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Un retrato de Luis Buñuel, realizado por Paulino Vicente en 1971 en México, en venta

Pertenece a una serie que el paisajista y retratista asturiano, amigo de la Residencia de Estudiantes, hizo para una serie de españoles del exilio

Detalle del retrato de Luis Buñuel, pintado en 1971 por Paulino Vicente.
Detalle del retrato de Luis Buñuel, pintado en 1971 por Paulino Vicente.
Archivo Paulina Vicente.

Luis Buñuel Portolés (Calanda, 1900- Ciudad de México, 1983), uno de los grandes cineastas de todos los tiempos, parecía huir de la pintura: Salvador Dalí lo retrató en 1925, le hizo algún dibujo libre, pero luego apenas ha sido objeto de daguerrotipos, sí de fotografías más o menos trabajadas como las de Antonio Gálvez o Carlos Saura. Sin embargo, en 1971, en su casa de México, recibió a un antiguo compañero de la Residencia de Estudiantes, un co-rresidente, el pintor asturiano Paulino Vicente y posó para él varios días. Aquel retrato formó parte de una serie que hizo el artista, un maestro del retrato y de los paisajes, catedrático de dibujo en su tierra natal, sobre los exiliados españoles. Incluyó en ese proyecto, entre otros, al violonchelista Pau Casals, al historiador Salvador de Madariaga, al poeta Jorge Guillén y al cineasta calandino. La idea la desarrolló entre 1970 y 1971, y todos los retratos cuentan con un boceto: el de Luis Buñuel es un rostro en sanguino y granito, está firmado por el cineasta con dedicatoria incluida al pintor, y fue entregado hace años por los hijos de Paulino Vicente como parte del pago de impuesto de sucesiones. Paulino debía pedirle a sus retratados que le firmasen su propio boceto; así Pau Casals o Jorge Guillén le escriben una dedicatoria o un leve fragmento poético. Buñuel escribe: "Gracias a un querido amigo y co-residente. Luis Buñuel".

Esa obra, de 41x33, pertenece al Museo de Bellas Artes de Asturias y dio origen al retrato que pertenece a Paulina Vicente, la hija menor del pintor, que se quedó viudo de su primera esposa Pilar Serrano Álvarez-Rayón (1902-1934), con la que había tenido cuatro hijos, y volvió a casarse en la posguerra. Ese cuadro está ahora en venta y fue tasado, alrededor de una década atrás, con motivo de una exposición, en 175.000 euros. Sus dimensiones son 98 centímetros de ancho por 108 centímetros alto, y “se expuso tres o cuatro veces. Me ha correspondido a mí y lo conservo en casa. A mí me parece un cuadro impresionante. Impresionante. Mi padre me contó muchas veces aquellas citas para realizarlo: las tertulias de los dos, los recuerdos, Buñuel le contaba cosas de sus películas, y cuando se cansaban preferían recordar el paso y tomar whisky”, dice Paulina.

Ese cuadro está ahora en venta y fue tasado, alrededor de una década atrás, con motivo de una exposición, en 175.000 euros. Sus dimensiones son 98 centímetros de ancho por 108 centímetros de alto

“Mi padre y Luis Buñuel se conocieron en la Residencia de Estudiantes, sus habitaciones eran contiguas y fueron muy amigos. Buñuel, por las cartas y las referencias, era un poco como de la familia. Mi padre hablaba mucho de él y de aquella época, y le gustaba usar el término ‘co-rresidente’ para aludir a él”. La obra está incluida en una monografía de 1980 del pintor, y en el catálogo que el Museo de Bellas Artes de Asturias le dedicó en el 25 aniversario de su muerte, en 2015, donde se reproduce también el boceto del rostro, sobre un papel marrón, y una foto de la ejecución: Paulino le muestra la cabeza al aragonés.

'Estudio para el retrato de Luis Buñuel', en sanguina y grafito, sobre papel marrón, que posee el Museo de Bellas Artes de Asturias.
'Estudio para el retrato de Luis Buñuel', en sanguina y grafito, sobre papel marrón, que posee el Museo de Bellas Artes de Asturias. Paulino Vicente escribe: "Gracias a mi querido amigo y co-residente Luis Buñuel". 
Archivo Paulina Vicente.

Kike Santullano, marchante de arte, gestiona el futuro del cuadro que está a la venta. “Aunque se ha expuesto, no es muy conocido. Buñuel no se dejaba retratar a menudo, por eso esta obra también tiene un valor suplementario. Recibió a su amigo en su casa de Ciudad de México, que había diseñado otro residente, el arquitecto Arturo Sáenz de la Calzada. La obra está muy bien cuidada. A su propietaria le gustaría que fuese a un museo público o a una institución vinculada con la cultura o el artista. Creo que sería interesante que la obra se quedara en un sitio en el que podamos disfrutarla”, dice desde Oviedo.

El retrato de Buñuel "se expuso tres o cuatro veces. Me ha correspondido a mí y lo conservo en casa. A mí me parece un cuadro impresionante. Impresionante. Mi padre me contó muchas veces aquellas citas para realizarlo: las tertulias de los dos, los recuerdos, Buñuel le contaba cosas de sus películas, y cuando se cansaban preferían recordar el paso y tomar whisky”, dice Paulina

Paulina Vicente recuerda que, entre otros materiales, algunos dispersos, existe una carta de Luis Buñuel del 4 de agosto de 1980, el anterior a su muerte, donde le dice: “Querido Paulino: me avergüenza haber tardado tanto a escribirte desde que recibí la visita de tu mensajera, la muy bonita y simpática Lourdes. Casi no contesto a ninguna carta pero el mantenerme en silencio ahora hubiera sido un falta grave de amistad. Te agradezco mucho el envío tan estupendo libro como el editado por la Caja de Ahorros de Oviedo. Buenas reproducciones de tus cuadros, de fotos con amigos y de texto, tu biografía, igualmente interesante y no hablemos dela tipografía y encuadernación. Mi foto contigo contemplando el dibujo que me hiciste me sorprendió agradablemente pues no me acordaba ya del rato que te serví de modelo. Finalmente, mi enhorabuena y mi adhesión al homenaje que te han hecho en tu patria chica”. Añade: “Yo lleno de achaquitos y achacotes pero voy tirando y he cumplido los 80”.

“Querido Paulino: me avergüenza haber tardado tanto a escribirte desde que recibí la visita de tu mensajera, la muy bonita y simpática Lourdes. Casi no contesto a ninguna carta pero el mantenerme en silencio ahora hubiera sido un falta grave de amistad", le escribió Buñuel.

Luis Buñuel moriría un 29 de julio de 1983 en su casa de Ciudad de México. Y Paulino Vicente, que se había casado en segundas nupcias a principios de los años 40 con Josefa García Carrillo, madre de su hija Paulina, falleció en 1990. Entre sus retratos posee diversas piezas muy logradas: un retrato del escultor Henry Moore, otro de Ramón Pérez de Ayala, joven, o el impresionante y sombrío que le dedicó a su madre, y que ya figura en las salas del Museo de Bellas Artes de Asturias. “Mi padre alternaba el paisaje y el retrato, pero yo creo que en el retrato era donde se sentía más cómodo y más realizado”, concluye Paulina Vicente.

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