Por
  • Luis Alfonso Bes

Los Músicos de Su Alteza: zarzuela fresca y vivaz

La soprano María Eugenia Boix y Los Músicos de Su Alteza, durante un concierto.
La soprano María Eugenia Boix y Los Músicos de Su Alteza, durante un concierto.
Los Músicos de Su Alteza

Fraseo refinado, dicción diáfana, timbre hermoso, puro y rotundo, incontestable calidez expresiva y todo ello envuelto en una vistosa presencia escénica. Olalla Alemán atacaba sin contemplaciones la coloratura profusa de ‘Hado infiel’, una de las arias más bellas de la zarzuela barroca ‘Donde hay violencia no hay culpa’, de José de Nebra, y lo hacía bien arropada por la orquesta Los Músicos de su Alteza, dirigida por Luis Antonio González. La soprano lo dio todo sobre el escenario, desplegando abundante dramatismo en el aria final ‘Mi fiera mano airada’. A dúo con Lucía Cahiuela (Colatino) ofrecieron las vivaces seguidillas de Colatino y Lucrecia.

Caihuela, buena conocedora de esta zarzuela que ya había cantado con anterioridad, tuvo una tarde especialmente brillante y, respaldada por un dominio técnico incontestable, lució su voz amplia, flexible y bien equilibrada en números como ‘Corderilla atribulada’. Números, todos ellos, convenientemente realzados por una orquesta que estuvo inconmensurable de principio a fin.

'donde hay violencia no hay culpa' ***
IntérpretesCantantes: Olalla Alemán, Eugenia Boix, Lucía Caihuela e Irene Mas Salom. Orquesta: Los Músicos de Su Alteza. Coro: Amici Musicae. Narradora: María José Moreno. 
DirectorLuis Antonio González

A las mencionadas sopranos se unió Irene Mas Salom y juntas ofrecieron el concertante ‘Muera un tirano aleve’ en el que unieron sus voces en un flujo armónico ajustado, compacto, y bien empastado. Irene Mas, en solitario, mostró buen sentido para el canto ‘legato’ en ‘Qué contenta el alma mía’, una hermosa aria de calado profundo del compositor aragonés.

Y muy destacable, también, Eugenia Boix en ‘Dice bien / Se ve uno y otro amante’, donde dio una lección magistral de cómo cantar un recitativo, articulando una dicción clara y logrando una comprensibilidad luminosa. Algo limitada de volumen, no obstante, en la primera octava de su voz, la de Monzón rubricó con una resolución lucida esta partitura fresca y vivaz de Nebra. Versátil la narradora y excelente trabajo del coro.

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