Silvia Solans: "Cuanto más sabes de algo, más sabes que no sabes tanto"

Nació hace 34 años en Barbastro y cumple dos décadas como cantante, más la experiencia como docente que acumula desde 2016

La cantante y profesora de canto Silvia Solans, hace unos días, en Zaragoza.
La cantante y profesora de canto Silvia Solans, hace unos días, en Zaragoza.
Toni Galán

Celebra usted 20 años sobre un escenario.

Sí, la primera vez fue a los 14, en las fiestas del pueblo de mi primer novio. Desde el año siguiente ya empecé a recibir clases de canto en Barbastro y a presentarme en bares con mis bases bajadas de internet y repertorios temáticos, eso sí. A los 17 hice mi dúo de jazz y canciones de cine con un pianista de mi clase, Francisco Caracciolo, que hoy en día tiene escuela de música. Vine a estudiar Realización Audiovisual a Zaragoza con 18, y aquí me he quedado. Después entré en la Escuela de Arte Dramático para entender mejor otra parte del oficio.

¿Siempre tuvo claro que el micro era lo suyo?

Fue una epifanía. Además, mis padres me apoyaron al cien por cien; ni esbozaron el típico consejo de que buscara además alguna otra cosa ‘segura’. Me las he apañado, sí; de hecho, en un momento dado pensé en probar alguna otra cosa, y no salió bien. Ahora, con la tarea docente que asumí en 2016, todavía me gusta más esta profesión.

¿Qué es el éxito? ¿Lo tiene?

Poder dedicarte a lo que te gusta, y sí. Me considero una privilegiada; aunque el dinero es bienvenido porque me dedico a esto, no canto por la pasta, ni por la notoriedad, porque no tengo un ego que llenar. Cantar es una necesidad literal para mí. En 2008, con la crisis, era la BBCC; bodas, banquetes, comuniones y cenas, así se pagaba el alquiler. Luego entré de cantante en la orquesta Manacor de Huesca, y ahí pasé unos cuantos años, aunque seguía y sigo con mis bolos personales.

¿Cómo cuida usted la voz?

Estudiando, vas aprendiendo técnicas. Al final eres como un atleta entrenando tu músculo; si lo trabajas de forma idónea y sana, la voz aguanta carros y carretas. Conviene dormir las horas suficientes, y aprender a leer las señales; cuando notas algo de desgaste y queda mucho concierto, debes cuidar ciertos aspectos para llegar al final sin que se resienta el desempeño.

Las voces negras le cautivan, y usted cautiva cuando las saca a pasear.

Gracias. En mi casa se escuchaba mucho rock, soul, blues… crecí cantando cosas de Aretha Franklin o Dinah Washington, es mi memoria musical. Escucho de todo, pero una cosa es lo que te gusta escuchar y otra muy distinta lo que te gusta cantar. Además, soy muy intensita, y esos estilos son perfectos para exorcizar demonios y conectar con lo espiritual. Ahora también estoy encontrando esas sensaciones en la música celta, ya ves. Y si un día llegan los boleros, bienvenidos sean.

Aunque se siga sintiendo aprendiz, ¿cuándo decidió que ya podía ser profesora?

Cuanto más sabes de algo, más sabes que no sabes tanto; no obstante, en 2016 entendí que ya acumulaba suficiente experiencia y certezas como para lanzarme. Además, fue algo catártico en lo personal, un subidón emocional en un momento en que lo necesitaba especialmente.

¿Qué aprende de sus alumnos?

Pues mucho, me retroalimento con sus opiniones e inquietudes, intercambiamos ideas. Empecé con un curso de herramientas escénicas para cantantes, que se llamaba ‘Cómete el escenario’; es bueno saber manejar un bloqueo y contar siempre con soluciones expresivas para problemas concretos. Si te enseñan bien, puedes hacer cualquier cosa. En este próximo curso impartiré clases en dos academias y una casa de juventud, además de continuar con mis propios alumnos. También empiezo a estudiar Psicología; me interesa mucho la conexión entre cuerpo, mente y voz. Es apasionante.

Alguna vez le he oído decir que la buena voz no es un don.

¡Es que no lo es! Se aprende a trabajar el aparato fonador; la tarea es larga, aunque obviamente tiendes a tener más habilidades para entonar si tu entorno ha sido muy musical; hay limitaciones físicas que pueden condicionar, pero también gente que empieza con 25 años y acaba siendo profesional o cantando muy bien, aunque no se dediquen a ello.

Se rodea de grandes músicos: José Luis Arrazola, David Más, Chabi Benedé, Satur Rodríguez…

Cada uno tiene su forma, y la conexión entre nosotros también depende de los repertorios que abordamos. Vamos desde lo etéreo a la diversión pura, siempre con profesionalidad, claro. Seguiremos haciendo bolos, todos los que podamos. No tengo metas más allá de las clases y esos bolos. Bueno, grabar un disco con temas propios, pero tampoco hay prisa, prefiero disfrutar el proceso y seguir escribiendo canciones con luna llena. Realmente, me basta con decirle mentalmente a la Silvia de 14 años que sigo aquí, que hizo buena elección.

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