Historias de un verano
En los últimos años ha surgido en el cine español un nutrido grupo de mujeres jóvenes que se presentan inicialmente con una cierta humildad, como si ser jóvenes, mujeres y tan atrevidas como para ponerse a contar historias detrás de una cámara les obligase a pedir perdón por su atrevimiento. Directoras de cine y televisión, guionistas en muchos casos, se han lanzado al ruedo y no han necesitado más de un trabajo para sorprender a buena parte de la crítica y del público más exigentes. Entre ellas, que han venido no tanto a recoger el testigo como a unirse a jóvenes veteranas como Iciar Bollaín, Isabel Coixet o Gracia Querejeta, entre otras, figuran desde las aragonesas Paula Ortiz y Pilar Palomero a la catalana Carla Simón, en la que yo creo ver cierta ligazón con Clara Roquet.
Con dos cortos y varios trabajos para televisión, Clara Roquet logró que su primera película fuera la única española seleccionada para participar en la Semana de la Crítica de Cannes. Obtuvo un gran reconocimiento, algo a tener más en cuenta ya que se trata de su primer largo. ¿Qué hay en ‘Libertad’, la obra a la que me estoy refiriendo, para haber conseguido ese hueco tan apreciado? ‘Libertad’ es una película natural, con uno de esos soplos frescos -ya se que la expresión es cursi, pero se ajusta a la realidad- que nos hacen bendecir el cine que nos llega vivo, lleno de personajes, anécdotas y experiencias reales. En ‘Libertad’, relato de las vacaciones de verano de una familia de clase alta, con su criada latinoamericana, la criada que sirve para todo, se habla del fin de una adolescencia, de las relaciones familiares y, sobre todo, de la experiencia de una adolescente emigrante llena de vida, pero condenada a ser siempre eso, la hija de la criada.
‘Libertad’ es una película que coge ideas, sensaciones y sentimientos de otras muchas historias, pero no por ello deja de ser un filme bueno, muy hermoso y muy bien interpretado.
