el patrimonio aragonés emigrado

La Reina Felicia de Roucy y sus libros litúrgicos

El Metropolitan Museum de Nueva York tiene entre sus fondos, provenientes de la colección del magnate John Pierpont Morgan, dos paneles revestidos con plata sobredorada y filigranas que embellecían sendos libros litúrgicos del siglo XI.

A ambos lados de los pies de Cristo, ‘Felicia Regina’.
A ambos lados de los pies de Cristo, ‘Felicia Regina’.
Metropolitan Museum

Felicia de Roucy. A muchos aragoneses el nombre no les sonará, aunque tuvo un papel importante en la historia de Aragón. Nacida hacia el año 1050, hija de Hilduino IV de Montdidier y de la condesa Adela de Roucy, fue la esposa del rey Sancho Ramírez de Aragón. Fue madre de Ramiro II y Alfonso I.

En el año 1068, cuando Sancho Ramírez viajó a Roma para poner a Aragón y Pamplona bajo el manto del papado, debió conocer a la familia de Felicia y concertar con ella su matrimonio con la joven. Ya había repudiado a su anterior esposa, Isabel de Urgel. Pero también algunos autores aseguran que ese enlace fue una maniobra papal, y otros que el padre de la muchacha había fallecido en los combates para recuperar Barbastro a los musulmanes y que ello pudo facilitar el encuentro entre las dos dinastías.

En cualquier caso, unos dos años más tarde se celebró el enlace, y Felicia recibió para su matrimonio las tierras de Ribagorza y las villas de Biel, Bailo, Astorito, Ardenes y Sos, entre otras. Tuvieron al menos tres hijos, Fernando, Alfonso I y Ramiro II. Los dos últimos fueron reyes, después de Pedro I, que era hijo de Sancho Ramírez e Isabel de Urgel.

¿Qué más se sabe de Felicia? No mucho, salvo que murió no en 1086, como se ha llegado a pensar, sino al menos después de 1094. Pero estuvo al lado de Sancho Ramírez y durante su reinado pasaron muchas cosas.

Como la concesión del Fuero de Jaca (1077), por el que se le otorgaba el rango de ciudad y la convertía en capital del reino de Aragón y en sede episcopal, mandando construir la catedral. O la reconquista de numerosas localidades.

Tallas en marfil

Todo esto viene a cuento de que Felicia, como Reina de Aragón, dejó para la posteridad al menos dos bellas y excepcionales obras de arte, ambas hoy en Nueva York. Se trata de tapas de evangeliarios o libros litúrgicos. Son paneles de madera revestidos de plata sobredorada con pseudofiligrana, cabujones de vidrio y piedra, y esmalte cloisonné. Con el paso del tiempo han perdido algunas de las piedras que los adornaban. En el centro, ambos tienen escenas del evangelio talladas en marfil, y uno de ellos presenta, cincelado, el nombre de la reina.

En este último, Jesús está flanqueado por la Virgen María y San Juan Evangelista. Además, dos figuras anónimas de luto se ciernen sobre la cruz. La pieza estuvo en el el monasterio de Santa Cruz de la Serós, en Jaca, de donde pasó a la colección de Charles Stein en París. Se sabe que en 1902 fue adquirida por Sir Thomas Gibson Carmichael, que la llevó a su castillo en Escocia, para posteriormente volver a París y acabar siendo vendida a J. Pierpont Morgan. Antonio Naval Mas, estudioso del patrimonio aragonés emigrado, asegura, rotundo: "Es un poco vergonzante para Aragón que esta pieza fuera vendida en su día".

El mismo recorrido hizo también otro panel similar, que se sabe que estuvo en Santa Cruz de la Serós, monasterio muy vinculado a la familia real aragonesa. Ambos acabaron en la colección de Morgan, magnate estadounidense del acero y de la electricidad, que donó todas sus piezas al Metropolitan. Ambos son ejemplo de la convivencia cristiana, árabe y judía, puesto que son obras de arte eclécticas. Tanto, que uno ellos tiene un zafiro incrustado en el que se leen cuatro de los 99 nombres de Alá.

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