NARRATIVA ESPAÑOLA. OCIO Y CULTURA

Fernando Aramburu: “He escrito ‘Los vencejos’, con las manos libres, sin pensar en ‘Patria’”

El escritor donostiarra conversó ayer en el museo Pablo Serrano sobre su monumental y ácida novela de un potencial suicida

FERNANDO ARAMBURU ( ESCRITOR ) / PRESENTA SU NUEVO LIBRO EN EL MUSEO PABLO SERRANO DE ZARAGOZA / 15/11/2021 / FOTO : OLIVER DUCH[[[FOTOGRAFOS]]]
Fernando Aramburu se formó en Zaragoza y ha rendido homenaje a lugares como Zaragoza, Teruel y Calamocha en sus libros.
Oliver Duch.

“De nuevo en Zaragoza. De nuevo en casa”, dijo Fernando Aramburu (San Sebastián, 1959), tras ser presentado por la exlibrera, crítico literario y animadora cultural Eva Cosculluela, colaboradora de HERALDO, que resumió en escasos minutos ‘Los vencejos’ (Tusquets), una novela que le parece tan “monumental” por dentro como por fuera. Luego Fernando iría respondiendo a sus preguntas, en el museo Pablo Serrano, alrededor de una narración que cuenta la vida de un hombre, Toni, profesor de filosofía, que está de vuelta de todo y que ha decidido poner fin a su vida en un plazo de un año.

La novela transcurre desde el 1 de agosto de 2018 al 31 de julio de 2019, y el autor ha seguido las noticias de radio, prensa y televisión, se ha fijado en los pequeños detalles e incluso pidió a una amable sobrina, que vive en los alrededores de La Guindalera, que le mandase información. Aunque Madrid no se cita en el libro, sí se ve la acción sucede en un barrio amable y humano. En cambio, de pasada, se cita Zaragoza, donde se han ido de fin de semana unos personajes.

Fernando no se cortó al crear a su personaje: cínico, cáustico, ácido, sin empatía alguna con los lectores, divorciado, en apariencia machista, putero. Alguien un tanto desesperado que busca compañía y la encuentra en una muñeca que es su mejor interlocutor del cariño, del sexo y la soledad. Por la mañana, Aramburu le había dicho a HERALDO “que yo no soy el escritor camarero que le da cada a uno lo que quiere”; por la tarde ensanchó su mirada: “Me gusta tocarle las pelotas al personal”. Por la mañana, concedió: “De esto me he dado cuenta luego: este personaje de ‘Los vencejos’ es como el envés del personaje de mi libro ‘Autorretrato sin mí’, que soy yo y plantea cosas más amables. Y Toni, el protagonista de ‘Los vencejos’, muestra los rincones oscuros y eso da mucho juego. Me gustan los personajes paradójicos, contradictorios, que tienen matices y que no son necesariamente bondadosos”. Por la tarde, Fernando explicó que, con esa decisión de suicidarse que se anuncia en las primeras páginas, había querido crear un personaje que era dueño de su destino y que la novela era como una especie de “cuenta atrás”. Toni redacta un diario, “un diario escasamente convencional” por la noche donde realiza una confesión y una desnudez sin freno que le permite “mirar por dentro la maquinaria humana de una persona”.

Toni, el protagonista de 'Los vencejos', redacta un diario, “un diario escasamente convencional” por la noche donde realiza una confesión y una desnudez sin freno que le permite “mirar por dentro la maquinaria humana de una persona”

Toni, por otra parte, no se imagina que con su texto, sincero y rabioso, se pueda escribir una novela. Y esa, dijo Aramburu, es la trampa que le tiende el narrador a su personaje, que por otra parte, es muy ambivalente, lo cual también activa la acción, y al fin y al cabo la novela es conflicto. Toni ha tenido una mujer, Amalia, y ahora está lejos de ella, aunque la sigue en la radio; Toni tiene un hijo con el que no se lleva muy bien, usa esvástica y parece de inteligencia reducida; Toni tiene un gran amigo, otro escéptico, Patachula, que es su amigo del alma y un espejo. 

