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  • Gonzalo de la Figuera

Miguel Ríos en Zaragoza: el león de La Alhambra

Miguel Ríos, a sus 78 años, sigue en plena forma.
Miguel Ríos, a sus 78 años, sigue en plena forma.
Javier Belver / Efe.

Nada más empezar su concierto del viernes en la sala Mozart, Miguel Ríos daba la bienvenida a los «nietos del rock and roll», cambiando los términos de uno de sus temas más emblemáticos; lo cierto es que, en la vida real, entre esos presuntos nietos de las nuevas generaciones los afectos al rock and roll son minoría, ante la aplastante preponderancia de las llamadas músicas urbanas de cuño reciente. Seguro que resulta harto difícil encontrar a un adolescente en este país que sepa quién es Miguel Ríos, leyenda viva del rock en español. 

Pues bien, hay que decir que, a sus 78 años, Miguel conserva estupendamente el poderío rockero de su voz y es capaz de marcarse un concierto de dos horas y media que dejó a sus adeptos más que satisfechos: el viejo león se resiste a abandonar. Claro que ya no puede rugir como antes, la edad no perdona, pero en ese sentido demuestra inteligencia para adoptar un formato acústico, con inclinaciones hacia las sonoridades country-folk americanas, combinadas con los acentos 'boogie woogie' del piano de ese magnífico –e infravalorado– músico llamado Luis Prado: una opción tan sensata como acertada.

Con un puntilloso acompañamiento de guitarras, ‘pedal steel’, mandolinas y violín, Miguel repasó tanto canciones clave de su repertorio como unas cuantas de su notable último disco, ‘Un largo tiempo’. Y ahí caben desde sus inicios como rockero (‘I’m all shooked up’ y ‘La plaga’) a los primeros pelotazos con ‘Vuelvo a Granada’ o ‘El río’, pasando por los himnos de su época dorada ( ‘Rocanrol bumerang’, ‘Santa Lucía’, ‘Año 2000’), un emotivo ‘Todo a pulmón’ que levantó encendidas ovaciones con el público en pie, revisiones de ‘Alabama song’ de Kurt Weil o ‘Sábado a la noche’ de Moris, para despedirse con aquel ‘Himno a la alegría’ que lo convirtió en superventas mundial allá por 1969. El verano del amor se acabó, como la utopía que era, pero Miguel Ríos sigue ahí, firme como La Alhambra.

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