Luis Martínez Pueyo: "Un intérprete debe justificar sus decisiones musicales"

La Guirlande, el grupo de música antigua fundado y dirigido por el flautista aragonés, acaba de publicar un nuevo disco, ‘Cristal bello’

Luis Martínez Pueyo, director del grupo de música antigua La Guirlande.
Luis Martínez Pueyo, director del grupo de música antigua La Guirlande.
Guillermo Mestre

‘Cristal bello’ es el segundo disco de La Guirlande. ¿Cómo nace?

Es fruto de la colaboración que tenemos con Ars Hispana, asociación de musicólogos que recuperan patrimonio hispano, centrados especialmente en la música del siglo XVIII, que es la que menos se ha recuperado hasta ahora. Queríamos hacer un programa con soprano (Alicia Amo) y les solicitamos repertorio. La idea era tocarlo en el Festival Internacional de Arte Sacro de Madrid. El festival no se celebró por la pandemia pero el disco ha salido adelante.

La grabación, como en el primer disco, se ha hecho en Épila. ¿La elige por ser su localidad natal?

Épila tiene el palacio del conde de Aranda y, en él, una sala grande, con artesonado de madera y una acústica impresionante. Cuando íbamos a grabar el primer disco probamos distintos emplazamientos, incluso estuvimos en varias iglesias de Daroca, y al final regresamos a Épila porque no encontramos ninguna acústica mejor. El Ayuntamiento, además, colabora mucho con nosotros, y eso nos lo hace más fácil. Grabar un disco supone someter a los intérpretes a una gran presión, porque saben que lo tienen que hacer todo perfecto, y el Ayuntamiento, con sus facilidades, nos ayuda a rebajarla.

La Guirlande es una referencia ya en la interpretación historicista de música de los siglos XVIII y XIX. Usted creó el grupo cuando estaba en la Schola Cantorum Basiliensis. Y varios intérpretes del grupo han pasado por ahí. ¿Existe un ‘estilo Basilea’?

La Schola Cantorum nació en los años 30 del siglo pasado y recoge una tradición de enseñanza de música antigua que viene de muy lejos. En otras ciudades, como Londres, París o La Haya, hay conservatorios que tienen una prestigiosa sección de música antigua. Pero en Basilea la música antigua lo es todo, y la enseñanza se plantea desde el bajo continuo, que es la base que sustenta todo lo demás. Los músicos de La Guirlande tenemos un lenguaje muy similar. Cuando trabajas con gente que toca bien la cosa funciona siempre, pero hay que elegir bien a los intérpretes y saber dónde pueden dar lo mejor de sí mismos, porque no es lo mismo un primer violín que un segundo. En cualquier caso, el grupo nació en el curso de música antigua de Daroca. Allí conocí al clavecinista y coincidimos en que había que hacer algo: entonces no había en España un grupo en el que su eje fuera el traverso.

Ese instrumento, la flauta travesera barroca, ¿suena hoy como lo hacía en el siglo XVIII?

No, ni siquiera como una flauta del siglo XIX. El traverso que se toca en la mayoría de las salas de conciertos nace a mediados del siglo XIX y se va introduciendo lentamente en Europa, primero en Francia y luego en Inglaterra. Donde más tarde se introdujo fue en Alemania. En Basilea había un coleccionista que tenía más de 200 flautas antiguas, de los principales constructores del siglo XIX, y su sonido era completamente diferente al actual. Hoy los traversos suenan superfuerte, yo coloquialmente digo que son ‘trombones’, y es que están pensados para brillar en las salas de conciertos modernas, con 2.000 o 3.000 butacas. Las necesidades de los instrumentos antiguos y las de los actuales son diferentes.

‘Cristal bello’ es el título de la pieza que abre el disco, de Ignacio Jerusalem. Hay también obras, algunas no grabadas antes, de Casellas, Hernández Illana, Locatelli, Ramos y Nebra. Los aragoneses reivindicamos mucho a este último. ¿Con justicia?

Pienso que sí. Es el compositor español más importante del siglo XVIII, aunque se conoce muy poco, la verdad. Yo participé en la grabación de una zarzuela, ‘Vendado es amor, no es ciego’, que si el texto fuera en italiano, en lugar de en español, hoy todo el mundo la tendría como una obra maestra.

La música de cámara está viviendo un momento dulce, pese a los recortes en gasto cultural.

Desde la crisis de 2008 parece que incluso tenemos más oportunidades. Hay muchos grupos dedicados a la música antigua, y es que ofrecemos algo de lo que otras formaciones carecen, que recuperamos repertorio. Y para los aficionados a la música clásica es muy satisfactorio escuchar cosas que no han oído antes. Queda mucha música por descubrir y, sabiéndolo, ¿por qué vamos a tocar siempre lo mismo?

¿También queda mucho por descubrir en Aragón?

Sí. El archivo musical del Pilar es el más grande de España, y hay muchas catedrales con fondos increíbles. Por desgracia, no todos esos fondos están adecuadamente catalogados. Y algo parecido pasa en Hispanoamérica. En el siglo XVIII, por ejemplo, la ciudad de México era más grande que Madrid. Había además mucha riqueza. Y, desde siempre, donde hay dinero se toca buena música.

¿Hay mucho repertorio antiguo para traverso?

Podría estar tocando piezas todo lo que me queda de vida y no habría llegado ni al 5% de lo que hay. Era, junto al violín, el instrumento más importante del siglo XVIII en cuanto a cantidad de música escrita. Todavía quedan muchos compositores alemanes, españoles o ingleses cuya obra no se toca o no se ha grabado nunca. El repertorio nunca se agota.

¿Qué sonido busca para La Guirlande?

La interpretación es un campo muy subjetivo. Yo puedo tener una idea de cómo se debe interpretar una obra y otro músico puede pensar justo lo contrario. Lo importante es poder justificar las decisiones que has tomado a partir de las pistas que te da la partitura sobre el tempo, el compás, la armonía... Si puedes justificar las decisiones que has tomado porque han sido meditadas, la interpretación es buena. Aunque no estés de acuerdo con ella.

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