Luis Montestruc (1867 - 1897), fundador de Heraldo de Aragón

Luis Montestruc, periodista precoz -empezó a los 15 años, en el ‘Diario de Avisos’ de Zaragoza- fundó, además de HERALDO DE ARAGÓN en 1895, otras publicaciones efímeras e incluso un partido político, el Partido Republicano de Centro. Este año se cumple el 125 aniversario de su fallecimiento.

La imagen más conocida de Luis Montestruc es este retrato de Escolá, fechado en 1897.
La imagen más conocida de Luis Montestruc es este retrato de Escolá, fechado en 1897.
H. A.

El fundador de HERALDO DE ARAGÓN, Luis Francisco de Borja Montestruc Rubio, fue bautizado en la iglesia de San Lorenzo de Huesca, el día mismo de su nacimiento, 10 de octubre de 1867. Era hijo del notorio médico y político Rafael Montestruc Mored (1826-1891), asimismo natural de Huesca, y de Manuela Rubio Nollague, de Zaragoza, según la inscripción bautismal. Datos que debo a la pericia de D. Juan Carlos Barón, archivero diocesano y catedralicio de Huesca.

Una familia influyente

Montestruc es un topónimo del Midi. Ya hay gente de ese apellido en la Zaragoza del siglo XVII (Aragón fue, durante siglos, una tierra de promisión para muchos franceses meridionales) y una de sus varias ramas arraigó en Tardienta. La villa abunda en yesos que explotó Montestruc padre, en una fábrica cuyo edificio perdura. Era hombre de excelente formación: la humanística la adquirió en la Universidad Sertoriana de Huesca y la médica, en la de Barcelona. A nadie extrañó que, junto a su negocio, que aplicaba técnicas cementeras pioneras en España, crease el periódico ‘La Revolución’, en el que firmaron Figueras y Castelar, y que fuese regidor de la fugaz Huesca ‘revolucionaria’ en 1869.

Montestruc fue bachiller por Zaragoza y licenciado en Derecho y Filosofía y Letras por su Universidad.
Montestruc fue bachiller por Zaragoza y licenciado en Derecho y Filosofía y Letras por su Universidad.
H. A.

Dos generaciones de Montestruc influyeron en la Huesca de su tiempo, lo que incluye a Joaquín Costa. Eran, en aguda e irónica expresión de Juan Carlos Ara, un grupo maléfico y republicano, que entronizó en su derredor la duda y el ‘mal del análisis’ positivista. Montestruc padre fue médico localmente afamado, ideológicamente materialista y obseso de las ideas revolucionarias de la burguesía progresista (recuérdese que en 1868 comenzó el Sexenio que exilió a Isabel II, trajo al efímero Amadeo I y, en fin, a la espástica I República). Marcó mucho a sus hijos. Joaquín fue médico e industrial en Tardienta y presidente del Partido Republicano en la provincia; se ganó el aprecio de Costa. Rafael fue traductor deficiente de Kant (desde el francés). Y Luis tuvo una vida breve, pero hiperactiva.

Su padre le facilitó escribir en el ‘Diario de Avisos’ de Zaragoza, propiedad de su amigo Calixto Ariño, hombre valioso y de muchas inquietudes. Luis tenía 15 años. Allí hizo sus primeras armas periodísticas, allí conoció a su imprescindible amigo Antonio Motos y allí concibió la idea de emanciparse profesionalmente, tras haber asumido de primera mano lo principal del oficio, en un diario veterano y bien regido.

Pero la independencia del empresario se consigue únicamente ganando dinero. Y eso no lo supo hacer ni con ‘La Ilustración Aragonesa’ (1888) ni con ‘La República’ (1894), penúltimo ideal de Montestruc para unificar los esfuerzos, los partidos y los grupúsculos republicanos en Aragón. Una quimera.

"HERALDO nace solamente del fracaso republicano de Montestruc, decepción que le produjo un hartazgo psíquico. Así surgió el último giro en su breve y densa vida".

Por qué fundó HERALDO

Entonces, ¿a qué fundar otro periódico y, esta vez, diario? ¿Por qué tuvo rencillas con Motos cuando ambos trabajaban para Ariño? ¿Porque hubo planes para una candidatura política de la que le disuadió el rival financiándole el capricho de un nuevo diario? De todo se dijo. Pero HERALDO nace solamente del fracaso republicano de Montestruc, decepción que le produjo un hartazgo psíquico. Así surgió el último giro en su breve y densa vida.

En efecto, fundó HERALDO DE ARAGÓN porque, tan joven -y tan precoz- ya estaba harto y lo decía. Ahíto de la brega política y desencantado de sus características. Esto no es hipótesis, ni sugerencia. En la despedida de ‘La República’, que editó apenas tres decenas de números (publicaba cinco al mes), explica su visión: el republicanismo, que, en el número 1, él creía solución para los males de España y Aragón, era inútil, inservible, ineficaz: "Mientras el país pedía pan, el republicanismo ofrecía teorías platónicas; mientras las gentes solicitaban energías, las direcciones republicanas dictaban transigencias; mientras la masa demandaba unión, las consecuciones imponían separaciones". La decepción ha nacido en él de la vivencia, no de las doctrinas. El buen sentido político reclamaba una unidad republicana que a nadie, sin embargo, parecía interesar.

