Ruesta, el pueblo redivivo que sueña con acompasar nuevamente su latido

Situado en un entorno privilegiado, forma parte del Camino de Santiago y la rehabilitación practicada en sus calles fue premio Hispania Nostra el año pasado. El objetivo es recuperar la ilusión por un futuro consolidado

Vista parcial de Ruesta, con su castillo en el centro.
Vista parcial de Ruesta, con su castillo en el centro.
Laura Uranga

Ruesta fue, es y quiere seguir siendo, pero el camino para conseguirlo no es (ni ha sido) nada fácil. Situado en la convergencia entre las Altas Cinco Villas y la Jacetania, A mediados de los 60 se quedó vacío, porque la inauguración del embalse de Yesa en 1959 dejó al pueblo sin tierras de cultivo; tenía más de 300 habitantes a finales de la década anterior, aunque cuando ya se barruntaba la inminencia del cambio de panorama para la zona, marcado por la llegada del pantano.

Enmarcada en el municipio de Urriés, aunque separada de la cabecera municipal por un monte y sus buenos 15 kilómetros, Ruesta tiene castillo, un caserío en ruinas (aunque consolidado) y edificaciones recuperadas que han ido cambiando paulatinamente la faz y operatividad del pueblo.

La localidad pertenece a la Confederación Hidrográfica del Ebro, que la cedió gerencialmente a la CGT en 1988 por cinco años; la cesión se renovó en 1992 por 50 años, con lo que esta medida seguirá vigente otros 20 años más como mínimo. Además, es parte destacada del camino francés del Camino de Santiago. Actualmente se cuenta con el Albergue de Ruesta para reponer fuerzas y pernoctar. Este fin de semana, como hay fiestas en Urriés, se espera movimiento extra en la zona.

El paisaje es impresionante, y admite cualquier perspectiva, desde la caballera a la axonométrica. Cuando llegó la CGT se efectuó un estudio de situación y se acometió la recuperación de Casa Valentín en 1993 con las cuotas de los afiliados y el trabajo de aquellos que se desplazaron al pueblo para efectuar esta tarea. Se abrió el camping en la chopera, con capacidad para 300 personas y actualmente inactivo por estar en zona inundable (se sueña con abrir otro en un lugar hábil) y se abrió el mentado Albergue en 1993.

Un poco más allá

Los retos del pueblo (que es Bien de Interés Cultural) son recuperar la iglesia renacentista –que sufrió un derrumbe en 2017– y la llamada Casa del Chocolatero, una de las edificaciones más llamativas del pueblo, además de rehabilitar calles y actuar en la zona del castillo. Ya se ha consolidado la celebración periódica de mercadillos artesanales, que se amplían a pequeñas fiestas con recitales de música y comida popular.

El año pasado, las tareas de rehabilitación acometidas por el estudio de arquitectura del bilbilitano Sergio Sebastián se alzó con el premio Hispania Nostra en la categoría ‘Intervención en el territorio o en el paisaje’; fue el colofón a un proyecto que contó con el apoyo mancomunado del Gobierno de Aragón y la Confederación Hidrográfica del Ebro, enfocado sobre todo a la actuación en el tramo del Camino de Santiago. Se recuperaron la ermita de Santiago en Ruesta (también llamada de San Jacobo) y se ha trabajado en otra ermita del pueblo, la consagrada a San Juan Bautista.

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