'Nop': no mires al cielo
Pensar en Jordan Peele remitía en origen a la comedia, donde comenzó como actor, y ahora al estímulo en el cauce del terror y del fantástico. El director se caracteriza por un cine de premisa potente, inquietante, concebido para la sorpresa posterior (giros que casi entrañan mutaciones internas del relato) y revestido de la cuestión racial, rasgos de autor y notorios riesgos creativos. Cautivó desde la extrañeza con ‘Déjame salir’ (2017), su trabajo de debut, y confirmó sus credenciales con ‘Nosotros’ (2019), turbadora y con detalles geniales. La segunda denotaba un salto en ambición, enfoque elevado que guía todavía más a Peele en ‘Nop’, una variación de la ciencia ficción en torno a avistamientos ufológicos que resulta insólita en términos de tratamiento y por las ideas que acumula y por cómo las aplica. A diferencia de sus obras anteriores, el desarrollo conecta menos de que lo que se desearía, realidad bajo la que no obstante se instala el aprecio sugerente por la estupenda y variada inventiva plasmada y por todas las cosas distintas que ofrece.
La elección de Peele de tomarse su tiempo en que la historia coja su forma constituye un acierto debido a que dentro de lo intuido uno no sabe por dónde va a salir. De su narración vuelve a llamar la atención su capacidad para modular las situaciones y construir momentos destacados. Uno de ellos, el de lo que ocurre en el rodaje de la serie de los 90, es de los que se recuerdan, impacto por el que se perdona que esa subtrama no quede bien cohesionada en el conjunto.
La propuesta, cuyo eje temático no implica que Peele se aleje del terror, también interesa por los elementos referentes al cine que la vertebran y complementan: el negocio familiar de adiestramiento de caballos para utilizarlos en películas, la vieja gloria infantil que lleva un parque temático cutre, el suceso de la producción maldita y el director en busca de la toma imposible.
