Juan Millán, batería: "Nunca se deja de aprender cuando eres profesor"

El zaragozano formó parte de Distrito 14, es docente en OK Corral y sigue actuando con la banda Blues Whale

Juan MIllán, en su local de ensayo y docencia, en Ok Corral (Zaragoza).
Juan MIllán, en su local de ensayo y docencia, en Ok Corral (Zaragoza).
José Miguel Marco

Usted le da sobre todo al jazz y el blues, pero empezó con el heavy metal.

Sí, a los 13 años me encantaba el sonido del bajo y el poder de la batería, era una energía muy especial. Niko McBrain, de Iron Maiden, fue el primer batería al que idolatré; también seguía a Roger Taylor, de Queen. Empecé a escuchar los instrumentos disociados; me pasaba horas y horas haciendo ‘air drumming’ y aporreando sillones con dos baquetas. A los 18 compré mi primera batería.

Y la música se le apoderó del todo.

Me pasé la siguiente década larga tocando en diversos grupos; formé parte de Distrito 14 varios años. No obstante, me veía corto con la técnica, sentía que no podía plasmar con las manos las ideas que me llegaban a la cabeza. En Distrito aprendí muchísimo, y creo que daba la talla, pero me autoexigía mucho. Sigo haciéndolo.

Con Distrito 14 pasaron cosas curiosas; Mariano Chueca cuenta de cuando en cuando anécdotas de sus andanzas por Estados Unidos.

Aquello fue tremendo. Recuerdo que paramos en un desguace de coches, en el desierto de Nevada, a hacernos unas fotos; de pronto, llegó un lugareño en una 6furgoneta pickup y nos dijo con la mano en el asiento del copiloto, que no quiero imaginar lo que había allá, aquello de ‘get out of my fucking property’. Ya sabes, que nos largáramos, pueden disparar a quien se meta en su propiedad. Salimos corriendo, y pidiendo perdón todo el rato. Otra experiencia mucho mejor fue tocar ante 7.000 mexicanos en el Aragon Ballroom de Chicago; gritaban mucho, pero nos recibieron de lujo, y eso que éramos teloneros de Jaguares, ídolos y compatriotas de todo el público, habían venido a verles a ellos, claro.

También puede presumir de otro encuentro de altura como telonero.

Pues sí, con Sting, en las plazas de toros de Murcia y Córdoba, en el verano de 2001 si no me equivoco. En el segundo, cuando salíamos del escenario estaba Sting a punto de subir y me saludó, me dijo ‘great band’. Eso que me llevo… bueno, eso nos llevamos Pakito, Alberto, Mavilla, Mariano y yo. Fueron años fantásticos; ahora sería raro que una banda de Zaragoza fuese con temas propios a otra ciudad de España a telonear a un artista internacional.

En 2005 puso proa a Barcelona, al Taller de Músics.

Y tuve que dejar Distrito; iba a estudiar jazz y requería dedicación exclusiva. Además, nada más llegar me dieron un buen palo; literalmente me vieron tocar y me dijeron que allí no hacían milagros.

¡Toma sutileza! Eso tumba o motiva el triple...

Ya lo creo. A mí me salió el aragonés; ¿que no puedo, dices? Pues pude. Fueron tres años y medio que me abrieron un mundo de posibilidades. Luego seguí yendo y viniendo para tomar clases con Aldo Caviglia, un profesor uruguayo excelente, para pulirme un poco más en jazz y latin. Eso sí, nunca se deja de aprender cuando eres profesor; conocer cosas nuevas solamente te lleva a buscar más. Así supe de la tabla de lavar y el uso que le daban los músicos de blues de New Orleans.

Es un sonido primitivo que, al mismo tiempo, no puede ser más vanguardista.

Me puse a indagar, y acabé encontrando información de primer orden en los locales de OK Corral, donde doy mis clases; resulta que Carlos Traginer, que también es de aquí, fabricaba tablas. La que tengo ahora mismo la ha desarrollado él. Hacer música con lo mínimo me parece fascinante; una tabla de lavar, unas cucharas, un cubo… es la base de la percusión moderna.

¿Da clase lo de dar clase?

La docencia es un placer. Mi enlace con la música empezó como aprendizaje vital y resiliencia; con el paso de los años, además de estar en grupos, sentí que quería compartir lo aprendido, primero con adultos y ahora con peques. Me gusta la retroalimentación, es un intercambio bonito.

¿Más allá de la técnica, en que insiste más a su alumnado?

Creo que pocas cosas hay mejores que tocar un instrumento para definir una identidad, marcar tu personalidad. Además, es una gozada; la mayoría de mis alumnos, eso sí, no tienen planes de dedicarse a la música, aunque algunos podrían. Por suerte, la batería no es un instrumento al que acudas por obligación, y se disfruta mucho.

Se acerca usted a los 50, y ha vivido todos los estratos de la música profesional. ¿Ha pensado en hacerse neorural?

Bueno, mira Laurent Castagnet, el batería de Loquillo; ahí está feliz en Torralba de los Sisones, un fenómeno del que soy fan absoluto, hemos compartido buenas charlas además. No descarto en absoluto buscar un sitio para tocar, cocinar e irme a la montaña. Me encanta la ciudad, ojo, pero para un futuro próximo, es un planazo.

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