Un taller de pintura reproduce en Jaca parte del bestiario de la Sala Capitular de Sigena

Los 29 participantes han puesto en práctica la técnica de pintura al fresco utilizada antiguamente.

Reproducir la técnica pictórica que utilizaban en la edad media, sobre todo en la época románica, y dar a conocer el rico e importante patrimonio de Aragón. Ese es el objetivo del Taller de Pintura al Fresco que se ha desarrollado este fin de semana en Jaca con 29 alumnos y que ha reproducido una parte del bestiario de la Sala Capitular del Monasterio de Sigena. 

Ha sido un fin de semana diferente, divertido, de nervios en algunos casos y sobre todo muy didáctico, porque los participantes han puesto en práctica la técnica de pintura al fresco utilizada antiguamente: primero han creado el lienzo en el que trabajar, en este caso mortero fresco, sobre el que trasfieren el dibujo quedando la línea marcada, para poder “recoger líneas”, con ocre tostado. 

“Después aplicamos los colores en fresco, tanto óxidos como tierras y posteriormente se realizan los retoques en seco”, explica Juan Manuel Bote, uno de los profesores del taller, de la empresa Artesa. Y en seco “utilizamos huevo, sobre todo la yema, porque tiene un poder fijante”, añade.

El curso de este año, organizado por la Asociación Sancho Ramírez, es de iniciación y cada alumno ha pintado un cuadro de 40x80 centímetros con la técnica de pintura al fresco que luego se han podido llevar a su casa. La elección de la temática de esta XII edición no ha sido por casualidad

Y es que la asociación ha querido aprovechar el estreno hace unos meses de la película 'El Sueño de Sigena', donde tiene un papel fundamental Juan Naya, protagonista y productor ejecutivo, fundador y líder del proyecto 'Sigena, la magia de un sueño'. El propio Naya no ha querido perder la oportunidad de participar en el taller, además de impartir la conferencia inaugural, que tuvo lugar en el Museo Diocesano, titulada 'Descubriendo Sigena'.

Es como un paso más, después de haber pasado tantos años intentando ver cómo eran las pinturas de Sigena y haberlas recreado virtualmente”, señala Juan Naya. “Ahora poder vivir el proceso de cómo se pudo hacer hace 800 años, en un paso más en entender, valorar y apreciar lo que es la pintura mural y las pinturas de Sigena”, añade.

Reconoce que nunca había pintado. “He intentado trabajar con los mejores profesionales y nunca había osado lanzarme a algo que realmente es muy complicado, pero los profesores Juanma Y Pilar, entre otros, fueron claves”, asegura. Tras su experiencia, ve esta iniciativa “muy interesante”, porque permite conocer la complejidad “de los retos que tenían y las soluciones que aplicaban hace 800 años”.

“Me hace gracia porque puedo confirmar lo que era una intención desde el inicio, es que queríamos emular la pintura real, pero con las técnicas digitales y lo que estoy viendo es que hay mucho de lo que hemos seguido, por ejemplo, hemos hecho los dibujos de los dragones que parten de la línea negra de la realidad que hemos hecho digital. Estamos complementando lo que se ha hecho en digital, llevándolo a lo real, y me parece muy divertido que en el siglo XXI podamos emular a los maestros del románico, siempre apoyándonos de las nuevas tecnologías, que lo hace más fácil”, explica.

Por todo ello, para Juan Naya, “es el momento ideal” para celebrar este taller, porque permite valorar y entender lo que era la pintura original y lo que ha sido la recreación. Y también para la Asociación Sancho Ramírez, era importante dedicar el taller a las pinturas de Sigena, después de estrenarse la película.

“La idea nace cuando vimos que había una película que trata sobre cómo podía quedar la Sala Capitular de Sigena”, recuerda Isidoro Raigón, miembro de Sancho Ramírez. Al ver la película en Huesca “se nos metió en la cabeza que se tenía que estrenar en jaca, y en Reyes la pudimos tener, y fue el propio Juan Naya, el que dijo que un taller bonito sería el del bestiario de la Sala Capitular”. 

Y dicho y hecho. Desde enero hasta julio se desarrolló la idea y cuando se anunció las plazas para participar en el taller se completaron rápidamente, como ocurre todos los años. De hecho, “teníamos 24 plazas, pero Juan naya y su mujer también querían venir al taller, así que ampliamos hasta 26, pero seguía habiendo gente interesada, por lo que cerramos el cupo en 30”, señala Raigón. No obstante, han sido un total de 29 alumnos, ya que ha habido una baja de última hora.

Esta edición es la más numerosa de todas las que se ha celebrado, y ha tenido lugar en el Centro Cultural la Paz, en una gran sala, que permite mantener distancias y acoger a este elevado número de alumnos. Fue precisamente esta ubicación la que permitió a la asociación llevar a cabo el taller en plena pandemia, con estrictas medidas de seguridad, porque las doce ediciones han tenido lugar de manera ininterrumpida. 

El de este año año ha sido un taller de iniciación, “con una introducción a un taller de futuro”. Los que se desarrollaron en Urriés, Navasa y Bagüés, por ejemplo, fueron más avanzados, porque se reprodujeron las pinturas originales, que se desprendieron en los años 60 y se conservan en el Museo Diocesano de Jaca, y el trabajo final, una copia casi exacta realizada con la técnica al fresco, se dejó en las iglesias de estos lugares. 

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