“Ese personaje me ha salido por la culata. Yo pensé que le caería mal a todo el mundo, pero al final la gente se identifica con él, con su dolor, con su amputación. Suscita simpatía porque ya ha sido castigado por la vida, y es como si su amargura tuviese razón de ser”, decía anoche. Y por la mañana también deslizaba otra observación: “Me he dado cuenta de que los lectores sentían cierta hostilidad hacia el protagonista de la novela, sobre todo el principio. Caía mal, pero en cuanto te fijas, te das cuenta de que es un fingidor, en el fondo es casi un bendito, y el lector atento se da cuenta”, apostilló.

FERNANDO ARAMBURU ( ESCRITOR ) / PRESENTA SU NUEVO LIBRO EN EL MUSEO PABLO SERRANO DE ZARAGOZA / 15/11/2021 / FOTO : OLIVER DUCH[[[FOTOGRAFOS]]]
Fernando Aramburu conversa con Eva Cosculluela, colaboradora de HERALDO y de Tusquets.
Oliver Duch.

El hecho de que el protagonista vaya a morir pronto, le lleva a vivir algunas cosas por última vez. Por ello le preguntó Eva Cosculluela a su interlocutor y él dijo, entre otras cosas, que a él, Fernando Aramburu, con el paso del tiempo también tenía la sensación de que hacía algunas cosas por última vez, y que le gustaba volver a algunos libros, como la colección de Austral, que tanto le marcó, o a poemarios como ‘Poeta en Nueva York’ de García Lorca. Por la mañana, Fernando, que publicó en Hiperión en los años 80 libros de poesía para niños, recordó que la poesía forma parte de su vida y de sus lecturas: “En mi mesilla de noche y entre los libros que leo siempre hay volúmenes de poesía. Aprendo mucho. No escribo poesía, pero me ayudan y me estimulan, y siempre encuentro un poema que me emociona y, de vez en cuando, dejo por ahí en mi prosa fragmentos poéticos”. 

Escritor irónico, con humor, autor de un libro como ‘Fuegos con limón’, que transcurría en parte en Zaragoza, Fernando Aramburu se declaró un perfeccionista que aquilata cada página, la corrige, la depura, y le pasó especialmente en este libro, que se dilató en el tiempo casi un lustro, y el tiempo real se adelantó al tiempo de la ficción. Fernando dice: “‘Los vencejos’ es, quiere ser, una mirada general sobre el país, un observatorio de temas”.

“En mi mesilla de noche y entre los libros que leo siempre hay volúmenes de poesía. Aprendo mucho. No escribo poesía, pero me ayudan y me estimulan, y siempre encuentro un poema que me emociona y, de vez en cuando, dejo por ahí en mi prosa fragmentos poéticos”

La novela también reflexiona sobre la amistad y la imposibilidad, o negación, del amor. El protagonista escribe en esos momentos en que hace inventario de sus derrotas de amor, a las que se enfrenta con cinismo, como autoprotegiéndose: “Te sale un amor como un carcinoma”. La realidad, apuntó Aramburu, es que está quemado, ha intentado la experiencia del amor y le ha salido mal, pero a la vez intuye que “el amor es indispensable para una vida plena”, como sostenía Bertrand Russell. Con todo, Aramburu dice que a su personaje central “no lo dejé sucumbir al nihilismo”, por más que critique a su mujer, a la sociedad que habita, a la educación, la política, al feminismo, etc. En el libro es muy importante la relación que tiene con su perra Pepa y el reencuentro con su novia Águeda, que conserva un recuerdo del pasado de hace más de un cuarto de siglo.

Fernando declaró, cuestionado sobre el imprevisto y descomunal éxito de ‘Patria’ (“que no preví, aunque tuviese alguna esperancilla”, dijo), que no había escrito nada, ni ‘Los vencejos’, a rebufo condicional, sino con las manos libres, que había querido escribir un libro comercial, que copiase el éxito del anterior. Y reveló que siempre ha querido cumplir “el sueño de ser escritor y quería levantar una obra literaria variada”, llena de algunos criterios morales que dejan huella. “A fuerza de libros uno ha aprendido a ser empático”. Anunció que volverá dar la lata con las gentes vascas “porque es algo que llevo dentro como una herida y que me sigue interpelando”. Más tarde o más temprano, Euskadi volverá a sus ficciones.

En ‘Los vencejos’, Aramburu descubre muchas cosas: cómo nos modifica el roce con los otros, los vicios y los fracasos, la soledad y su condición de “calculador y simulador” del personaje que parece dialogar con aquel Sancho Panza, que dijo: “Nadie sabe el alma de nadie”.

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