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Ángel Guinda deja un «impresionante» poemario inédito

Poetas y amigos despidieron ayer en Madrid al poeta, cuyas cenizas serán depositadas en Valladolid y Trasmoz

Ángel Guinda.
Ángel Guinda.
Archivo Guinda.

ZARAGOZA. «Ángel Guinda, que ya vislumbraba el fin, preguntó: “¿Quién me cerrará los ojos?”. Poco antes morir cogió la mano de Raquel, su mujer, cerró los párpados y así se despidió. Estaba sereno. Como siempre ha escrito de la vida y la muerte, había asumido muy bien su despedida», decía Trinidad Ruiz Marcellán, su editora y primera mujer.

Desde que el sábado se hizo pública la muerte del poeta, Premio de las Letras Aragonesas de 2010 y autor de una treintena de libros, la gente empezó a congregarse en el tanatorio, algo que no dejó de pasar el domingo. «Tenías la sensación de que pasaba todo Madrid: escritores, poetas, amigos, compañeros del colegio, etc. Era un poeta muy querido y había sido generoso y cercano con mucha gente». 

Hacia las 16.15 se organizó un acto de homenaje, en el que hablaron y estuvieron presentes, entre otros, Juan Carlos Mestre, Javier Lostalé, Manuel Forega, Agustín Porrás, Ricardo Calero, Manuel Rico, Joaquín Sánchez Vallés, David de Francisco, Reyes Guillén, Teresa Agustín,  Juan Aguirre, José Luis Gracia Mosteo, entre otros, y su propia esposa Raquel Arroyo, que ha colaborado activamente en la selección y preparación de sus dos últimos libros: ‘Revelación y rebelión’ y ‘El arrojo de vivir’, ambos en Olifante. ‘El arrojo de vivir’ sale en los próximos días a la librerías y es una antología de su poesía amorosa.

"Ángel Guinda, que ya vislumbraba el fin, preguntó: '¿Quién me cerrará los ojos?'. Poco antes morir cogió la mano de Raquel, su mujer, cerró los párpados y así se despidió. Estaba sereno", dice Trinidad Ruiz Marcellón, su editora

El cuerpo del poeta zaragozano será incinerado y él había dispuesto que sus cenizas se depositasen en Valladolid, de donde procede Raquel Arroyo, y en el cementerio de Trasmoz, donde tiene una placa con sus versos, localidad que le rindió homenaje el pasado mes de julio con lecturas y música. Se leyó un poema de un libro inédito que deja, y que Trinidad Ruiz Marcellán califica de «impresionante e increíble. No tengo palabras».

Ricardo Calero, gran amigo de un poeta de grandes afectos, es el encargado de preparar dos obras que contengas las cenizas del escritor.

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