Ennio Morricone, el maestro que se avergonzaba de componer música de cine

El genial compsitor se sincera ante la cámara, acompañado de astros como Clint Eastwood, Bruce Springsteen y Quentin Tarantino.

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Ennio Morricone.
ZOLTAN MATHE

No era fácil entrevistar a Ennio Morricone. En 2005, cuando contaba 76 años, viajo a Bilbao a ofrecer un par de conciertos y accedió a ser entrevistado. "No pregunte al maestro cuál es su película favorita, le disgusta mucho", advirtió al periodista uno de los miembros de su 'guardia de corps', que, al igual que su mujer, estuvo presente durante el encuentro. Por supuesto, ni tocar el tema tabú: las cinco nominaciones fallidas al Oscar. Dos años más tarde recibiría el Oscar honorífico y, ya en 2016, cuatro años antes de morir, su primera estatuilla por la partitura de 'Los odiosos ocho', de Quentin Tarantino.

"Si me comparo con Mozart, soy un vago", confesó el autor de más de 500 partituras, que solo en 1968 firmó veinte bandas sonoras. El músico de cine más popular y prolífico se levantó a las cinco de la mañana para trabajar hasta sus últimos días. El rigor y la exigencia con la que concibió su profesión resulta evidente en 'Ennio, el maestro', un apabullante documental de Giuseppe Tornatore que llega este 13 de mayo a las salas tras su paso por los festivales de Venecia y Barcelona. Por primera vez, el serio y hermético Morricone se sincera ante el director de 'Cinema Paradiso', que a lo largo de 156 minutos repasa la vida y obra del genio. Además de fragmentos de sus películas, el documental incluye una nómina de entrevistados deslumbrante: Quentin Tarantino, Clint Eastwood, Bruce Springsteen, John Williams, Hans Zimmer, Bernardo Bertolucci, Oliver Stone, Metallica...

¿Quién no ha silbado la melodía central de 'El bueno, el feo y el malo' o imaginado los saltos de Iguazú con la música de 'La misión'? ¿Cómo no dejarse arrastrar por la melancolía con el tema de amor de 'Cinema Paradiso'? ¿A quién no pone la piel de gallina la marcha de 'Novecento'? Con permiso de John Williams, Morricone es el único compositor cuya celebridad ha trascendido de los sectores cinéfilos. Sus piezas más celebradas forman parte de la cultura popular. "Mi compositor favorito por encima de Mozart, Beethoven y Schubert", asegura Tarantino en el filme.

'Ennio, el maestro' demuestra cómo las partituras de Morricone no solo acompañan a las imágenes, sino que modifican el sentido y significado de las mismas. Capturado en la intimidad del estudio de su mansión romana, rodeado de montañas de discos y partituras, el compositor mueve los brazos y dirige sin orquesta en una impresionante estampa que llega tras las confesiones: solo al final de su carrera hizo las paces con la música de cine, que le parecía poca cosa frente a la música 'seria'. Morricone siempre buscó el reconocimiento de otros compositores contemporáneos, que veían en las bandas sonoras una labor puramente alimenticia. Los pobres no sabían que el autor de 'Los intocables de Eliot Ness' iba a vender 70 millones de discos.

Niño prodigio, al igual que el otro gran músico del cine italiano, Nino Rota, Ennio Morricone nació en el Trastevere romano en 1928. Hijo de un trompetista de jazz y una ama de casa, comenzó a desarrollar sus aptitudes musicales con seis años y completó su formación 'cum laude' en el Conservatorio de Santa Cecilia en la mitad de tiempo que sus compañeros. A los 16 años ya tocaba con orquestas en hoteles. A mediados de los 50, trabajaba como trompetista en night clubs, escribía música para programas de la RAI y elaboraba los arreglos y orquestaciones de algunas de las canciones más legendarias de las estrellas italiana de la época: 'Sapore di sale', de Gino Paoli, e 'Il Mondo', de Jimmy Fontana, son dos deslumbrantes ejemplos.

De trabajar con Mina, Paul Anka y Rita Pavone pasó en 1961 a firmar su primera banda sonora, 'El federal', una tragicomedia ambientada en la II Guerra Mundial. El reconocimiento mundial llegó de la mano de Sergio Leone, antiguo compañero de colegio y responsable de la trilogía formada por 'La muerte tenía un precio', 'Por un puñado de dólares' y 'El bueno, el feo y el malo'. Morricone incluyó sonidos inéditos en la música de cine. Los silbidos, disparos, tañidos de campana y gritos que puntuaban rítmicamente las andanzas del 'hombre sin nombre' revolucionaron un género en el que Hollywood había marcado la pauta a base de melodías orquestales. La armónica y las guitarras eléctricas también tenían cabida en los pentagramas del romano, que prosiguió la experimentación de la mano de los realizadores italianos más relevantes: Bertolucci, Pasolini, Pontecorvo...

"A Ennio, lo peor que le podías pedir era que escribiera un tema a la manera de otro de sus temas. Lo odiaba", revela Giuseppe Tornatore, que tuvo la fortuna de contar con la música del maestro en diez películas suyas. "En el documental emerge también su aversión a la melodía entre comillas. Considerarse a sí mismo un creador de melodías en lugar de crear grandes obras le hacía sentirse culpable, una especie de impostor". Otra protagonista en la sombra de 'Ennio, el maestro' es María Travia, su mujer durante 64 años. No solo le protegió y ayudó a superar su timidez, sino que fue la primera juez de sus composiciones. Antes de que los directores escucharan sus temas, ella daba el aprobado. "María le dio el punto de vista del público, de la gente sencilla no contaminada por los cánones del mundo musical académico", revela Tornatore.

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