pintura. ocio y cultura

Villanueva de Gállego se congracia para siempre con el pintor Pradilla, su hijo más ilustre

El pueblo le nombra Hijo Predilecto en el centenario de su muerte, inaugura una escultura de José Astudilla y abre un Espacio o museo con su obra 

María Inés Pradilla, nieta del pintor y acuarelista, contempla la copia de una de las piezas de su abuelo que se exhiben en la Lonja.
María Inés Pradilla, nieta del pintor y acuarelista, contempla la copia de una de las piezas de su abuelo que se exhiben en la Lonja.
José Miguel Marco.

Francisco Pradilla Ortiz (Villanueva, 1848-Madrid, 1921) no se sentía querido en Aragón y más de una vez se lamentó del poco interés que se le prestó en su tierra, ya fuese Aragón en general, Zaragoza y Villanueva en particular. Solo se le encargaron dos cuadros: Alfonso I el Batallador y Alfonso V el Magnánimo, y le costó cobrarlos. Sin embargo, tras casi 30 años de negociaciones y de afanes, el Ayuntamiento de Villanueva de Gállego consumó un triple homenaje: le nombró, con carácter póstumo, Hijo Predilecto, instaló un busto en el parque y abrió un Espacio Pradilla o Museo Pradilla, que de las dos formas se dijo por parte de su máximo especialista Wifredo Rincón.

El biógrafo y comisario de la muestra que se expone en la Lonja de Zaragoza ha colaborado durante muchos años con el municipio en la adquisición de obras, en la datación y en todos los aspectos teóricos alrededor del pintor, y fue él quien recordó que finalmente se ha podido crear un espacio digno y hermoso, y que se llevaba mucho tiempo trabajando en ello. La lluvia modificó algunas cosas pero no lo esencial: la emoción. María Inés Pradilla, nieta del pintor de 93 años y acuarelista, agradeció el honor que le rendía a su antepasado el ayuntamiento; lacónica e intuitiva, dijo sentirse muy feliz y entonó un explosivo “Viva la cultura, y el arte”. 

Su vitalidad fue ejemplar, más aún que la del presidente de Aragón Javier Lambán, que hizo el paseíllo por los tres espacios: atendió a la prensa y habló de todo (de arte, de política, de la covid, de plusvalías, etc.), y luego asistió en el salón de actos del ayuntamiento a la entrega de diplomas a los cinco familiares de Pradilla, incluida ella; se acercó hasta el monumento y oyó el currículum completo de José Astudillo, que hizo un cuidado busto de Pradilla, y luego recorrió los dos espacios. El inferior, con siete óleos sobre lienzo, cuatro urnas de documentos y otra con el busto en yeso.

El arquitecto y artista Sergio Sebastián es el diseñador del nuevo Espacio. El inferior, íntimo y envolvente, de aire circular, es estupendo y cuenta con obras interesantes: ‘Paisaje aragonés’ (1870-1872), de los primeros cuadros del artista, de atmósfera campesina; la ‘Choza de las Paludes Pontinas’ (1895), que revela a un pintor del paisaje en plenitud; ‘¡Huelgan crespones! Tipo de Madrid’ (1918), la primera obra que adquirió el ayuntamiento de Villanueva de Gállego, y, entre otras, ‘Paludes Pontinas’ (1920), pintada el año anterior a su muerte, de la que el día 1 de noviembre se cumple un siglo. Esa pieza es extraordinaria y, por decirlo así, toda una poética del artista: resume su trazo, su ambientación, la administración del color, el tono romántico de sus paisajes, su vinculación con el impresionismo, etc.

“Creo que son piezas significativas. Valiosas. En efecto, creo que Pradilla es, con Sorolla y Fortuny, el gran artista español del siglo XIX. En una carta, Pradilla le dice a Sorolla que se contenga un poco. Pradilla tenía, sobre todo, una gran versatilidad. Había ganado fama como pintor histórico, pero hizo muchas cosas: paisajes, retratos, estampas costumbristas que trascienden la anécdota”, explicaba, y decía, tras una consulta del presidente, que “Pradilla admiraba a Goya. Mucho. Realizó una copia de ‘La familia de Carlos IV’ y la vendió. A Pradilla le perjudicó regresar a España: vendió a muchos marchantes de Europa y también de Latinoamérica, ahora estamos recuperando mucha obra que se marchó para allá. De haberse quedado en Roma sería mayor”, matizó.

La sala de la planta calle se completa con muchos documentos, sobre todo en edición facsímil: la Fe de Bautismo, que mandó a la Real Academia de Bellas Artes de San Luis y a la Academia de San Fernando, con la llave de la calle del Paso 42, con postales, fotos, una reproducción en facsímil de su necrológica de José Francés, con elementos de homenajes póstumos.

Y en la sala de arriba, que servirá también para muestras temporales, se ha colgado una colección de 35 acuarelas, datadas entre 1865 y 1891, de personajes muy distintos y una litografía; se ha colocado la lápida mortuoria que recuerda las honras fúnebres que le hizo el pueblo en Villanueva de Gállego en 1923, dos años después de muerto, y también una reproducción de los seis autorretratos, todos a su tamaño, que pintó el artista.

Allí, en el fin de fiesta y en el principio de muchas esperanzas y proyectos, habló de nuevo el presidente Lambán, y aludió al “portentoso talento de los aragoneses en cualquier disciplina, pero especialmente en el arte de la mirada: el cine y la pintura”. Invocó los cineastas Buñuel y Saura, se desplazó hacia la pintura, pensó en Víctor Mira y Broto, en el siglo XX, recordó que para él Goya es Goya, el gran pintor, y que Pradilla también es soberbio, “el segundo pincel de Aragón”, y elogió piezas como ‘Juana la Loca’, que pintó más de una docena de veces, y ‘El suspiro del moro’. 

Y elogió lo que estaba haciendo Villanueva de Gállego: situarse en el mapa de manera muy oportuna con la vindicación de un gran artista y “el creado más importante del pueblo”. Víctor Francos, subdirector del Ministerio de Cultura y Deporte, elogió el homenaje y el sentido de permanencia de Pradilla al pueblo. Las concejalas Frinette Reinoso y Susana González, arropadas por mucha gente y varios equipos -se proyectaron varios documentales: uno alusivo al cuadro Juana la Loca; otro a la pintura del artista de Francisco Pradilla y otro vinculado al regreso a Villanueva de Pradilla en julio de 1921, muy vinculado- condujeron los actos y las intervenciones.

Tres instantes mágicos con sugerentes sorpresas musicales: la violoncelista Dolos Miravete en el acto en el ayuntamiento; Victoria Bueno, al piano, en el kiosco de la música, y Noelia Gracia, al violín. Todo ello nació en la cabeza del gestor cultural Toño Monzón. Y fueron tres paradas realmente bonitas.

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