LITERATURA. OCIO Y CULTURA

La pasión por Cariñena, por Aragón y por España de Noah Gordon

El escritor estuvo varias veces en Zaragoza, visitó varias bodegas de Cariñena, aludió a sus uvas en 'La bodega' y comparó la escritura con el vino

En mayo de 2000, Noah Gordon vino a Zaragoza a firmar ejemplares de 'El último judío'. A su lado, el editor y librero Joaquín Casanova.
En mayo de 2000, Noah Gordon vino a Zaragoza a firmar ejemplares de 'El último judío'. A su lado, el editor y librero Joaquín Casanova.
Guillermo Mestre.

Noah Gordon era ante todo un ciudadano cordial. Amaba sinceramente España y solía presumir de nuera y de dos nietos catalanes, con los que hablaba a menudo por Skype. España le entusiasmaba y aparece en varias de sus novelas, especialmente en ‘El último judío’ (1999) y en ‘La bodega’ (2007), esa novela que exploraba una tradición vinícola no solo española (el grueso de la acción transcurre en Cataluña, y en ella alude a las uvas cariñena, tan historiadas, desde la Corona de Aragón) o europea, sino norteamericana. Noah Gordon definió ‘La bodega’ como “una carta de amor a un país: España”, del que dijo que “era un país tan bonito que puede enamorar a cualquiera”.

Llegó a comparar al escritor con el enólogo y el viticultor: decía que la pasión de contar y la pasión del vino necesitan “arte y artesanía”. En Zaragoza estuvo en varias ocasiones: recibió el II Premio de Novela Histórica de Zaragoza en 2006, acudió a la Feria del Libro en junio de ese año, y dejó tras de sí una cola inacabable y, no solo eso: su implicación con la ciudad y con la provincia fue tan clara que prologó un libro colectivo sobre el campo de Cariñena, ‘El buen nombre del vino. 75 años de la Denominación de Origen Cariñena’ (2007) en el que escribían Elena Espinosa, Marcelino Iglesias, Mª Luz Rodrigo, José María Cuadrat, Alberto Sabio y Miguel Mena.

Se documentó sobre el terreno y visitó las campos y algunas cuevas. La presentación del libro fue en el hotel Palafox, y coincidía con la puesta de largo de ‘La bodega’ (Roca, editorial que sucedió a sus años en Ediciones B). Aún vendría para la Exposición Internacional de 2008, a la Tribuna del Agua, donde dio una charla promovida por Expoagua y la Asociación Aragonesa de Escritores, que le organizó otro acto, en la FNAC, con Juan Bolea y Magdalena Lasala.

Conversó en varias ocasiones con HERALDO; una de ellas fue en el restaurante La Matilde de Pepe Puyuelo. Allí recordó que su afán había sido ser periodista y escritor y que lo había cumplido. Apuntó, además, que era demócrata y que su sueño era que Obama ganase las elecciones. También reveló algo más: se sentía un contador de historias y un creador de personajes como aquel Yonan que recorre el mundo, con nombre falso, para que no sepan que es ‘el último judío’ y recala en Zaragoza en su huida. “Quiero crear personajes, moverme en un contexto histórico... Todo. Para mí es básico captar el interés del lector: entretenerlo, formarlo e informarlo. Ante todo, me siento un contador de historias”, dijo.

También explicó el interés que había sentido por Pedro Abarca de Bolea en la primera parte de la novela ‘La bodega’: “En una de mis lecturas previas a 'La bodega' me encontré con él y con su fugaz reforma agraria. Me hizo gracia una cosa: viví durante 18 años en Massachussets en una zona en la que había una pequeña comunidad de propietarios que habían recibido sus tierras tras haber participado en las guerras franco-indias. Decidí aprovechar ese hecho, utilizarlo en mi libro y vincularlo con él”.

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