nota costumbrista (57)

Dolores Cabrera 

Poco se sabe sobre esta poeta natural de Tamarite de Litera que tuvo como padrinos de boda a los reyes de  España Isabel II y Francisco de Asís.

Dolores Cabrera
Dolores Cabrera
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Apenas hay estudios sobre las poetas aragonesas del siglo XIX. A la oscense Susana Lacasa, olvidada entre las olvidadas, al menos le dedicó un artículo Juan Carlos Ara. Algo más de fortuna han tenido María Teresa Verdejo y María Pilar Sinués. En cambio, nadie le ha hecho el menor caso a Rita Rodés y Garcés, que publicó en Zaragoza en 1868 una colección de poemas bajo el título de 'Alboradas'. 

El colmo de la mala suerte lo tiene Dolores Cabrera Heredia, sobre la que nadie se pone de acuerdo. Nació en Tamarite de Litera, pero cuándo lo hiciera es otro cantar. José Luis Calvo Carilla, en su libro 'Escritores aragoneses de los siglos XIX y XX' afirma que lo hizo en 1820, María Soledad Catalán y Agustín Faro en su 'Introducción a la historia de la literatura en Aragón' fijan la fecha de su nacimiento en 1826 y desconocen la fecha de su muerte, aunque imaginan que se produciría en Madrid, y finalmente Valeriano Labara, en su monografía sobre los 'Personajes de la Litera. Tamarite', asegura que nació el 15 de septiembre de 1828 y que murió en Zaragoza el 1 de diciembre de 1899. Calvo hace hincapié en que fue su matrimonio con un militar el que la impulsó a recuperar “las vivencias, las amistades y los parajes dejados atrás en cada forzoso traslado”, mientras que Labara lo que destaca es que “vivió siguiendo los destinos militares de su padre, el brigadier Lorenzo Cabrera Purroy”. 

Pocos estudiosos, como se ve, y entrañablemente mal avenidos. Lo mejor es que, según Labara, los reyes de España Isabel II y Francisco de Asís fueron los padrinos de su boda. Ahí es nada. Su único libro de poemas, que encontré por fin hace algún tiempo, lo tituló 'Las violetas' y se publicó en Madrid en 1850. En lo que casi todos coinciden es que en su poema “Las golondrinas” podría estar el origen y la fuente de inspiración de la famosa rima LIII de Gustavo Adolfo Bécquer.

(Puede consultar aquí toda la serie de notas costumbristas y otros artículos de José Luis Melero publicados en Heraldo de Aragón) 

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