danza. ocio y cultura

Daniel Abreu baila y seduce a un público entusiasta en el Museo de Zaragoza

El Premio Nacional de Danza de 2014 abrió la segunda jornada de Trayectos, que se traslada hoy al Parque Labordeta

Daniel Abreu conectó con el público.
Daniel Abreu conectó con el público.
Toni Galán.

ZARAGOZA. A Zaragoza y a los zaragozanos les gusta la danza contemporánea. Y gusta en todas las edades, desde la edad más tierna o algunos veteranos. El público, concentrado, sentado, acuclillado, arrodillado o de pie, sigue todos los gestos. Por pura emoción o porque quiere hacer una foto del ritmo, de la simetría, de los cuerpos que se aman o se pelean con una ferocidad arcaica en un escenario tan excepcional como el Museo Provincial, pintado de un rojo burdeos. Goya, desde su cabeza severa, sigue la escena y una paloma, gris oscura, observa cuanto pasa sobre una antena. El sol y un amago de brisa se enrabietan. Manuel Azaña se ha ido a dormir. ¿Qué pasa? Se celebra la segunda jornada de la XIX edición del Festival Trayectos que coordina Nati Buil.

Una voz, a modo de transición, dice por los altavoces:«La danza contemporánea sirve para contar historias con los cuerpos», y añadió que estos cimbreos, estos desafíos, estos bailes también conducen a la felicidad y al disfrute.

Alrededor de 300 personas siguen la función, que comenzó con el Premio Nacional de Danza, Daniel Abreu y con su ‘Índico’. Vestido de oscuro, como un místico o un metafísico de las tinieblas domina el oficio, la expresión, la emoción, el dolor. Su baile, lleno de ecos simbólicos, se inspiró en imágenes que vio en la India en febrero de 2020. El bailarín y coreógrafo demuestra su talento, su plasticidad, su descenso a algo que cuando menos parece obtuso o atormentado. Hay un lugar en la sombra para la inspiración y para dibujar el enigma.

«La danza contemporánea sirve para contar historias con los cuerpos», dijo una voz

‘Júpiter+Jaguar’, de la compañía valenciana Eyas Dance Projetc, une a dos bailarines, una pareja vestida del mismo modo: ella y él, que pugnan, se desean, se repelen, se empujan y se afanan con sensualidad, arrebato y un desafío salvaje. Los ojos parecían perdérseles en el horizonte. O en el vacío del tiempo y del deseo.

‘Manbhusa’, de la compañía italiana Ivona, nos presenta dos bailarines para ejecutar con humor, candor, y con arabesco de zancuda y gesto de otras aves, una danza nupcial. La música, más grave, más rítmica, siempre es un apoyo: esa pareja sabe que en la selva o en el claro del bosque hay movimiento y un canto de selva. Un espectador, ante los bailarines, susurra: «Ese rostro en concreto le habría gustado a Pier Paolo Pasolini para integrarlo en una de sus películas». Una joven, que parecía de apoyo del festival, lleva en su camiseta: «Bailando se entiende la gente».

«Ese rostro en concreto le habría gustado a Pier Paolo Pasolini para integrarlo en una de sus películas». Una joven, que parecía de apoyo del festival, lleva en su camiseta: «Bailando se entiende la gente».

Más tarde, Lookathingsdifferent ofreció ‘Somos’: otra exaltación del cuerpo que desafía la belleza del caos. Hasta los niños siguen lo que sucede con los ojos asombrados. Y se quedan cautivos en las percusiones, en las músicas futuristas y el inesperado trino de un gorrión. ¿O de la sabana abrasada? Hoy y mañana continúa la fiesta. Solo una niña, apenas un bebé que parecía buscar agua, protestó con su llanto.

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