto, se había aprovechado de su posición para tener una vida de lujo (un ático frente al mar, una casa llena de obras de arte, mucho dinero…) que los cubanos de a pie ni siquiera podrían soñar.

En esta historia vemos claro cómo la pura supervivencia lleva a veces a cometer actos cuestionables, desde comprar en el mercado negro o robar para vender en ese mismo mercado a ejercer la prostitución

En ‘Personas decentes’, Mario Conde —que sigue siendo el personaje honesto, leal e íntegro y un «pesimista histórico»— se implica en una investigación en la que pronto habrá más cadáveres, traiciones, mentiras y secretos, y que le servirá para poner al descubierto la doble moral de quienes ostentaban el poder y para reflexionar sobre la decencia, analizada en múltiples capas y en distintos contextos. Ese es el corazón de la novela: Mario Conde sabe, porque lo ha sufrido en sus propias carnes, que en una sociedad como la cubana es muy complicado ser enteramente decente. En esta historia vemos claro cómo la pura supervivencia lleva a veces a cometer actos cuestionables, desde comprar en el mercado negro o robar para vender en ese mismo mercado a ejercer la prostitución. Por eso separa muy bien esas acciones de la falta de decencia de quienes lograron una situación privilegiada defendiendo una pureza ideológica y una integridad que ellos nunca siguieron. No se pueden juzgar de la misma forma y eso lleva a preguntarse al Conde si la justicia es realmente justa.

Leonardo Padura en el hotel Reino de Zaragoza el pasado lunes.
Leonardo Padura en el hotel Reino de Zaragoza el pasado lunes.
José Miguel Marco.

En el fondo de la novela subyace también una reflexión sobre las dos Cubas: días antes de que Palacios lo reclamara, Yoyi el Palomo —quien fuera socio de Mario Conde en el negocio de venta de libros y ahora gerente de un exclusivo restaurante y club nocturno— había contratado al investigador para que se hiciera cargo de la seguridad de su local, temiendo que el alboroto suscitado por la llegada de los norteamericanos moviera la droga y la prostitución en el club. Y aunque el Conde, ya sesentón y algo cansado, se muestra reticente, la suculenta oferta (diez dólares la noche y una cena) le impide negarse. En sus noches de trabajo, Conde observa con estupor cómo las propinas que se dejan en una sola mesa del local servirían para que un cubano medio viviera varios meses y se pregunta de dónde sale esa gente y ese dinero que circula tan alegremente mientras millones de cubanos no pueden comer.

Historias «escuálidas y conmovedoras»

A Mario Conde le gusta escribir historias «escuálidas y conmovedoras» y eso introduce una novela dentro de la novela, una trama que transcurre a principios del siglo XX (aquí no es una visita presidencial, sino el paso del cometa Halley peligrosamente cerca de la tierra lo que altera la vida de los cubanos) y que cuenta una historia real: la de Alberto Yarini y Ponce de León, un conocido proxeneta que controlaba San Isidro, el barrio de tolerancia de La Habana, y que tenía mucha influencia política en La Habana.

Como en muchas de las novelas de Padura, la narración fluye entre pasado y presente y, como en un juego de espejos, algunos de los sucesos ocurridos hace un siglo tienen su efecto hoy. Porque como le gusta decir al Conde, en Cuba nunca sabes el pasado que te espera, y ese pasado siempre reaparece para explicarnos el presente.

En ‘Personas decentes’, Padura despliega un análisis lúcido y agudo de la vida en Cuba, tanto en el pasado reciente como en el momento actual. Como en el resto de sus novelas, la trama policiaca no es sino el pretexto para indagar en muchos otros asuntos (sociales, políticos, cotidianos…). El autor utiliza a su carismático personaje como herramienta para explicarnos La Habana, una ciudad tan fascinante como contradictoria, y Cuba, el país en el que vive y que sufre. En mi opinión, ‘Personas decentes’ es la mejor de la serie de Mario Conde, escrita con elegancia, con un excelente dominio del lenguaje y resuelta con la solvencia a la que el autor nos tiene acostumbrados.

LA FICHA

‘Personas decentes’. Leonardo Padura. Ed. Tusquets. Barcelona, 2022. 448 páginas.

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