En los últimos años se evidencia el apreciable nivel alcanzado por la ficción española en el terreno del ‘thriller’. ‘Código emperador’, película inaugural del Festival de Málaga, escenifica la apreciación y desprende solidez de la mano de la actuación de Luis Tosar y de la dirección de Jorge Coira, con la serie ‘Hierro’ y su trabajo como montador de ‘El desconocido’ como credenciales. 

A partir de la figura y los movimientos de un experimentado miembro de los servicios secretos españoles, el filme muestra un lado menos perceptible de la podredumbre del poder: las medidas poco lícitas para asegurar que sigan adelante importantes operativos policiales y la corrupción ejercida por el propio sistema para tener todo controlado y que en el fondo nada cambie. 

En esta segunda vía, la más turbia, caben los favores en forma de ‘limpieza’ de trapos sucios para por supuesto cobrarlos después y las acciones para forzar y ‘pillar’ a quienes se prevé usar luego como peones públicos del juego. Unas resonancias que generan interés, al igual que el tratamiento de Coira y la aportación del gran Miguel Rellán en el perfil del alto mando que maneja los hilos.

El guión de Jorge Guerricaechevarría se centra en la vigilancia de la mansión de unos millonarios dedicados al tráfico de armas y en la investigación a un diputado de segunda fila en el que ha puesto sus ojos el jefe. De la primera trama adquiere relevancia narrativa, por el componente emocional, por su contribución a la evolución de la mirada del protagonista respecto a su labor y por lo que el engaño dice acerca de lo que hay que hacer para conseguir lo buscado, la relación con la asistenta filipina. Un vínculo descrito con una atinada concisión expresiva.

De naturaleza complementaria, los tramos sobre las ayudas al presidente del club de fútbol y al juez poseen relieve. Tampoco pasan desapercibidas las alusiones al papel de la prensa y a su utilización.