Por
  • Gonzalo de la Figuera

El arcángel Rufus, más allá del arco iris

Rufus Wainwright, durante su concierto en el Jardín de Invierno de Zaragoza
Rufus Wainwright, durante su concierto en el Jardín de Invierno de Zaragoza
PEDRO ANGUILA/AYUNTAMIENTO DE ZARAGOZA

Cinco años después de su anterior concierto en el Teatro Principal, Rufus Wainwright volvió a descender de los cielos para encandilar a los mortales cual Mago de Oz con un más difícil todavía: porque ya dirán si no es hazaña prodigiosa que un tipo cantando sentado al piano (y a ratos con la guitarra) consiga que casi 1.500 espectadores permanezcan en respetuoso silencio durante todo el concierto en un recinto al aire libre y con barras de bar. La magia que brota torrencial de las cuerdas vocales del cantor neoyorquino no dio opción a molestas chácharas ni postureos, por fortuna.

‘Unfollow the rules’ (‘Deja de seguir las reglas’) se titula el último disco de Rufus, y en efecto esa es la única regla que aplica a su carrera este superdotado caballero, que lo mismo rinde tributo a Judy Garland que pone música a sonetos de Shakespeare o escribe una ópera. Anteanoche acreditó su condición de excepcional cantante e intérprete de sensibilidad exquisita con tres piezas del citado álbum (‘Only the people that love’, la bellísima ‘Early morning madness’ y ‘Peaceful afternoon’) junto a temas como ‘Vibrate’, ‘Art teacher’, ‘Gay Messiah’, Poses’, un ‘Somewhere over the rainbow’ a capella que emocionó incluso a los pajaritos del parque, ‘Cigarettes and chocolate milk’, ‘Going to a town’ o la imprescindible ‘Hallelujah’ coheniana. Vaya, que en su tercer advenimiento sobre la ciudad, el arcángel Rufus nos llevó más allá del arco iris.

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