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¿Jota electrónica? ¿Pero esto qué es?

El músico valenciano asentado en Zaragoza Trebor Ásoll experimenta con la mixtura de folclore aragonés y electrónica en el disco 'Del pasado al futuro'.

Imagen de portada del disco 'Del pasado al futuro', de Trebor Ásoll.
Imagen de portada del disco 'Del pasado al futuro', de Trebor Ásoll.
J. F.

Una portada bizarra (con estética Zemeckis de ‘Back to the Future’ y dos jóvenes joteros maqueados de modo académico, pero con gafas de realidad virtual) preside ‘Del pasado al futuro’, el proyecto del músico Trebor Ásoll, Robert para los amigos. El disco lleva un compendio de jotas aragonesas a predios vanguardistas por la vía de la electrónica; un salto al vacío con red, marcada por el arropo de joteros y joteras de pro. Es la ilusión de un músico vocacional, que afirma trabajar desde el respeto a la tradición y las emociones derivadas de buscarle la vuelta a claves ya conocidas.

“Soy valenciano, del 66. Mi pueblo es Lliria, muy musical por definición, ya que tiene a las dos bandas amateurs más grandes del mundo. Salí de ahí por unas oposiciones a músico militar cuando tenía apenas 17 años; pasé dos en Ferrol, uno más en San Fernando (Cádiz) y de allá a Zaragoza, tras ganar otra oposición para la banda de la Diputación Provincial en el invierno de 1986. Ahí sigo, aunque la banda esté en extinción por falta de personal y nos hayamos reconvertido en agrupación musical, especializada en música de cámara, con una media de 60 conciertos anuales”.

El músico Trebor Ásoll, responsable del proyecto 'Del pasado al futuro'.
El músico Trebor Ásoll, responsable del proyecto 'Del pasado al futuro'.
HA

A Robert, que también ha trabajado de DJ en todo tipo de eventos y se ha desempeñado en charangas y proyectos de fusión que incluían flamenco, le llamaba la atención el folclor aragonés. “Mi instrumento de carrera es el clarinete, aunque también me he prodigado en el saxo alto y el saxo soprano. La jota me enganchó dando clases en un pueblo zaragozano, donde dirigía la banda municipal y la escuela de música; allí estaba Olga Aquilué, que llevaba la escuela jotera en el segmento del baile. Hicimos una fusión de intereses; coreografías nuevas por su parte y arreglos atípicos por la mía. Eso fue en 1998, y llegamos a hacer un gran festival de hermanamiento con la Banda Primitiva de Lliria y la jota valenciana”.

En 2015, Trebor Ásoll decidió zambullirse en la electrónica. “La tenía aparcada, pero la idea me rondaba la cabeza y decidí probar gracias a las clases de Lorenzo Navarro, productor y DJ zaragozano; fuimos conjugando referencias y mezclando folclor con house, chill y también reggae, y la idea comenzó a tomar forma”.

Ásoll aclara que no todos los estilos de la electrónica cuadran para la mixtura con la jota. “Yo he elegido el house y el chill porque son suficientemente maleables, y el experimento del reggae porque me apetecía y funciona, pero la jota va a compás de 3x4 y la electrónica más habitual va a 4x4, las cuadraturas no cuadran de manera natural. Lo que he hecho es adaptar el estilo de canto, modificando algo los valores. En ‘La Pulida Magallonera’, que está en el disco, las ‘Rondaderas” o ‘Las flores del camposanto’ se nota esa adaptación al 4x4. Con estilos más agresivos como el drill, el techno o el drum’n’bass se hace más complicado el asunto”.

Roberto Ciria, encantado

El jotero oscense no le hace ascos a la experimentación, y de este talante arriesgado hay muestras de sobra en su trayectoria. “Cuando Robert me invitó a participar, acepté encantado. Es un gran profesional, conoce mi trayectoria y parece que yo le cuadraba para su idea. Me gusta cantar la jota pura, pero también experimentar, y el resultado es muy interesante: espero que el tiempo lo ponga en su lugar, que es bueno por merecimiento. Yo ya he fusionado jota con flamenco, klezmer, jazz… las mezclas son buenas, aunque obviamente el público es soberano. En este caso pediría que la escucha no se quedara en una sola: la sorpresa inicial es inevitable, pero enseguida la asimila el cerebro y esta música entra muy bien”.

Ciria es uno de los nueve cantadores y cantadoras que se han involucrado en el proyecto, con Ásoll como autor de todos los arreglos; junto a él están Vanessa Osete, Julio Latorre, Azucena salas, Sofía Bueno, Lorena Palacio, Kuquy Budios, Keila Giménez e Inma Bescós. En las guitarras están Julio Latorre y Jaime Giménez, con Olga Aquilué en las castañuelas. Las canciones revisitadas son las siguientes: ‘Pulida magallonera’, ‘Danza de los pastores del valle de Tena’, ‘Sale (Danza de la Muerte’, ‘S’ha feito de nuey’, ‘Gigantes y cabezudos’, ‘Jota de la olivera de Magallón’, ‘Tengo un jardín en el alma’, ‘Rondaderas’ (con mezcla de seis canciones), ‘Las flores del camposanto’, ‘Gran Jota de la Dolores (a seis voces) y ‘La despedida’.

Campaña de mecenazgo

‘Del pasado al futuro’ se ha hecho realidad gracias a la masterización de Lorenzo Navarro, de Ritmmo Music School, y el diseño de Javier Fernández, de los4desiempre.com. Tiene un ‘crowdfunding’ en la plataforma Verkami; de la arriesgada obra solo se pueden escuchar pedacitos por el momento. “Tenía claro que podía ser abrazado o rechazado; como he apoyando varios proyectos de mecenazgo en esta plataforma, decidí poner el mío allá. He contactado con gente que entendía era apta para este proyecto, con mente abierta y calidad, y estoy muy agradecido a todas las personas involucradas; los metí en un jardín, y se adaptaron de lujo. Estoy recibiendo mucho cariño y apoyo moral, y se agradece, pero ojalá también haya apoyos económicos, que van lentos”.

En la actualidad hay un nombre que destaca sobre el resto a la hora de poner el folclor aragonés en ciberautopistas: Idoipe. “Tenemos mucho trato, he ido a sus conciertos y me encanta lo que hace. También conozco el trabajo de Maut y Diago Lezaun, aunque no hemos tratado personalmente. Todos buscamos una misma línea, avanzar en el folclor aragonés de un modo u otro, cada cual con nuestro estilo. Idoipe canta y usa efectos, yo aposté por una selección de voces y una base menos tradicional, sin instrumentos analógicos; hay guitarra, pero está tratada como un efecto más. El asunto es que la fiesta del folclor aragonés no decaiga; puede enganchar a los chavales con esta nueva ropa, y de ahí se llega más fácilmente a la fuente”.

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