entrevista

Fernando García Cortázar: "El paisaje evoca la memoria del país que somos"

Historiador y novelista, nacido en Bilbao en 1942, que investiga el patriotismo cultural y sus ecos. Publica ‘Paisajes de la historia de España’ (Espasa).

Fernando García de Cortázar, retratado en Madrid.
Fernando García de Cortázar, retratado en Madrid.
Enrique Cidoncha

¿Qué le deben sus libros a sus viajes de infancia?

De infancia y adolescencia. Mucho. Yo soy muy rilkeano, y creo con él que «mi patria es mi infancia». Además, mis padres nos llevaban de viaje, y estaban obsesionados con que ninguno de sus doce hijos fuera nacionalista.

¿Lo tenían así de claro?

Por supuesto. Y nos enseñaron a amar toda España, hasta tal punto que nos inculcaban más cariño por otras ciudades que por Bilbao. Se preocupaban de que nos formásemos, de que leyésemos, y esa cultura exquisitamente humanística ha desaparecido en España pero también en parte de Europa. Está habiendo casi una liquidación de los saberes.

¿Ha tenido usted maestros específicos?

Al margen de algunos jesuitas, poco conocidos, he tenido dos: el gran historiador Miguel Artola y un paisano de ustedes: Fernando Lázaro Carreter. Fue profesor mío en Salamanca y casi todos los sábados nos ponía un ejercicio de redacción, que luego leíamos en público. Ante los demás, nos hacía correcciones, señalaba tópicos, reiteraciones, defectos, ponía el dardo en la palabra, ja, ja. Ese día era «el día del escarnio».

Comprensible. ¿Dudó entre hacerse contador de historias o historiador?

Por supuesto. Lázaro Carreter nos hacía leer cosas que ya han desaparecido de los programas y de la enseñanza. Pienso por ejemplo en otro paisano de ustedes como Baltasar Gracián: antes era de obligada lectura, un autor mayor, fue un ‘best-seller’ en Estados Unidos, y aquí ha caído en el olvido. Lo más natural era que me hiciera escritor, sí, precisamente por el influjo de Lázaro, que estudiase Literatura o Filología, pero yo tenía un hermano mayor que era medievalista. Y fue él, viendo que yo entendía la historia como una forma casi misionera de mejorar o de salvar el mundo, quien me empujó hacia la historia, aunque lo cierto es que la literatura me ha interesado siempre.

¿Más que sus investigaciones?

No sabría decirle. Admiro a los historiadores, mi hermano me hizo pensar que esta disciplina sería la mejor para cumplir mis sueños, pero siempre hay que leer a Santo Tomás, a San Agustín, a Gracián, a Cervantes; no hay mejor historiador de su período que Galdós. Y en mi libro ‘Paisajes de la Historia de España’ la literatura está muy presente.

¿Cómo nació el libro, ha tenido alguna referencia concreta?

Me gusta decir que el paisaje es historia, evoca las sombras del ayer y la memoria del país que somos. He tenido algunos influjos, sí, como Goethe, al que he leído mucho, pero sobre todo Azorín y Unamuno. Y mediante diversas ciudades y lugares de España hago una cronología de la Historia de España. Me gustaría decirle una cosa…

Adelante.

Está a punto de aprobarse que de la Historia de España poco más se estudiará que los siglos XIX, XX y XXI, que todo lo demás va a desaparecer casi por entero y a mí eso me parece una atrocidad. Es el período más convulso, de tantas y tantas tensiones, de guerras civiles y disputas, y de esa ideología tan corrosiva como el nacionalismo.

¿Cree usted que los españoles andamos siempre a la greña?

No somos ni mejores ni peores que nadie. No hay que exagerar. En todas partes hay conflictos y disputas. Y ahora vivimos un período convulso. Hablábamos de Goya: su pintura, visionaria, es de un verismo justiciero y el gran cuadro donde lo denuncia todo, con sus contradicciones, es ‘La familia de Carlos IV’: hay un friqui, un bobalicón, etc. Goya nos retrató a todos ya en pleno siglo XIX y dio cuenta de nuestras tensiones en ‘Las Pinturas negras’.

En este libro aborda de nuevo un asunto que le obsesiona: el patriotismo cultural.

A mí eso me parece fundamental. Aquí han nacido Séneca, Velázquez, San Juan de la Cruz, Santa Teresa, Cervantes, Goya, Galdós, Nadal, y todos ellos realzan una forma de vivir, de soñar, de crear, que tiene su paisaje, su identidad, sus obras maestras.

Aragón aparece en Sijena y en el capítulo de Zaragoza.

Son diferentes. La historia de Sijena, del monasterio, de la gran disputa de Pedro II y los cruzados es impresionante («Matadlos a todos, Dios reconocerá a los suyos», que dijo el enviado del Papa), como debían serlo esas pinturas que fueron bautizadas como ‘La Capilla Sixtina del románico’. Y de las Alteraciones de Zaragoza me cautivó ese personaje tan avieso y tan pícaro que fue Antonio Pérez, el secretario de Felipe II. Es un personaje poco ejemplar de la novela picaresca española y con él podría decirse que se inicia la Leyenda Negra.

Comentarios
Debes estar registrado para poder visualizar los comentarios Regístrate gratis Iniciar sesión