Creó por eso su nuevo periódico como una ruptura, con voluntad expresa, y muy moderna, de no adscribirlo a obediencia política ninguna. "HERALDO, en absoluto independiente". Esa fue su última vocación, que explicó de modo meridiano en el número 1 del nuevo periódico, editado el 20 de septiembre de 1895, cuando tenía 28 años. El adjetivo que con tenacidad aragonesa aplicaba a su quehacer y a su nuevo periódico era ese: independiente. Había de regirse por su criterio y ponía por testigos y únicos jueces del compromiso a los lectores. El ideario añadía que esa independencia quedaba al servicio irrestricto de Aragón, sin olvidar a España.

Febrero de 1996. La alcaldesa M.ª Antonia Brusau, Antonio Bruned, Pilar de Yarza, Rodolfo Aínsa y Fernando de Yarza inauguran el monumento a Montestruc en Tardienta.
Febrero de 1996. La alcaldesa M.ª Antonia Brusau, Antonio Bruned, Pilar de Yarza, Rodolfo Aínsa y Fernando de Yarza inauguran el monumento a Montestruc en Tardienta.
H. A.

El primer número de HERALDO llevaba en la página inicial dos editoriales. ‘Antes que todo’ era una declaración de amor y dolor por España, maltrecha. ‘Palabras precisas’ enunciaba el compromiso con los aragoneses en términos nítidos. Cuando el periódico conmemora el siglo y cuarto de su muerte nada hay que cambiar de su esencia. Juan Domínguez lo ha sintetizado con tino: "HERALDO se planteaba como órgano estrictamente informativo, de carácter liberal e independiente de vinculaciones políticas. Ya había aprendido Montestruc la lección: un periódico que pretendiese arraigar en un sector amplio de lectores y tener continuidad debía desprenderse de etiquetas limitadoras, tanto en lo político como en lo económico".

Montestruc, omnipresente

Montestruc había sido omnipresente. Luchó fieramente por conservar la Torre Nueva. Fue activista político que al luego notable arabista Mariano Gaspar le impresionó como orador. Y creó el Partido Republicano Centrista, que nunca tuvo peso apreciable. El republicanismo de Montestruc, como el de casi todos los republicanos aragoneses de su tiempo, hay que entenderlo desde sus propias coordenadas, así como su concepto de ‘revolución’. Dos años antes de fundar HERALDO, Montestruc escribía (‘Diario de Avisos’, 8 de julio de 1893): "En el ideal cabe la fe y la fe es la vida, la fe en Dios, en el amor, en las ideas, en los principios justos, en las causas santas". Un concepto de fe entendida ante todo como motor de la voluntad: "El Canal Imperial se hizo porque Pignatelli quiso que se hiciera. Dificultades puestas por la envidia, por la animosidad, por la influencia, todo lo venció su carácter de hierro", consignó en otro texto ese mismo año.

"El adjetivo que con tenacidad aragonesa aplicaba a su quehacer y a su nuevo periódico era ese: independiente".

Estuvo en el grupo ‘El Ruido’, con Mariano Gracia, los Royo Villanova y Antonio Motos, para ayudar a los soldados aragoneses menesterosos, repatriados de Cuba y Filipinas. Hizo crítica de arte y teatro, incluso siendo ya director de HERALDO: del ‘Juan José’ del aragonés Joaquín Dicenta, que armó revuelo en Madrid, dijo, tras verlo en Zaragoza: "Marcará una época en el teatro porque con ‘Juan José’ entra en el templo de Calderón y de Lope la clase proletaria, con sus pasiones volcadas en rudo, con sus arranques testimoniados a empellones de la razón, pero también con sus noblezas de almas vírgenes a las corruptelas de la vida moderna y con sus alientos de corazones generosos".

Y, en fin: inició la primera campaña (la llamó así) de ‘HERALDO’: el 19 de mayo de 1896, un artículo suyo y un escrito de Segismundo Moret, iniciaban una serie (que aún perdura, con intermitencias), en favor del regadío.

Amor por Huesca

Murió en Biescas, yacen sus restos en Tardienta y había nacido en Huesca de madre zaragozana con familia arraigada en el Alto Aragón. Vivió sobre todo en Zaragoza, pero su amor a la tierra oscense, y a la Ciudad Victoriosa, en particular, era vehemente, incondicional, como prueban estos ditirambos de 1888, redactados en Tardienta y dirigidos a los oscenses. Los escribió a propósito de que, a finales de 1887, había estrenado en Zaragoza un drama -tirando a dramón-, titulado con el nombre del principal personaje femenino, ‘Blanca’. 

"La independencia de HERALDO quedó al servicio irrestricto de Aragón, sin olvidar a España".

No tuvo mala acogida de público y la crítica local fue, digamos, benevolente. La prensa oscense se hizo eco del supuesto éxito teatral de su paisano en la capital aragonesa y lo celebró como si la pieza se hubiera representado también allí. Eso conmovió al joven y ardoroso Luis, que hizo pública esta declaración de amor encendido

"Os significo a todos la seguridad de que siempre seréis vosotros mis más apreciables amigos y siempre, siempre, será Huesca mi patria adorada (…) Y si algún día, cosa que no sucederá, el destino pudiera hacerme olvidar a los amigos y a la patria, nunca podría mi memoria dejar de recordar a las oscenses, queridas paisanas que, en vez de ser nuestras compañeras, merecían serlo de los ángeles y en lugar de iluminar, con las claridades puras de su virtud y el fascinador destello de sus ojos, la lobreguez de este mundo, merecían alumbrarlo desde el sitio fantásticamente bello donde lucen los luceros y brillan las estrellas. Eternamente de Huesca, eternamente vuestro amigo".

Puso simientes fecundas. Salvo error, ni Huesca ni Zaragoza le han dedicado calle ni plaza.