Los muertos, los dignos y los asesinos

El Salvador ha sido durante décadas un país habituado a dictaduras, guerrillas, escuadrones de la muerte y ejércitos en los que se ejecutaba al contrario sin reparos. De ese escenario sumido en la violencia hizo un estupendo retrato Oliver Stone en ‘Salvador’. Lo hizo en 1986, seis años después del asesinato de Monseñor Romero y tres antes del de los seis jesuitas que enseñaban en la Universidad Centroamericana y de las dos mujeres que les atendían. Entre los primeros estaba el rector de la misma, Ignacio Ellacuría.

Al igual que en 2010 el francés Xavier Beauvois llevó al cine en ‘De dioses y hombres’ la matanza de unos monjes trapenses en Argelia, Imanol Uribe aborda en ‘Llegaron de noche’ lo sucedido en 1989, cuando soldados del ejército salvadoreño mataron a los seis sacerdotes y a las dos empleadas, a los que consideraba afines al Frente Farabundo Martí. En su caso, el realizador español, con una filmografía en la que son abundantes las referencias a ETA y la situación vivida en el País Vasco –‘El proceso de Burgos’, ‘La fuga de Segovia’, ‘La muerte de Mikel’, ‘Días contados’ o ‘Lejos del mar’ son suyas–, apuesta por un personaje fundamental: la mujer que fue testigo de los asesinatos. No se busca tanto un análisis en profundidad de lo que sucedía en El Salvador, aunque está siempre presente, como desarrollar el periplo de esta mujer, valiente y digna, desde que confiesa haber sido testigo hasta su huida a Estados Unidos, siempre rodeada de fuerzas oscuras, con agentes del FBI y la CIA, además de otros personajes siniestros.

Con un reparto estupendo, con Juana Acosta, para mí, en la mejor interpretación de su carrera, ‘Llegaron de noche’ habría ganado más si Uribe le hubiera impuesto un ritmo narrativo más enérgico y evitado alguna reiteración. Con todo, estamos ante una buena y muy interesante película, que yo recomendaría, sobre todo, a los más jóvenes que estén interesados en la historia en general.