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La asistencia a los conciertos se desploma en Zaragoza, especialmente entre el público adulto

El exceso de oferta y el cambio de hábitos que ha traído la pandemia, los principales motivos. La nota positiva es la incorporación de los más jóvenes a los espectáculos de música urbana.

El combo ruso de punk Pussy Riot.
El combo ruso de punk Pussy Riot.
Heraldo.es

Esta semana se ha anunciado la cancelación de la actuación del combo ruso Pussy Riot en la sala Oasis de Zaragoza –y del resto de su gira española– por la "escasa venta de entradas". Por el mismo motivo, se ha cancelado –y reubicado en salas más pequeñas– la programación que desde el viernes y hasta el domingo debía celebrarse en la Multiusos bajo la denominación Auditorio Club y que incluía a Pol Granch, Joe Crepúsculo o Samantha Hudson. Y el grupo irlandés Pillow Queens anuló por la misma causa su ‘show’ previsto para el jueves en la sala López.

Unos hechos puntuales pero incontestables que ayudan a calibrar las dificultades por las que está atravesando el sector de la música en directo desde la pandemia y que no han desaparecido tras el levantamiento de las restricciones en febrero. La asistencia a los conciertos se ha desplomado en muchos casos entre el 40 y el 50% respecto a los datos prepandémicos.

"Estamos peor que antes de la pandemia porque la gente sale menos y, además, hay mucha oferta debido a las actuaciones que se arrastran de 2020 y 2021, que se añaden a las de 2022. Hay muchas personas que en estos más de dos años han perdido el hábito de ir a una sala, prefieren quedarse en casa o hacer otras cosas. Los grupos nacionales e internacionales que antes congregaban a entre 100 y 200 espectadores, ahora apenas llegan a 30 o 50. La situación está complicada, por lo que tenemos que ser cautelosos y no arriesgar. No es solo el día a día de nuestro sector en Zaragoza, sino en el resto de España", explica Sergio Vinadé, responsable de la promotora Big Star Music, una de las más activas en la Comunidad.

Y es que las huellas del confinamiento y del coronavirus han cambiado hábitos sociales en dos sentidos: los más jóvenes se han lanzado a disfrutar de todo aquello de lo que se les privó y los de mediana edad hacia arriba se retraen de los actos colectivos, especialmente los nocturnos.

Un nuevo público

"Antes de la pandemia no venía gente joven a los conciertos y pensábamos que no había nada que hacer, que era un cambio generacional. Pero tenemos que hacer autocrítica y nos hemos dado cuenta de que para captar su atención teníamos que programar lo que les gusta, como la música urbana. Y están respondiendo muy bien. Son chicos y chicas de entre 14 y 18 años que llenan muchos de los conciertos, como recientemente ocurrió con Pole, que abarrotó La Casa del Loco", relata Chema Fernández, propietario de Antípodas Producciones.

Por el contrario, el público más veterano no comparte ese entusiasmo. "Es una realidad que, a partir de los 30 años, los conciertos están dejando de ser una prioridad. Optan por los tardeos, que están muy de moda, o directamente por quedarse en casa. Es un cambio de tendencia, tal vez ley de vida. Si géneros como el rock ya eran minoritarios antes, ahora mucho más", completa Fernández, quien rescata algunas felices excepciones, como las casi 200 personas que asistieron al directo de la banda californiana The Flamin’ Groovies el 23 de abril en la sala López.

Un análisis similar al de Daniel Acirón, socio de la promotora Laminero –consagrada a los sonidos urbanos– y fundador de All Nighters –de un perfil más generalista–. "Todo se resume en que hay un exceso de oferta para una demanda demasiado ajustada. El público joven funciona mucho mejor, especialmente en formato ‘clubbing’, con ‘shows’ que empiezan a la 1.00 en lugar de las 21.00. Para el resto, las cosas van mal. Llevamos unas dos semanas en las que las ventas de entradas están paradísimas. Zaragoza y Aragón necesitan un relevo generacional como el agua. La forma de consumir los espectáculos en vivo está cambiando y esta transición está siendo muy dura. Eso sí, todavía queda una minoría cada vez menor pero muy militante", expone.

'Overbooking' de conciertos

Pablo Cano ‘Patxi’, propietario de la promotora Sweet Caroline y de la sala Rock & Blues, aporta otro matiz. "La gente espera muy a última hora para comprar las entradas, algo que no es lo ideal para un organizador. Se nota cierto recelo para salir. Marzo y abril fueron bastante bien y en mayo se ha frenado. Esperamos salvar como podamos este ‘overbooking’ de conciertos y que en 2023 la situación se normalice", aduce.

Finalmente, Michel Pérez, al frente de Eventos MPH, firma que atrae a Zaragoza a grandes nombres como Alejandro Sanz, Manuel Carrasco, Aitana o Raphael, comparte sus conclusiones: "El público adulto todavía muestra cierto respeto y reticencia para ir a los conciertos y los más jóvenes se comen la vida a bocados".

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