música

Estrella Morente: "El Pirineo aragonés es muy especial para mi familia"

La cantaora granadina despide este sábado (22.30) por todo lo alto la décima edición del Festival Internacional de Panticosa con un recital junto al Dúo Moreno Gistáin. 

La cantaora Estrella Morente (Granada, 1980).
La cantaora Estrella Morente (Granada, 1980).
Heraldo.es

Este sábado actúa en Panticosa en el contexto de un verano muy nutrido de conciertos en su agenda. ¿Agradece volver a esa ‘rutina’ del reencuentro con el público?

Es algo mágico lo que estamos viviendo. Si me hubieran dicho hace unos meses que la actividad se iba a reactivar con tanta fuerza, no lo hubiera creído. Pero está claro que la gente tiene la necesidad de compartir y está muy receptiva, tanto en los conciertos como en las exposiciones o en el teatro. Aunque no podemos cantar victoria aún. Hay mucha oferta y, además, los artistas nos hemos tenido que bajar los cachés. No es oro todo lo que reluce, pero estamos muy alegres de volver a la supuesta normalidad. Valoro y saboreo más que nunca cada recital, cada oportunidad que me da la música. Y animo a la gente que mantiene un festival como el de Panticosa. Hacer llegar la cultura a todos los rincones y crear afición durante diez ediciones tiene mucho mérito.

Cuando sale a un escenario, ¿lo hace con naturalidad, con seguridad, con respeto, con miedo...?

Al escenario se sale a hacer arte, no a pasar un mal rato. El momento del espectáculo es sagrado y de disfrute. Las dificultades están en los ensayos, en la preparación, con el sudor y las lágrimas que preceden a un estreno. Pero ese estrés se queda entre bambalinas. En el escenario hay que intentar conectar con los ángeles, con el más allá, con los espíritus o con la energía que cada uno quiera para expresarse. El nuestro es un trabajo en equipo. Todos vamos a una. Lo único que les prohíbo a mis músicos es que jamás se quejen en público a los técnicos. Al público solo hay que dejarle la miel, el néctar. Tampoco hay que trasladarle ideas políticas, aunque mis espectáculos siempre están cargados de un mensaje. Yo decía que no era una persona política, pero mi padre (Enrique Morente) insistía en que sí. "Claro que eres política, lo que no eres es partidista, Estrella. Siempre estás defendiendo al débil y opinando", me decía.

Su recital en homenaje a María Lejárraga (escritora nacida en 1874, feminista, exiliada y autora del libreto de ‘El amor brujo’) de esta noche es toda una declaración de intenciones.

Efectivamente. Estoy convencida de que María irá adquiriendo poco a poco un reconocimiento mayor. Por ejemplo, ella es la autora de la letra de ‘El amor brujo’ de Manuel de Falla. Mi padre le daba mucha importancia a los textos en las canciones y nos lo trasladó tanto a mis hermanos Soleá y Kiki como a mí. Lo hacemos sin apreturas, no rompemos por el medio un poema de Bécquer, de Cavafis o de nuestros poetas de cabecera como Lorca, Unamuno o Miguel Hernández. Tenemos ese respeto adquirido desde niños que nos lleva a los grandes literatos y, para mí, entre ellos está María Lejárraga, la gran desconocida, que además, su marido firmaba sus libros por ella. Quedan muchas cosas que hacer por María y este concierto es mi granito de arena.

Granada está muy presente en ‘El amor brujo’ y en las vidas de María Lejárraga y de Manuel de Falla. ¿Qué es y que tiene Granada para ser tan poderosa?

Lo que mejor podría responder a esa pregunta es un paseo por el Albaicín o por La Alhambra. Granada se cuenta ella misma. Conocí a un guía maravilloso que ya murió, el tío Raimundo. Nosotros vivíamos antes en pleno mirador de San Nicolás, el famoso sitio donde Bill Clinton fue una vez y dijo que era la puesta de sol más bonita que había visto. Por las ventanas de nuestra casa se escuchaba a las gitanas vender castañuelas, como laCarmen, y no fallaba a la misma hora el tío Raimundo. Era guía turístico, pero no hablaba ni inglés ni alemán. Ni siquiera en ‘granadino’ se le entendía. Pero era el guía más solicitado. Con los gestos y palabras sueltas le bastaba. Le entendían todos y nadie se quejaba, al contrario, cogió fama. De hecho, era un poco sordomudo, pero no era necesario que hablara. Hay muchas ciudades bonitas, pero Granada te atrapa. Es como si sus callejones tuvieran manos, dedos, brazos... como si te abrazaran. Es una especie de laberinto de amor a la cultura. En cualquier esquina te encuentras una acequia, una alberca, una zambra, un aljibe, una cueva con todos los peroles colgados, una vista maravillosa de Valparaíso, de la torre de la Vela o de Sierra Nevada, la vega de Granada, donde estaba la huerta de Federico... Pero también digo que es la misma ciudad que fusila a sus poetas, como Lorca, o quema a sus heroínas, como Mariana Pineda. No es la ciudad perfecta, pero precisamente por eso es una de las ciudades más mágicas. Granada es mucha Granada.

Saltamos de Granada a los Pirineos aragoneses, que tanto enamoraban a su padre, como cuando interpretó el mítico disco ‘Omega’ en el festival Pirineos Sur de 1997.

Esas montañas para mí y para mi familia son muy especiales. Presentamos el disco ‘Omega’ –de Enrique Morente con Lagartija Nick– en la feria de muestras de Armilla (Granada). Después asomamos en el Teatro Albéniz de Madrid y en la sala La Riviera, también de Madrid. Pero el primer gran ‘bolo’ fue en Lanuza, en Pirineos Sur. Mi padre nos llevó a la familia unos días antes para que disfrutásemos de los Pirineos aragoneses, de sus gentes y de su gastronomía. Estuvimos unas dos semanas. Fueron unos días maravillosos. Ese aroma del norte nos encantaba. Y nos respetaban mucho artísticamente. Yo era una adolescente y estoy loca por volver a la zona, reencontrarme con esas montañas y con esos ríos.

Hace un mes su hermano Kiki dijo en estas mismas páginas que la mejor herencia que recibió de su padre era "el ejemplo de la disciplina, el trabajo y el currelo". ¿Y usted?

Kiki está superando todas las expectativas. Siempre ha tenido un don para el cante, pero ahora me está sorprendiendo mucho porque va tirando de las teorías de mi padre. El caminar por la vida de mi padre era muy especial. Era una delicia cómo respondía como ser humano, lo cual le llevaba a organizar obras inconmensurables. La gente le decía que era muy rompedor y que había derribado muros. Él contestaba que era un obrero del arte pero que no había cogido nunca un pico y una pala. Lo que él hacía era trazar lazos de diálogo con una herramienta llamada música, cultura, pintura y literatura. Así es como nos educó mi padre y esos son los valores que detalla Kiki. Estoy totalmente de acuerdo con ellos y me encanta que mi hermano diera esa respuesta porque eso significa que mi padre está muy dentro de Kiki, y eso me relaja mucho porque es muy importante. Nacer bajo las alas de un genio implica muchas cosas, va más allá de su música y de su fama. Si tú eres hijo de un buen padre, eso son palabras mayores.

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