La Orquesta Sinfónica de Aragón, un proyecto musical que nacerá en 2022

La DGA está estudiando el modelo con el que la implantará, tras anunciarla Lambán en las Cortes. La inversión necesaria, según las formaciones de otras autonomías, oscila entre 3 y 10 millones.

La Orquesta Reino de Aragón, con Juan Perro, durante un concierto en Huesca.
La Orquesta Reino de Aragón, con Juan Perro, durante un concierto en Huesca.
Verónica Lacasa.

2022 será el año de la Orquesta Sinfónica de Aragón. Así lo ha anunciado el presidente Javier Lambán, aunque fuentes del Departamento de Educación, Cultura y Deporte reconocen que aún se está estudiando el proceso para su puesta en marcha y que es prematuro avanzar nada sobre la idea. Mientras, todos los sectores afectados empiezan a tomar posiciones respecto a un proyecto largamente acariciado y que deberá solventar algún que otro escollo.

Casi todas las autonomías, salvo Castilla-La Mancha, que nutre su actividad orquestal de las formaciones madrileñas, y algunas comunidades uniprovinciales, como Cantabria o La Rioja, tienen al menos una orquesta sinfónica. Galicia posee dos, al igual que Asturias y Canarias. En la Comunidad Valenciana hay tres, en Andalucía cuatro, y Castilla-León, Comunidad Murciana, Extremadura, Baleares o Navarra cuentan con una. Madrid eleva su número a cuatro porque a las del Ayuntamiento y la Comunidad se añaden las de RTVE o el Teatro Real. Cataluña suma, a la del Liceo, otras dos más.

En ese complejo panorama de casi una treintena de formaciones, caben todas las fórmulas económicas posibles. Y ese es el ‘quid’ del proyecto, porque una orquesta sinfónica requiere una fuerte inversión económica. Aunque cada una tiene su fórmula propia, en realidad los modelos se reducen a dos: formaciones grandes, con más de un centenar de músicos en plantilla y capaces de desarrollar todo tipo de repertorios, que se mueven en una horquilla de presupuesto de entre seis y diez millones de euros anuales; y las que cuentan con una pequeña estructura fija, que completan según las circunstancias y cada proyecto, y cuya horquilla económica se reduce a la mitad. Este es el modelo más utilizado en las de creación reciente. Habrá que ver qué vía elige el Gobierno de Aragón.

Inversión con retorno

"Parece que la idea va por buen camino -señala Miguel Ángel Tapia, gerente del Auditorio-. Y ha surgido porque se ha visto que existen dos orquestas de iniciativa privada (en referencia a Ciudad de Zaragoza y Reino de Aragón) que suenan bien y funcionan. Tal y como están las cosas, hoy no existe una administración pública que soporte poner en marcha una gran orquesta con músicos funcionarios y un presupuesto anual de 8 o 10 millones, y menos con la población que tenemos en Aragón. Pero más viable me parece lo que se ha hecho en Alicante, y cuesta unos tres millones anuales". Creada en 2018, la Orquesta ADDA Simfònica levantina tiene medio centenar de profesionales fijos y, aparte, para cada proyecto contrata lo que precisa. Para Tapia, como gestor del principal escenario de música clásica de Aragón, la nueva formación aragonesa vendría "a sumar, y todo lo que sea sumar, en esta tierra, es bueno. Tendría aceptación por parte del público en función de los solistas y de los programas que interpretara".

Cristina Sobrino, presidenta de la Sociedad Filarmónica de Zaragoza, entidad que reúne en su seno a varios centenares de melómanos aragoneses, destaca que "quizá seamos la única comunidad que no tiene una orquesta sinfónica impulsada y apoyada por las instituciones, y a nosotros, como aficionados, nos alegra enormemente que se quiera abordar ya y de forma seria el proyecto. No solo nos alegramos, sino que ayudaremos en todo lo que esté a nuestro alcance. Es cierto que una sinfónica requiere una gran inversión, pero también lo es que genera música, músicos, proyectos, afición y entusiasmo".

Quizá el retraso de Aragón en esta materia sea incluso beneficioso, ya que va a facilitar que se analicen todas las fórmulas posibles y se elija la que se vea más razonable. El principal argumento en contra de su creación es meramente económico, mientras que, a favor, se suele alegar que una formación de este tipo lleva la música clásica a localidades habitualmente fuera de los circuitos (algunas temporadas la de Bilbao ha llegado a dar casi 80 conciertos en el País Vasco) o que contribuye a dar salidas profesionales al talento local. Atrás quedan tiempos en que alguna orquesta solo contaba con un intérprete español en plantilla. Esas situaciones se han revertido.

Labor pedagógica y divulgativa

Francisco José Balsera, director del Conservatorio Superior de Música de Aragón, ve con buenos ojos la iniciativa. "Es algo muy importante para la ciudad y para Aragón, que nos va a dar visibilidad y que se convertirá en un referente cultural. Desde el punto de vista educativo también dará buenos frutos, ya que promoverá la colaboración, las actividades conjuntas, los conciertos didácticos... Una orquesta sinfónica se acaba coordinando con todos los conservatorios de su territorio. Incluso dará voz a los compositores contemporáneos locales, que tienen muy difícil estrenar sus obras. Este es un tema pendiente que Aragón debe resolver".

Menos entusiasmado con la idea parece Luis Antonio González, musicólogo del CSIC y director del trupo barroco Los Músicos de su Alteza. "Que no tengamos orquesta se puede ver como una lacra pero también como una oportunidad -señala-, la de apoyar más a las agrupaciones que ya existen y que tienen trayectoria y proyección internacional. El modelo de orquesta sinfónica tradicional se ha puesto en cuestión en los últimos años, porque no lo abarca todo, ni el barroco ni parte del romanticismo, por ejemplo. Si se apuesta por un proyecto nuevo, debería tener mucha flexibilidad y criterios abiertos. Quizá habría que convocar una reunión del sector para poner en común todas las opiniones". 

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