"Fijar el catálogo de las obras del Greco es el reto de los próximos años"

Palma Martínez-Burgos y Juan Antonio García Castro son los comisarios de la exposición del pintor cretense  en el Museo Goya de Fundación Ibercaja

Juan Antonio García Castro y Palma Martínez-Burgos, en el seno de la exposición que han comisariado para el Museo Goya Colección Ibercaja, 'El Greco. Los pasos de un genio'.
Juan Antonio García Castro y Palma Martínez-Burgos, en el seno de la exposición que han comisariado para el Museo Goya Colección Ibercaja, 'El Greco. Los pasos de un genio'.
José Miguel Marco

La muestra ‘El Greco. Los pasos de un genio’, impulsada por Fundación Ibercaja y su Museo Goya, está siendo la gran sensación de la temporada de exposiciones zaragozana. Inaugurada el pasado 25 de febrero, cuando ayer cerró sus puertas sumaba 8.530 visitantes, y es frecuente, muchos fines de semana, que las limitaciones de aforo lleven consigo la formación de largas filas de visitantes esperando a las puertas del museo.

La exposición está llena de obras maestras, tiene un hilo argumental muy pensado y una puesta en escena elocuente que además permite varias lecturas. En ella las pinturas del cretense dialogan estrechamente con las de otros grandes maestros: desde Velázquez a Picasso, pasando por Sánchez Coello, Ribera, Murillo o Goya. Palma Martínez-Burgos y Juan Antonio García Castro han tenido que sortear no pocas dificultades, además de los retrasos obligados por la pandemia, para que ‘Los pasos de un genio’ se hiciera realidad. Pero el resultado ha merecido la pena. La muestra puede visitarse hasta el 29 de mayo.

¿Qué tal convive la obra del Greco con la de Goya?

PALMA MARTÍNEZ-BURGOS: Muy bien. Al Greco se le ha puesto últimamente a dialogar con Picasso o Velázquez, pero con Goya también funciona perfectamente, porque el artista de Fuendetodos entendió muy bien la idea del cretense de que la pintura no tenía que estar perfectamente definida.

JUAN ANTONIO GARCÍA CASTRO: Además, las obras del Greco dialogan en esta exposición con las de otros artistas, como José de Ribera o Alonso Sánchez Coello. Hemos puesto al Greco en relación con otros pintores españoles, no todos en los que influyó, pero sí muchos de los más importantes.

Como pintor, cayó en el olvido y no se empezó a revitalizar hasta principios del siglo XX.

P. M.-B.: En la última parte de su vida era un pintor alejado de las corrientes estéticas vigentes y, también en parte, tenía un estilo ya caduco. Cayó en desgracia, cuando no en la crítica adversa, porque representaba un manierismo difícil de aceptar. Si Velázquez fue siempre admirado, no ocurrió así con el Greco. En 1881, por ejemplo, paseaban Federico de Madrazo y Carl Justi por el Museo del Prado y el director de la pinacoteca le confesaba al hispanista alemán que le gustaría quitarse de encima "esas caricaturas tan absurdas", en referencia a algunas pinturas del Greco. Eso da idea de la poca consideración que ha tenido su obra hasta tiempos bastante recientes. Fue la crítica alemana la que lo recuperó, en un movimiento que se inició a finales del siglo XIX.

J. A. G. C.: Un poco antes, en 1838, se inauguró una galería de arte español en el Louvre, un empeño de Luis Felipe de Orleans, rey de Francia, que había ordenado que se compraran cuadros para ella. En el conjunto de obras que llegaron a París había algunas del Greco, como la ‘Dama del armiño’ o el ‘Cristo crucificado’, que despertaron mucho interés. Ese fue también un momento a tener en cuenta en el proceso de revalorización de su pintura.

¿Y dónde está la semilla del genio? ¿En Venecia, con Tiziano?

P. M.-B.: El germen está en él mismo. Podría haber sido un gran maestro de iconos pero no se conformó con ese lenguaje porque el icono presenta, no representa. Desde joven estuvo intentando ir más allá, y, cuando llegó a Venecia, quiso ser Tiziano. Era una persona orgullosa, con autoconfianza, profundamente reivindicativa de su oficio. Y ambicioso, ansiaba aprender cosas para poder aplicarlas a su pintura.

J. A. Gª C.: Adaptó su genio interior a una serie de circunstancias que la vida le fue ofreciendo. Explicar la genialidad no es sencillo. El Greco era un personaje poliédrico y algunas de sus caras todavía no están bien explicadas.

¿Qué sabemos de su taller? Hay obras en las que intervenía más, y obras en las que intervenía menos. O muy poco.

P. M.-B.: Se desconoce cómo funcionaba el taller, lo que sí sabemos es que se trajo para España el concepto de taller veneciano, menos jerarquizado y medieval de lo que era usual en aquella época en España y especialmente en Toledo. Sabemos que intervenía en las obras según la cuantía del pago. Hoy, el gran reto que nos enfrentamos a la hora de estudiar su obra es dilucidar qué es suyo y qué es de su hijo Jorge Manuel o de otros pintores del taller.

J. A. Gª C.: ¿Cómo separar el grano de la paja? La obra del Greco es muy desigual, incluso en formulación y ejecución. Al contrario de lo que ocurre con la de Miguel Ángel, por ejemplo, en la que todo es perfecto, en la suya pueden encontrarse diferencias. Eso sí, lo que hizo bien, ningún otro pintor de su época lo hizo mejor. Tendríamos que empezar por los cuadros que se le encargaron y le obligaron a que fueran íntegramente de su mano, y a partir de ahí trabajar en la morfología comparativa, avanzar en los análisis técnicos. Porque hay que estudiar sus obras con la tecnología más avanzada.

Se han apuntado nombres, Luis Tristán, Francisco Preboste, que viajó con él desde Italia...

J. A. Gª C.: Cada vez sabemos más. Cuando en 1908 se publicó la primera monografía del artista solo se conocían 50 documentos sobre él. Ahora la cifra es de más de 500. Aún así, su vida sigue siendo un enigma en muchos aspectos, como por ejemplo su relación con las mujeres. Solo se le conocen dos menciones a una mujer de su entorno, una de ellas el poder notarial que dio a su hijo siete días antes de morir y en la que menciona a Jerónima de las Cuevas.

P. M.-B.: El gran reto que nos presenta la obra del Greco para los próximos años será establecer el catálogo de sus obras, y luego aclarar algunos aspectos concretos de su biografía, como su relación con Tiziano, que le llega a mencionar como "discípulo", aunque esa palabra en aquella época no tenía un significado tan preciso como en la actualidad.

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