'Eternals', los seres superiores

El cine de Chloé Zhao, con ‘The rider’, la película con la que se dio a conocer, y sobre todo ‘Nomadland’, por la que este año ganó el Óscar, se caracteriza entre otros rasgos por lo que transmite su pausa narrativa. Un tono que por sorpresa encaja muy bien con los personajes de ‘Eternals’, su llamativa incursión en el universo Marvel. Describe a unos seres superiores enviados a la Tierra hace miles de años para proteger a sus habitantes de unas criaturas denominadas desviantes y, según lo que requiere cada época, ayudarles a avanzar sin interferir en sus conflictos y problemas. La distancia que deben mantener y el hecho de que trascienden el tiempo determinan su mirada y sus interacciones. Sus matices y sus disquisiciones, de fuerte evocación clásica, generan un cauce sugestivo y de ecos fascinantes, sensación que permanece intacta aunque a ratos aparezca de fondo un tenue aire plomizo. El tratamiento, reforzado por cómo se conjuga con el despliegue visual, envuelve la obra en la diferencia dentro de que su desarrollo no se sale de los cánones.

Lo que late acerca de la existencia adquiere mayor intensidad interna a raíz del impacto que produce en los eternos descubrir su realidad y el verdadero fin último de su cometido. La resonancia aterradora del plan maestro posee más recorrido que el discurso central sobre las razones por las que la humanidad merece ser salvada, también interesante pero más convencional y además aquejado de una redundancia expositiva que Zhao no depura.

La narración, estructurada en torno al reencuentro de la familia después de que cada integrante eligiera vivir a su manera, exhibe inclusividad a varios niveles: las razas representadas, el liderazgo de las mujeres, la homosexualidad de uno de los miembros y la compañera sordomuda que usa el lenguaje de signos. A pesar de que agrada por lo que normaliza, al componente se le transparenta toda la agenda detrás.