LITERATURA. ARTES & LETRAS 

Íñigo Ramírez de Haro: "Esperanza Aguirre y mi hermano me han robado"

El dramaturgo y novelista publica la novela 'La mala sangre', una mirada sobre sí mismo y la familia, y reivindica el amor y el ajuste de cuentas.

El narrador y dramaturgo Íñigo Ramírez de Haro indaga con dolor y humor en los secretos de familia.
El narrador y dramaturgo Íñigo Ramírez de Haro indaga con dolor y humor en los secretos de familia.
Miguel Osés/Efe.

Iñigo Ramírez de Haro acaba de publicar ‘La Mala Sangre’ (Ediciones B. Penguin Random House), una monumental novela con aromas de literatura iberoamericana, dramaturgia francesa, ironía inglesa y mala leche española. Aristócrata, diplomático, filósofo, ingeniero aeronáutico, pero sobre todo dramaturgo, algo que se respira en su novela.

¿El diablo es el aburrimiento?

Sin duda. La historia de la humanidad es la historia del aburrimiento y también la historia del sufrimiento. El capitalismo, por muchos detractores que tenga, no tiene rival porque ha conseguido que la gente se aburra menos. Aunque la pregunta también conlleva otro tema: ¿el diablo es algo bueno o malo? Y lo mismo ocurre con el aburrimiento. Para los que nos hemos aburrido mucho en la infancia, el aburrimiento es una fuente de creación y de reflexión.

‘La mala sangre’ combina con agilidad realidad y ficción, probablemente para no descabalgar al lector en ningún momento. ¿La ficción es el humor y la realidad la crueldad?

Así de entrada es una simplificación, y me tengo que resistir (ríe). La realidad es una crueldad, por supuesto, y es una amargura, como digo en la primera página del libro, pero además es muchas otras cosas. La ficción es justamente la manera de contar la verdad.

En esa primera página también cita a Nabokov: «Solo la ficción dice lo verdadero».

La verdad no está en las palabras, sino en su contexto. Un atestado policial, la transcripción más literal posible, no dice la verdad. La ficción, en cambio, lo que permite es crear una situación donde aparece la verdad, o en todo caso mi verdad. La verdad absoluta tampoco existe.

¿Ha amado a todos sus personajes?

No solo los he amado, sino que me he reído muchísimo con ellos. Y me sigo riendo cuando releo la novela.

Incluso a…

De las ocho historias que cuento, la del actual Conde de Bornos, mi hermano, casado con Esperanza Aguirre, probablemente no sea la más interesante pero sí la que más gusta a los medios. Incluso esa me ha producido un gran placer escribirla. Ellos me han robado y sin embargo cuando te pones a escribir te olvidas y empiezas a vivir en la creación literaria. La palabra ‘amado’ después de todo lo que ha ocurrido es una palabra complicada… pero sí, incluso a ellos. Ese es el gran secreto de la escritura.

"De las ocho historias que cuento, la del actual Conde de Bornos, mi hermano, casado con Esperanza Aguirre, probablemente no sea la más interesante pero sí la que más gusta a los medios"

El epilogo del libro es un monólogo muy personal. ¿Busca la catarsis?

Toda la construcción desemboca en el epílogo, donde sí, me desnudo. Para mí es la conclusión trágica de 500 años de la estirpe a la que pertenezco. El libro explica esta sensación de secta cerrada que se rige por la sangre. Cuando los jesuitas me declararon subnormal, tuve que construirme y eso significaba ‘trabajar’, ‘hacer’, o sea, salir de los valores de la aristocracia. Al final, no sé si lo he conseguido. Todo el libro habla de lo difícil que es quitarse la tara.

Decía Mihura que un resentido no puede escribir humor…

Completamente de acuerdo, no solo eso sino que creo que este libro es, de nuevo, la demostración de que gracias al humor hay salvación. Una vez que la justicia real te falla, por lo menos el humor te permite la justicia poética, un consuelo.

¿El humor es la salvación?

Nosotros vivimos en una tradición cristiana en la que el humor es lo más castigado (seas creyente o no creyente). Un Centro Dramático Nacional, por ejemplo, jamás va a programar una obra de humor porque sigue estando considerado como algo inferior. Esto ya viene desde Grecia, la polis pagaba las tragedias pero no las comedias, que se financiaban con la venta de entradas. Mi tesis doctoral ‘La comedia contra la filosofía y el monoteísmo’ trata de cómo la comedia a lo largo de la historia se va imponiendo siempre contra el poder dominante. Nuestros ínclitos dramaturgos serios tienen mucha fama, pero son los más dóciles. La comedia es mucho más peligrosa.

Y seguimos así desde los griegos…

Es patético ver que todavía el dinero público en España va siempre para lo que yo llamo la creación de púlpito, pura moral, o sea para decirte lo que está bien pensar y lo que está mal, cómo vivir... Cuando vas a la mayor parte de las obras programadas por las instituciones públicas, sales agachado diciendo: «Soy malísimo… no tengo conciencia social… ni familiar… tengo que cambiar!». Una desgracia.

"El honor sí creo que es fundamental para las relaciones con los otros. El ser humano es un ser social por definición. Para ser social tienes que tener palabra"

¿Dentro del novelista queda el dramaturgo?

Efectivamente, la técnica teatral, la acción dramática y los diálogos son mi forma de expresión natural, que funcionan muy bien en la novela.

Lo que he visto es que puede haber una estupenda serie.

Siempre lo he pensado, sí.

Si le mento a Calderón y le digo que «el honor es patrimonio del alma»…

No sé lo que es el alma, nunca lo he sabido y mira que la busco, ¡eh! Yo creo que solo existe carne, materia, mente, por lo tanto cuando escucho la palabra alma, me pierdo.

¿Y la palabra ‘honor’?

El honor sí creo que es fundamental para las relaciones con los otros. El ser humano es un ser social por definición. Para ser social tienes que tener palabra.

Seguimos con Zorrilla: «¿En esa apartada orilla, se vive mejor?».

Si se refiere a París donde vivo, tiene grandes ventajas, la primera es que es una ciudad preciosa y la segunda, que tiene más interés por la cultura. Aquí el debate cultural tiene menos peso.

Dumas escribió: «Cherchez la femme!» ¿Hay que buscarla en su libro?

Hay mucho de ello en la novela. Son historias de pasiones, de amores, de deseos insatisfechos… En todas las historias el amor es central y está la ‘femme’ desde perspectivas distintas. Incluso en la historia de mi hermano que empieza con su boda y la noche... (Risas).

Para terminar, Don Mendo: ¿«Si te pasas, es peor»?

Yo creo que es peor no llegar.

Lo sabía.

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