El arcángel Rufus, más allá del arco iris
Cinco años después de su anterior concierto en el Teatro Principal, Rufus Wainwright volvió a descender de los cielos para encandilar a los mortales cual Mago de Oz con un más difícil todavía: porque ya dirán si no es hazaña prodigiosa que un tipo cantando sentado al piano (y a ratos con la guitarra) consiga que casi 1.500 espectadores permanezcan en respetuoso silencio durante todo el concierto en un recinto al aire libre y con barras de bar. La magia que brota torrencial de las cuerdas vocales del cantor neoyorquino no dio opción a molestas chácharas ni postureos, por fortuna.
‘Unfollow the rules’ (‘Deja de seguir las reglas’) se titula el último disco de Rufus, y en efecto esa es la única regla que aplica a su carrera este superdotado caballero, que lo mismo rinde tributo a Judy Garland que pone música a sonetos de Shakespeare o escribe una ópera. Anteanoche acreditó su condición de excepcional cantante e intérprete de sensibilidad exquisita con tres piezas del citado álbum (‘Only the people that love’, la bellísima ‘Early morning madness’ y ‘Peaceful afternoon’) junto a temas como ‘Vibrate’, ‘Art teacher’, ‘Gay Messiah’, Poses’, un ‘Somewhere over the rainbow’ a capella que emocionó incluso a los pajaritos del parque, ‘Cigarettes and chocolate milk’, ‘Going to a town’ o la imprescindible ‘Hallelujah’ coheniana. Vaya, que en su tercer advenimiento sobre la ciudad, el arcángel Rufus nos llevó más allá del arco iris.