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El teatro Principal recuerda a la soprano Pilar Lorengar 25 años después de su adiós

Las cantantes Montserrat Martí, Sabina Puértolas, Eugenia Boix, María de Félix, Beatriz Gimeno y Eugenia Enguita la recuerdan con Miguel Ángel Tapia

Pilar Lorengar en una de sus últimas actuaciones.
Pilar Lorengar en una de sus últimas actuaciones.
Guillermo Mestre.

La gran soprano Pilar Lorengar (Zaragoza, 1928- Berlín, 1996) suscitó elogios unánimes. «Pilar Lorengar fue una gran colega, una gran artista, una gran cantante. De una personalidad y de una humanidad increíbles. Única. Me gustaba su simpatía y su sonrisa, preciosa y arrolladora, su dedicación al arte del ‘bel canto’. Tenía una entrega absoluta y una gran virtud: para ella todo era bonito, todo le gustaba, todo era bueno. Jamás protestaba por nada ni hablaba mal de otra persona», dijo Alfredo Kraus. Y Plácido Domingo, tras declarar que ambos se sentían como dos auténticos maños, dijo: “Pilar era un ser maravilloso, angelical, su voz y su alma reflejaban un mismo encanto, una misma dulzura. (…) Era una mujer de raza, una persona espléndida y una artista completa». Ambos testimonios, entre otros muchos, figuran en el libro ‘Pilar Lorengar. Una aragonesa de Berlín’, de Sergio Castillo y Alejandro Martínez. Ella solía decir que se sentía aragonesa, española y del Gancho. El miércoles 1 de junio, a las 20.00 era objeto de un gran homenaje.

Nació en 1928 en el Hospital Provincial de Zaragoza, y dijo en alguna ocasión que había tenido una infancia como Cenicienta, en la calle Las Armas: “Yo era pobre, tenía muchos pájaros en la cabeza. Lo que quería era cantar y vivía al día. Uno de los vecinos poseía un aparato de galena y me llamaba si radiaban zarzuela u ópera”. Una monja, sor Presentación, se percató de que tenía una voz especial y la hizo solista del coro escolar; a la par el profesor Asensio Pueyo le dio lecciones de canto y solfeo.

Muy joven aún decidió participar en el programa ‘Ondas infantiles’ de Radio Zaragoza, que conducían Pilar Ibáñez y Ángel López Soba. Antes fue a comprar un vestido a la tienda Créditos Remacha, en la que trabajaba Berta Martínez, que le dijo que su hermana Margarita tenía una academia de canto en el Coso. Frecuentó sus clases para perfeccionar su voz. Actuó en distintas salas de Zaragoza como Alaska, Ambos Mundos, Avenida, El Oasis y el Teatro Argensola. La artista de variedades Loren Garcy reclamaba la atención por su belleza, por su encanto, por su sencillez y expresividad, y por una inmensa capacidad de sacrificio y entrega. No tardó en adoptar el nombre que la haría famosa: Pilar Lorengar.

Hacia el año 1940 se trasladó a Madrid con su madre y estudió con Ángeles Ottein; luego cursaría dos años en el Conservatorio del Liceo de Barcelona. Regresaría a Madrid y ahí, peldaño a peldaño, empezaría a desarrollar su talento: una belleza sonora en la que destacaba la limpidez de su ‘vibrato’. El musicólogo Arturo Reverter dijo que tenía «el timbre de una lírica pura dotado de una no despreciable anchura, de un vigor y una potencia muy estimables»; también ensalzó su «depuradísima técnica» y la elección de «un amplísimo repertorio inteligentemente escogido». Pilar Lorengar se sintió identificada con la literatura mozartiana, con la lírica alemana romántica, con el ‘bel canto’ italiano y con los recitales de ‘lieder’.

En Madrid pronto cosecharía sus primeros premios y conoció a uno de los grandes directores: Ataúlfo Argenta. Bajo su batuta, debutó en 1950 en ‘Maruxa’ de Amadeo Vives en la Ópera de Orán. Con él grabó una veintena de piezas; encarnó a Cherubbino de ‘Las bodas de Fígaro’ de Mozart. Por esa época, especialmente intensa, también participó en dos películas: ‘Último día’ (1952) de Antonio Román (que fue su compañero sentimental), donde fue elogiada por «sus excepcionales méritos» vocales, y ‘Las últimas banderas’ (1954) de Luis Marquina.

