"Las librerías de antiguo y de lance son un laberinto de sabiduría. Los libros despejan incógnitas y generan interrogantes. No hay nada tan enriquecedor para el espíritu humano. La lectura nos acerca al horizonte de plenitud que, por fortuna, jamás alcanzaremos. Que ustedes disfruten, tanto como lo pienso hacer yo, de la Feria del Libro Viejo y Antiguo de Zaragoza". Así inauguraba este jueves el periodista Alberto Serrano Dolader la XVI edición de esta cita cultural que se ha hecho de rogar. Es el tercer intento para sacarla adelante, tras uno suspendido por la epidemia y otro, a principios de este mismo año, por problemas de transporte. Pero las casetas han vuelto ya al paseo de la Independencia zaragozano, ofreciendo al paseante, bibliófilo o no, ejemplares por tan solo 3 euros junto a otros por valor de varios cientos o incluso más de 1.000.

Aunque parezca redundante, la feria este año apuesta más que nunca por el libro. Tradicionalmente ha sido punto de encuentro para aficionados y coleccionistas de tebeos, postales, cromos, mapas y grabados..., en definitiva, todo tipo de material impreso. Y aunque este año también lo hay en la oferta de las casetas, sí parece haberse apostado más por el libro que en otras ediciones. 

Once establecimientos de Aragón, Madrid, Comunidad Valenciana y Navarra participan en la cita (Luces de Bohemia, Libros del Rescate, Asilo del Libro, Altossal, Libros con Historia, Ruzafa, Hallazgo, El Cárabo, Recuerdos, Maestro Gozalbo y Prólogo). Y las casetas estarán abiertas, hasta el día 18, de 11.00 a 14.00 y de 17.00 a 21.00.

En su pregón, Alberto Serrano reivindicó el papel de las librerías de viejo y recordó dos grandes bibliotecas que en algún tiempo estuvieron en su Caspe natal, las de Juan Fernández de Heredia y Martín García Puyazuelo. "Dieciséis ediciones denotan solidez, rigor, afecto ciudadano y, sobre todo, futuro -señalaba-. Vuestra mercancía, que puede pasar por nuestra, concita la magia de todo lo impreso (...). En los libros se atesora la realidad del mundo y las realidades imaginadas. Las últimas son las que más me apasionan, no porque las crea veraces sino porque -en el caso de la literatura- con el placer de la lectura se pueden sentir como tales".