Andrés Pajares: "Aquellas películas con Esteso no eran machistas"

Una serie documental, 'Pajares & CIA', repasa la carrera del cómico más popular en la España del destape, que solo se arrepiente "de haber entrado al trapo" en los programas del corazón.

El actor Andrés Pajares en su domicilio madrileño.
El actor Andrés Pajares en su domicilio madrileño.
José Ramón Ladra

Andrés Pajares (Madrid, 1940) lo ha hecho todo en el mundo del espectáculo: amenizar salas de fiestas, romper la taquilla junto a Fernando Esteso en nueve películas que todavía siguen dando vueltas y demostrar que era un actor de Goya a las órdenes de Carlos Saura. La serie documental 'Pajares & CIA' repasa en Atresplayer Premium su carrera y un periodo de la historia de España en el que fue el cómico más popular.

-Su madre era analfabeta y su padre trabajaba en un bar. De él heredó el sentido del humor.

-Si te hablo de mi padre se me saltan las lágrimas. Era un hombre trabajador que ganaba cien pesetas diarias. En plena posguerra, recorría andando todo Madrid para comprar un filete de ternera y que su hijo comiera carne. A mis padres se les murió un hijo de bronquitis con once meses, once años antes de que naciera yo.

-A los 9 años ganó 25 pesetas recitando monólogos en un concurso de Radio Madrid.

-'La gran ilusión', se llamaba el programa, que presentaban Eduardo Ruiz de Velasco y Manolo Bermúdez, Pototo y Boliche. El premio eran 25 pesetas y, lo más importante, un retrato que te hacía Gabarrón, el fotógrafo de las estrellas, que tenía el estudio en la calle Montera. Era el que retrataba a todos los actores de Hollywood que venían a Madrid: Ava Gardner, Frank Sinatra...

-Ya entonces tenía claro que iba a dedicarse al mundo del espectáculo.

-Por supuesto. Lo tenía muy claro. Fui mecanógrafo, botones, camarero en Casa Morán y vendedor de corbatas en el Corte Inglés. Pero a los 17 años ya estaba en el York Club, la sala de fiestas más importante de Madrid después de Pasapoga. Entonces conocí a la madre de mi hijo Andrés, María del Carmen Burguera, que era de Bilbao, de la calle Zabalbide, con unos padres maravillosos. Estaba divorciada y había sufrido malos tratos en su matrimonio. Primero trabajó en Avon y después formamos pareja cómica, Maby-Pajares. Lo de Maby era por Mari Carmen y Bilbao. Desgraciadamente, murió de cáncer de pulmón a los 33 años. No se puede sufrir más de lo que ella sufrió. En el nicho donde reposan sus restos pone: «Aquí yace una gran mujer».

-¿Quién se hizo millonario con las películas de Esteso y Pajares?

-No lo sé. El señor Reyzabal, el dueño de los cines, y Bermúdez de Castro, el productor. Reyzabal tuvo la idea de que Fernando y yo trabajáramos juntos. Yo ya había hecho cine, una película con Pedro Carrasco ('El marino de los puños de oro') y otra con Julio Iglesias ('La vida sigue igual'). Entonces y ahora somos conscientes del dinero que hicieron esas películas. Una barbaridad, recaudaban más que las producciones americanas. Y después estaba otro negocio, el alquiler y venta en vídeo, el DVD y la remasterización que una empresa de Barcelona ha hecho de 'Los bingueros' y de dos películas mías, 'Maki Navaja, el último choriso' y '¡¡Semos peligrosos!!'.

-¿Tiene la sensación de que alguien se aprovechó de ustedes? ¿Podían haber negociado otro tipo de contrato y ganado más dinero?

-Era lo que había en la época. En aquel tiempo medio millón de pesetas era un dinerito, lo que pasa es que luego la película hacía 200 millones... En alguna yo invertí 50.000, 100.00 pesetas y me daban un pequeño porcentaje de los beneficios.

-¿Qué piensa cuando escucha lo de 'cine del destape'?

-No surgió con nuestras películas, sino antes, con actores magníficos como Alfredo Landa, López Vázquez o José Sacristán. Era el mismo tipo de cine y el mismo director, Mariano Ozores.

-¿Eran películas machistas?

- No. Nosotros teníamos un guion. El que piense que son machistas se equivoca. Hacíamos humor. Hubo una época en que para ver una teta tenías que ir a Perpiñán. Pero nuestras películas no tenían nada que ver con el sexo, se basaban en el humor y el sexo era un añadido. Ahora sigue ocurriendo. Si haces una película en la que hay un desnudo y es cómica, te ponen a parir. Pero si aparece en una película dramática resulta que es algo importante y de Goya. Hay una falsa moral. Nunca tuvimos la sensación de estar haciendo algo sucio. Y así se lo tomaba el público. Todavía me sigo encontrando por la calle con gente que me dice cuánto se ha reído con aquellas películas de desnudos. Eran muy divertidas. '¡No paraban de hacer películas!', me dicen a veces. Pues solo hicimos nueve.

-¿El Goya por '¡Ay, Carmela!' le cambió la vida?

-No. Se dieron cuenta de que había un actor -como los antibióticos- de amplio espectro. Que podía hacer algo más que humor. Con un director como Saura, una compañera como Carmen Maura y un guion de Azcona, si uno está mal, mejor que te retires. '¡Ay, Carmela!' es la película que más satisfacciones me ha dado, pero no me ha costado tanto como cree la gente.

-¿Le salieron muchos amigos después del Goya?

- No, seguí teniendo los mismos. Me ofrecieron trabajos mucho más serios, clásicos en el Teatro Español y en el María Guerrero. Pero yo quise seguir como showman y cómico. Aquella noche, con el Goya en la mano, me fui a mi camerino en la sala de fiestas Cleofás. También hice películas como 'Grandes ocasiones', 'Maki Navaja', 'Buana', que ganó la Concha de Oro en San Sebastián y el premio de interpretación de la crítica de Nueva York...

-Aquel periodo en programas del corazón hablando de miserias familiares...

- Si lo llego a saber... Un gran escritor me dijo una frase muy taurina: que no entrara al trapo. Yo fui a ese tipo de programas a defenderme, porque decían cosas de mí que no eran ciertas. En mala hora lo hice. Ruedas una película, te aprendes un guion, estás pendiente de la crítica y ganas 10.000 euros. Pero en un programa de estos en la cadena que todos sabemos te ofrecen 30.000. Coño, un chollo. Pero ya ha pasado. Afortunadamente la gente no es tonta y el tiempo pone a cada uno en su sitio. Yo llegué a enfermar, pero ya me curé. Hoy es una anécdota más en mi vida. Lo bonito es que hable contigo de mi carrera y no de aquello.

-¿De qué se arrepiente en su vida?

- De haber entrado al trapo. En mi trabajo, de nada, todo tiene su encanto. Con lo duro que es este oficio, yo lo he pasado muy bien. España quiere a sus cómicos, aunque no nos comparan con los deportistas. Y mucho menos económicamente. Por cierto, ¿sabes quién me quería mucho? Zarra. Tengo un cenicero que me regaló con su foto metiendo el gol de cabeza...

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