Pilar Lorengar, el año 1992, cuando pronunció el pregón del Pilar.
Pilar Lorengar, el año 1992, cuando pronunció el pregón del Pilar.
Heraldo.es

En 1955, empezaría a fraguarse su condición de figura: actuó en ‘La Traviata’ de Verdi en el Covent Garden, grabó para la televisión británica ‘Madame Butterfly’ de Puccini. Apenas dos años después, conocería al maestro alemán Carl Ebert que la dirigió en ‘La flauta mágica’ de Mozart. Este contacto sería determinante en su vida: fue él quien la contrató para el Teatro de la Ópera de Berlín. En 1960 se casó con el odontólogo Jürgen Schaff.

Cantó en los más grandes teatros del mundo con un éxito indiscutible. En 1967, por ejemplo, tras un sonado triunfo en el Metropolitan con ‘La flauta mágica’ de Mozart, con decorados de Marc Chagall, vino a Zaragoza para cantar en el Teatro Principal ‘Madame Butterfly’. Recibió distinciones en Berlín (el Teatro de la Ópera la nombró miembro de honor vitalicio), pero también en España y en Zaragoza de la que fue Medalla de Oro; una calle recibió su nombre. En 1991 -con Alfredo Kraus, José Carreras, Plácido Domingo, Teresa Berganza, Victoria de los Ángeles y Montserrat Caballé- recibió el Premio Príncipe de Asturias de las Artes y fue pregonera de las fiestas del Pilar.

Tuvo un sueño y lo cumplió: cantó el ‘Ave María’ de Gounod en la Basílica del Pilar con Miguel Ángel Tapia al órgano. 

El pianista y director gerente del Auditorio de Zaragoza explicó a HERALDO en varias ocasiones: «Cuando vino a cantar al Principal, se enteró de que yo era pianista y que le podía hacer algunas escalas. Así lo hacíamos en mi casa. Aprovechaba para vocalizar, para realizar pequeños ensayos, y yo la oía embelesado. Siempre me fascinó su suavidad, su modo de cantar, su sencillez. Un día me llamó y me dijo que quería cantar el ‘Ave María’ de Gounod ante la Virgen. Hablé con el Cabildo y todo se puso en marcha. Me pidió que tocase el órgano. En teoría, nadie había grabado aquel instante mágico. Maravilloso. Histórico. Algunos años después, la periodista de Radio Zaragoza Conchita Carrillo me dijo: “Tengo algo muy especial para ti”. Me dio una cinta de casete. Lo oí y era aquella grabación. Ese gesto es algo muy entrañable que define a Pilar Lorengar: su amor a la ciudad, a la música y al Pilar. La invitamos a inaugurar el Auditorio en 1994. Lo intentó pero no se sintió con fuerzas».

Murió en el año 1996 de un cáncer de huesos que llevó en secreto. La pandemia ralentizó el homenaje que se le preparaba en el Teatro Principal, que tanto amó. Al final es el 1 de junio a las 20.00 y le rinden honores, en un programa doble de ópera y zarzuela, seis sopranos aragonesas, o tan vinculadas con Aragón como Montserrat Martí (hija de aragonés), todas ellas con una carrera reconocida en España y en el extranjero. La corona de voces talentosas para una mujer irrepetible -que dominó Mozart, la ópera alemana y el ‘bel canto’ - son: Montserrat Martí, Sabina Puértolas, Eugenia Boix, María de Félix, Beatriz Gimeno y Eugenia Enguita, y estarán acompañadas por el pianista Miguel Ángel Tapia, amigo de Pilar Lorengar. En el repertorio hay obras de A. Dvorak, C. Donizetti, G. Bizet, G. Puccini, J. Massenet, un fragmento de las ‘Goyescas’ de Granados, J. Serrano, J. Gaztambide, F. Moreno Torroba, A. Vives y F. Caballero.

El maestro Odón Alonso dijo: “Era una mujer luminosa, deslumbrante, que irradiaba paz y dulzura. A ella le gustaría que la recordáramos siempre con una sonrisa. Tenía Pilar los atributos profundos de la belleza: era bella en su naturaleza, en su espíritu y en su arte”.

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