VERANO. LEYENDAS Y PERSONAJES

Pilar Narvión, la niña que fabricaba noticias con su tío Mariano Romance

Se cumple el siglo del nacimiento en Alcañiz de la periodista que fue corresponsal en Roma y París y maestra de una generación de mujeres periodistas

Pilar Narvión trabajó en radio, prensa y televisión.
Pilar Narvión trabajó en radio, prensa y televisión.
Archivo Heraldo.

Alcañiz es tierra de periódicos y periodistas. Ahí están el pionero Mariano Nipho, que creó el primer diario de España, y Mariano Romance, que fundó distintas publicaciones. A una de ellas, ‘Amanecer’, con poco más de 6 años, se incorporó su sobrina Pilar Narvión (1922-2013), que ponía direcciones y marbetes, repartía si se terciaba por la calle Alejandre o donde fuese, o se iba a la estación de ferrocarril o de bus para cerciorarse de quien se aproximaba por el Bajo Aragón. Se lo contaba a su tío, que era como el centinela constante de la colegiata, y este lo redactaba. Y así, sin saber muy bien en qué consistía el oficio, la niña Pilar se convertía en reportera. 

Le dijo a Juan Carlos Soriano –en ‘Andanzas de una periodista perezosa’ (Tirwal, 2008)– que le gustaban la música de las prensas y el olor de las tintas. Más tarde, con sus padres, se trasladó a Zaragoza, y allí abrazaría también otra pasión: escribir cuentos. Publicó alguno siendo muy joven, y poco después se trasladó a Madrid para estudiar la carrera de Filosofía y Letras y luego Periodismo.

Uno de los momentos más hermosos de su vida lo vivió cuando entrevistó a Pío Baroja. Y en 1950, aquella mujer curiosa, que amaba la literatura, la historia y la política, entró en el diario ‘Pueblo’, que dirigiría con mano firme Emilio Romero. Se entendieron bien y en 1956, cuando tantas cosas se fraguaban en el Vaticano, en los últimos días de Pío XII, la mandó de corresponsal a Roma. Vivaz, carente de pereza y amante del buen castellano –como recuerda Soriano–, aprendió mucho, asistió a hechos claves y viajó lo suyo. Y poco antes de 1958, Emilio Romero la envío a París, para contar los tiempos de De Gaulle, de André Malraux y de Georges Pompidou, del conflicto con Argelia y del mayo francés. Todo lo vio con sus propios ojos. A la vez, publicaba sus artículos de esto y de aquello –de política sobre todo, de sus amistades, entre ellas Santiago Carrillo, aún temido en España– y su ‘tercera’ no pasaba inadvertida. 

En 1975 ya se reincorporó al diario: asumió la tarea de defender el feminismo a su modo y explicar sus conquistas en charlas por España, especialmente la píldora anticonceptiva, apoyó la llegada de la democracia, amamantó a toda una generación de periodistas españolas: Julia Navarro, Rosa Villacastín, Mercedes Jansa, Pilar Cernuda. Y no solo, eso. Maestra de la conciliación, optimista y con gran sentido del humor, fue clave también para contar la intentona de golpe de Estado del 23-F.

Se jubiló a los 65 años y se dedicó a leer, recordar y cultivar la amistad. Falleció en 2013 en Madrid. Alcañiz ha creado un premio interdisciplinar con su nombre y este año se celebra un siglo de su nacimiento. En su adiós, dijo que «el periodista es el último humanista».

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