La pérdida del miedo
El sufrimiento lleva a buscar unas vías de escape que en estos tiempos tienden a concentrarse, como ocurre con el ocio, en el universo digital. Un tema que Mamoru Hosoda describe en ‘Belle’ desde la sensibilidad adolescente con el cuidado y el significado emocional que lo han convertido en una de las figuras fundamentales del ‘anime’ de los últimos años. La obra del Studio Chizu muestra a una joven que frente al dolor permanente por la muerte de su madre halla alivio en un mundo virtual donde su avatar le permite volver a cantar, además de una manera tan especial que la hace famosa y querida.
A partir de este contexto y de la aparición de una criatura que genera rechazo, Hosoda reimagina el clásico en torno a la bella y la bestia con la mirada puesta no en lo romántico, sino en la ayuda y la comprensión. La singular modulación del referente, las dos capas expositivas, el despliegue formal y visual, los momentos de carga magnética y el cauce de fondo motivan que el autor de ‘La chica que saltaba a través del tiempo’, ‘Los niños lobo’, ‘El niño y la bestia’ y ‘Mirai, mi hermana pequeña’ siga en la línea de lo estimable. La película remite a los contrastes, primero entre las realidades de la solitaria, taciturna e insegura Suzu y después al comparar su reflejo virtual con el del monstruo. Ella encuentra apaciguamiento y un modo de expresión, y en cambio él proyecta su rabia y su pesadumbre. El tratamiento dramático se acompaña de la sugerencia que ejerce la narración por la manera en que las imágenes expresan la naturaleza y la dinámica de las redes sociales (el factor viral, las reacciones y comentarios infinitos). En este terreno se describen asimismo aspectos como la identidad protegida bajo la máscara y las ‘cacerías’ para destapar a otros. No obstante, Hosoda, fiel a lo mágico y lo bello, prefiere quedarse con lo bueno, con aquello que promueve la sanación interior y la pérdida del miedo.
