Manuel León Astruc, el pintor zaragozano casi olvidado que triunfó como cartelista

Ganó cuatro veces el concurso para las fiestas del Pilar y tres el de los Sanfermines.

Algunos de los carteles diseñados por Astruc.
Algunos de los carteles diseñados por Astruc.
Heraldo.es

No ha tenido suerte en la historiografía del arte Manuel León Astruc (Zaragoza, 1889-Madrid, 1965). Aunque ha llamado la atención de especialistas como Alberto Castán, que se ocupa de él en ‘Señas de identidad, pintura y regionalismo en Aragón, 1898-1939’ (IFC), hoy es un pintor prácticamente olvidado: hace tan solo unos días, uno de sus otrora famosos retratos femeninos se vendió en Abalarte por solo 190 euros. Una bagatela.

Pero se cumplen justo ahora 100 años de uno de sus triunfos más sonados, el concurso para el cartel de la Feria de Córdoba de 1922, que le abrió numerosas puertas en Andalucía, donde durante un tiempo fue artista devocional. Y la efeméride pone de relieve que León Astruc fue uno de los mejores cartelistas españoles del siglo XX. Y ello pese a que, necesitado de un medio para vivir, cultivó preferentemente el retrato y, a la altura de 1933, la prensa lo llegó a definir como ‘excartelista’.

Fue en ese terreno artístico donde ganó numerosos concursos: cuatro veces el del cartel para las fiestas del Pilar (1914, 1923, 1925 y 1929) y tres el de Sanfermines (1914, 1926 y 1944), en un momento en el que los mejores artistas, de Penagos a Bartolozzi, querían ser la imagen de las fiestas navarras. Hizo también carteles para estrellas del mundo del espectáculo como Mary Isaura o su amiga la bailarina María del Villar, ‘Noré’.

Entre Aragón y Navarra

Nacido en Zaragoza, aunque muy pronto su familia se trasladó a Pamplona, la vocación se le despertó pronto. Estudió algún tiempo en la Escuela Especial de Pintura de Madrid. Seguramente perdió a su padre siendo aún joven, porque vivió algunas temporadas junto a su tío en Córdoba. Fue allí donde se enamoró de la luz y del carácter andaluz.

Participó con frecuencia en las Exposiciones Nacionales de Bellas Artes y en los Salones de Primavera y Otoño. Pero con él pasó algo difícil de explicar: aplaudido por sus carteles, requerido una y otra vez para ocupar la portada de revistas como ‘La Esfera’, su pintura, pese a recibir alabanzas, no acababa de cuajar. Un sector de la crítica le prodigó comentarios muy duros. Con motivo de la Exposición Nacional de Bellas Artes de 1932, por ejemplo, Andrés Sadko escribía en ‘La Nación’: "Es lástima que León Astruc, pintor tan apacible, tan sereno, tan capaz, haya malgastado el acertado y vigoroso trazo de una figura magistral con un complejo fondo de pésimo gusto, que desvaloriza en parte lo principal del cuadro".

De él llegaron a escribir que era madrileño, navarro o andaluz. Pero era aragonés y así se reivindicó: siendo aún un joven aportó un cuadro, ‘Lucille’, a la Exposición Hispanofrancesa de Pintura y Escultura que se celebró en Zaragoza en 1908. También participó en la muestra de artistas aragoneses que se celebró en el Círculo de Bellas Artes de Madrid en marzo de 1936, codeándose con Goya, Pradilla, Unceta, Barbasán, Gárate o Ciria. Retrató a Raquel Meller y a un grupo de ansotanos hilando lana y expuso sus paisajes en 1946 la sala Macoy de la zaragozana calle de Alfonso I.

Fue profesor de dibujo en la Escuela de Artes y Oficios de Madrid y en la Academia de San Fernando, de donde se jubiló cinco años antes de fallecer, el 22 de noviembre de 1965. Cultivó todos los géneros pero solo destacó en el retrato, ya fuera al óleo o al pastel. "Siempre procuro ajustarme a la verdad en el retrato -aseguraba en una entrevista-. Y es lo cierto que, sin hacer ningún ‘favor pictórico’, todas las damas salen contentas de mi obra". Pero dicen que el secreto de sus retratos estaba en cómo pintaba la mirada de las modelos: siempre con los ojos ligeramente humedecidos por las lágrimas.

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