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  • Gonzalo de la Figuera

Gabriel Sopeña: el cantor en el desierto

Gabriel Sopeña ofreció este miércoles un concierto en la sala Galve.
Gabriel Sopeña ofreció este miércoles un concierto en la sala Galve.
Heraldo.es

Existe una corriente de opinión bastante generalizada por estas tierras sobre lo mucho que cuesta alcanzar el reconocimiento de los paisanos (recuérdese la anécdota buñueliana del "muy flojica la última" que le espetaron a don Luis tras ganar ´Viridiana´ la Palma de Oro en Cannes). Gabriel Sopeña, que estos días celebra sus 40 años de trayectoria musical, ha compuesto un buen puñado de canciones que se han inscrito en la memoria colectiva y son conocidas por cientos de miles de personas en todo el país; sin embargo, tanto en su penúltimo concierto del pasado verano como la otra noche en la sala Galve del Auditorio solo ha conseguido atraer la atención de poco más de cien espectadores; una injusticia que a Sopeña, maestro de largo recorrido, seguramente le trae al pairo.

Gabriel abrió su actuación en solitario con dos piezas que escribió para Loquillo ('Cruzando el paraíso' y 'Julia Reis') y estrenando 'Desiertos', que dará título a su próximo disco. Ya con el respaldo de su magnífica banda, atacó tres temas de su último trabajo, 'Como antorchas', 'Paisajes' y 'Queda tan lejos el cielo', recuperó joyas primerizas de la época Ferrobós/El Frente ('Resaca', 'Otro lugar bajo el sol', 'Rosas en la carretera') y revisó canciones de diversas etapas, compuestas tanto para Loquillo como para Más Birras: 'Lisboa', 'Soltando lastre', 'Promesas rotas', 'El hombre del tambor' -rematada con un brillante doble punteo de Jorge Gascón y Alberto Solobera-, 'Cass', 'Con elegancia', 'Apuesta por el rock and roll'.

Gabriel sopeña ****
Gira 40 Aniversario
Músicos: Gabriel Sopeña, voz y guitarra acústica; Jorge Gascón, guitarras y coros; Guille Mata, bajo, dirección musical y coros; Alberto Solobera, guitarra; Óscar Carreras, teclados y coros; José Luis Seguer 'Fletes', batería.

Composiciones más allá de tiempos y modas, que reúnen el aliento del rock americano trazado por Dylan, The Band o Jackson Browne con el personal universo lírico del Doctor Sopeña, ese ciudadano del barrio de Casablanca cuyo talante humilde le hace sentirse más a gusto en segundo plano que acaparando foco. Pero ahí quedan las canciones, que es sin duda lo importante; seguro que algún día Gabriel tendrá su estatua al lado de la de su gran compinche Mauricio Aznar, allá en su barrio, a la vera del canal.

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