Con el anuncio de la nueva temporada 2022/2023, el director del Auditorio, Miguel Ángel Tapia, animó a los asistentes a esperar noticias sobre la misma, asegurando que será importante e impactante. Fue el prólogo a la última sesión de la actual, que corrió a cargo de la Orquesta Filarmónica de Varsovia dirigida por Andrzej Boreyko.

Los músicos polacos arrancaron interpretando el himno nacional de Ucrania, con el público puesto en pie. El programa en sí se inició con la ‘Pequeña suite’ de Lutoslawski, en cuatro tramos inspirados en el folclore polaco, pero con hechuras de relieve, combinando la lírica y la exaltación.

Inicio intenso e inspirado el que propuso el solista en el ‘Concierto para piano nº 2, en Do menor, op. 18’, de Rachmaninov. Recogido el tema por la cuerda con gran flexibilidad, el primer movimiento, ‘maestoso’, se desarrolló en un proceso bien compensado por los vientos, con brillantes aportaciones del teclado que el joven Abduraimov gobernó con energía.

La umbrosa introducción orquestal que precede a la exposición del tema emblemático del segundo movimiento, inrterpretado por el clarinete y retomado por el piano, resultó envolvente. Tanto orquesta como pianista destacaron el lirismo melódico y el equilibrio tímbrico en sus intervenciones. Boreyko controló los volúmenes y matizó los ritmos con seguridad. En el tercer movimiento, ‘allegro scherzando’, volvió a destacar la energía del piano, no exenta de musicalidad, con episodios en rubato bien construidos.

La segunda parte fue un estreno en el Auditorio, donde nunca se había interpretado la ‘Sinfonía en Do menor’, de Grieg, obra romántica de estructura académica, más conceptual que temática. Los músicos polacos hicieron una lectura correcta destacando el enérgico ‘finale’, ‘allegro molto vivace’ que culminó una partitura en buena parte apacible y tranquila.