MÚSICA

De Tanxugueiras al aragonés Idoipe: la nueva España de pandereta está de moda

El trío gallego que homenajea a la tradición de sus abuelas es una de las sensaciones del Benidorm Fest y punta mediática de un icerberg devoto de la música tradicional española sostenido, sobre todo, por talento 'millenial'.

Tanxugueiras, el pasado miércoles, en la semifinal del Benidorm Fest.
Tanxugueiras, el pasado miércoles, en la semifinal del Benidorm Fest.
RTVE

"¡Las gallegas, votad a las gallegas!", gritó al final de su actuación Salvador Sobral, inopinado ganador de Eurovisión en 2017 e invitado al Benidorm Fest, la serie de galas que eligen al representante español para el certamen de este año y que este sábado celebra la gran final (TVE-1).

Con ese "las gallegas", el músico portugués se refería a Tanxugueiras, un trío formado por Aida Tarrío y las gemelas Olaia y Sabela Maneiro, tres pandereteiras veinteañeras quienes, con un discurso basado en la tradición trasmitida oralmente de sus abuelas y en la defensa de la diversidad cultural y lingüística de España, proclaman que "no hay fronteras".

En horario de máxima audiencia, tras semanas dando que hablar en las redes sociales, las gallegas desplegaron la mezcla de acervo inveterado y modernidad de su canción 'Terra', ataviadas con una versión libre del traje típico y acompañadas de dos bailarines.

La actuación no es sino la punta mediática de un iceberg musical que lleva tiempo recuperando y reivindicando la música popular y de raíz española y que ya tiene numerosos ejemplos, de norte a sur, casi siempre, además, impulsados por 'millennials'.

Testigo del fenómeno desde sus inicios es el zaragozano Eduardo Pérez, promotor del ciclo musical Bombo y Platillo, entre otras iniciativas culturales. "España tiene una tradición rica y variada, pero la dictadura de Franco se encargó de tapar esa diversidad para crear una identidad única", sostiene. 

Coplero radical

De ahí que considere que estas nuevas miradas al folclore lleguen asociadas a polémica o la incomprensión en ciertas ocasiones. Rodrigo Cuevas es un ejemplo reciente. El músico asturiano ha sido atacado por una actuación en el pabellón español en Dubái, que le ha granjeado calificativos como "coplero radical" o "supremacista asturiano". Él se lo toma con humor: "Lo voy a incluir como descripción en mi Instagram", declaraba esta semana a 'El País'.

Pérez entiende que en estos terrenos tan ligados a la tradición y, en parte, a un imaginario construido, "todo lo que no sea normativo extraña o puede molestar". Sucede en todas las músicas de raíz. En el caso del flamenco, cita al Niño de Elche.

Pero Pérez y su productora, Born Music, prefieren poner el foco en la revitalización, casi podría decirse resurrección de unas músicas, la mayoría, de transmisión oral.

"Las nuevas generaciones, nacidas en democracia, están libres de los prejuicios de sus mayores, que veían en muchas expresiones del folclore algo gris, casposo. Los jóvenes se han dado cuenta de que tenemos un patrimonio brutal que tiene mucho valor, que algo no es mejor simplemente porque venga de fuera".

"Las nuevas generaciones están libres de unos prejuicios que veían en el folclore algo casposo. Se han dado cuenta de que tenemos un patrimonio brutal".

Para Pérez es clave el hecho de que los "millennials" no sienten "vergüenza" de su legado, como cree que ha sucedido con generaciones anteriores.

Los ejemplos de cómo veinteañeros y treintañeros han sabido ver el potencial de la música tradicional son numerosos en 2022. No solamente desde el punto de vista artístico, sino también, ojo, comercial. ¿A alguien le suenan Rosalía o C. Tangana? "Es esa tradición lo que nos hace distintos y es esa diversidad lo que hace que triunfen internacionalmente", opina Pérez.

Más allá de estas dos luminarias musicales de innegable sabor ibérico, Pérez sugiere estar atento a muchas más propuestas con las que se puede recorrer prácticamente todo el mapa de España. Empieza por Lorena Álvarez, a la que considera, "una pionera". Esta asturiana iba a actuar este domingo en Zaragoza dentro de ciclo Bombo y Platillo, pero el coronavirus la mantiene confinada. Habrá que esperar al 20 de marzo, cuando llevará a la capital aragonesa su singular propuesta en la que tienen protagonismo los sones de los rondadores de Hecho.

Estas colaboraciones son otro ejemplo más de la apertura mental de muchos de los músicos jóvenes de España. Hasta el punto de que para Eduardo Pérez es ya "muy difícil poner etiquetas, son propuestas híbridas, de músicos formados e informados".

El dúo asturiano L-R.
El dúo asturiano L-R.
Bombo y Platillo

Ahí están Califato 3/4, Le Parody o la Tremendita, desde Andalucía. El propio Rodrigo Cuevas o L-R, con sus panderetas y sus bases electrónicas, desde Asturias, al igual que Lorena Álvarez. En Galicia, además de las ahora populares Tanxugueiras está Baiuca. Ruiseñora en Extremadura, recuperando incluso un dialecto extremeño, el castúo (visitarán Zaragoza el 20 de febrero). En Cataluña, por citar uno, merece la pena Arnau Obiols, explorando los sonidos de la tradición pirenaica. Joana Gomila, en Baleares; Amorante o Musego en el País Vasco, Chill Mafia en Navarra, recuperando temas de Xabier Lete, o los ya veteranos Hermanos Cubero en Castilla. En Aragón también hay parada de la mano de Idoipe.

Todos tienen en común que "dan importancia a las canciones que les cantaba su abuela".

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