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La torre de Zaragoza que sirvió de inspiración para una ópera de Verdi

Tal día como hoy en 1836 se estrenó en Madrid ‘El Trovador’, una obra ambientada en la torre de la Aljafería que, a su vez, fue origen de la célebre ‘Il Trovatore’.

La Aljafería no es solo el palacio musulmán situado más al norte de Europa y el segundo monumento más visitado de Aragón. Este histórico edificio, tan imponente como hermoso, también sirvió de inspiración para la obra de teatro 'El Trovador', de un joven Antonio García Gutiérrez, cuyo estreno fue tal día como hoy en Madrid en el año 1836. Y es que este drama caballeresco que gira en torno a dos hermanos cuyas vidas siguen trayectorias opuestas y enfrentadas, relatando una historia de enconados odios y venganzas, amores frustrados, crueldades e intrigas, que avanza con intensidad y de forma imparable hacia la catástrofe final, discurre en diversos escenarios de Zaragoza, entre ellos, el palacio de la Aljafería y sus proximidades.

Fue tal el éxito alcanzado por ‘El Trovador’ que los zaragozanos comenzaron a llamar a una de las torres de la Aljafería con el nombre de la obra a una de las torres del palacio, y así ha llegado hasta nuestros días.

El día de su estreno, Antonio García tuvo que subir al escenario para que el público pudiera vitorearlo, algo totalmente nuevo en la España de la época. La obra de teatro se convirtió en una de las más relevantes del romanticismo hispano. Una fama que no pasó desapercibida para Verdi, quien años más tarde se inspiró en ella para componer una de sus óperas más célebres, ‘Il Trovatore’, estrenada en Roma en 1853.

La que ahora conocemos como Torre del Trovador ya existía antes de que Al-Muqtadir ordenara la construcción del palacio en la segunda mitad del siglo XI. El poderoso segundo monarca de la dinastía de los Banu Hud quiso demostrar el poder de la Taifa de Zaragoza con este palacio de recreo, al que bautizó como Palacio de la Alegría.

A lo largo de su historia ha sufrido importantes modificaciones en su fisionomía y uso. De torre de vigilancia pasó a ser un palacio cortesano de reyes musulmanes y cristianos a convertirse en sede y prisión de la Santa Inquisición y, finalmente, en base militar. Tras años de abandono y olvido, fue recuperado a fines del siglo XX para albergar las Cortes de Aragón, que allí se encuentran hoy día. En su interior alberga bellas joyas arquitectónicas, destacando el Salón Dorado, el Patio de Santa Isabel o el Salón del Trono de los Reyes Católicos.

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