zaragoza, más cerca de la normalidad

Las escuelas de baile, tras pasar a fase 1: "Por fin mis alumnos pueden practicar lo aprendido"

El fin de las restricciones de aforo supone para las academias de Zaragoza un "quebradero" de cabeza menos.

Mamen Matero, directora de la Escuela de Baile El Almacén, en el barrio de Delicias.
Mamen Mateo, directora de la Escuela de Baile El Almacén, en el barrio de Delicias.
Heraldo.es

Cada jueves, la joven Ester Brualla acude, junto con su novio, a bailar bachata y salsa a la Escuela de Baile El Almacén en el barrio de las Delicias de Zaragoza. Para ellos, es el día sagrado de la semana y, "salvo catástrofe", nunca fallan. "Incluso vinimos hasta con nieve. Empezamos en pandemia y nos gustó tanto que repetimos este curso. Aprendemos un montón y hay muy buen ambiente en la clase", sostiene.

A su lado, la joven Cristina Urcola reconoce que 'mover el esqueleto' es su pasión y confiesa que si durante este tiempo de covid no hubiera venido a bailar se hubiera vuelto "loca". "Lo que peor llevo es la mascarilla. También practico tango con mi madre, así tenemos un momento para las dos", explica.

Las escuelas y academias de baile de Aragón se han tenido que ir adaptando a la normativa que se iba aprobando en función de la incidencia de los contagios y ahora respiran más aliviadas tras pasar la Comunidad a fase 1 (salvo Caspe), con aforos del 100% y el uso de las pistas en los discobares, entre otras medidas. Desde mayo, estos centros estaban al 75% de capacidad y con todas las medidas sanitarias y de seguridad (uso de máscaras faciales, geles hidroalcohólicos, desinfección con ozono...), que tendrán que seguir aplicando.

La directora de la Escuela El Almacén, Mamen Mateo, señala que esa flexibilidad en las restricciones contribuirá a crear "más confianza" y "seguridad" entre aquellos que aún tienen miedo al virus, sobre todo entre los mayores. "En baile de salón y tango argentino, de gente de más edad, los grupos no los tenemos aún al 75% (nunca los completa al 100% para que sus alumnos estén más cómodos). Es algo que venimos arrastrando. Además, trabajamos mucho con parejas de novios que vienen a bailar (más de 100 en 2019) y con las restricciones algunas tuvieron que cancelar la boda hasta en tres ocasiones. Eso ha supuesto una bajada de ingresos fuerte", indica esta profesora de baile, que este 2021 tiene un 35% menos de clientes, principalmente, por esos dos motivos.

Asimismo, Mateo hace hincapié en que la gracia de bailar es poder salir a practicar los pasos y coreografías en discotecas y bares. "Los grupos de Whatsapp de mis alumnos están echando humo. Por fin van a poder practicar lo aprendido", afirma contenta.

Compromiso con los alumnos

Por su parte, la bailarina, profesora y coreógrafa Carlota Benedí destaca que el fin de las restricciones de aforo supone un "quebradero" de cabeza menos. "Una escuela de danza no es una tienda donde la limitación de aforo podía controlarse si un cliente entraba al salir otro. Desde el inicio de curso tienes un compromiso con los alumnos y si el aforo es menor no puedes 'echarlos' y entonces hay que hacer malabarismos con tus horarios y los de los alumnos. Todos los que hemos estado de cara al público nos hemos esforzado en cumplir las normas", dice.

Al frente del Estudio Carlota Benedí -de danza oriental, flamenco y claqué-, esta bailarina reconoce que este último año y medio ha sido "duro". "Con los confinamientos, alumnos de fuera de Zaragoza ciudad no podían venir a las clases. No obstante, he tenido bastante suerte: son alumnos fieles, muy disciplinados y para los cuales el baile es importante. La gente ha hecho un sacrificido al venir a bailar", asegura.

Clase de salsa y bachata en la Escuela El Almacén.
Clase de salsa y bachata en la Escuela El Almacén.
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Clases de baile desdobladas, salas divididas en cuadrículas, la misma pareja durante todo el curso... medidas necesarias por el coronavirus, que aunque se han ido flexibilizando con los meses ahora decaen. Tal y como apunta Mamen Mateo, ya se podrá hacer la rueda (bailar entre todos) y cambio de compañero. "Ahora bien, la subida de aforo nos coge con todos los grupos formados. Como mínimo llevan seis semanas viniendo y es difícil meter gente nueva. Todas las escuelas estamos en lo mismo", subraya, al tiempo que no es partidaria de exigir el pasaporte covid sin estar avalado por ley. "Si nos lo exigen sí que lo pediré, pero no tengo derecho a solicitar algo que por ley no te están obligando. Además, casi todos mis alumnos a partir de los 12 años están vacunados", añade.

La molestia de la mascarilla

Desde hace dos años, Alberto González y su mujer, Luz, son habituales a bailes de salón en El Almacén una vez por semana. Ambos reconocen que bailar en pandemia lo han llevado bien, dentro de que se redujeron las posibilidades. "La mascarilla es lo que se hace un poco más duro. Necesitamos un poco de aire, pero nos lo dosifican. Estamos bien cuidados", comenta González.

También para Enrique Sampedro la máscara facial es un engorro. Ese es el único pero de la clase de baile de salón, a la que se apuntó en septiembre tras quedarse viudo hace dos años. "Siempre me ha gustado bailar, pero no lo hacía desde hace 8 por la enfermedad de mi esposa. Lo he retomado para relacionarme, pasarlo bien y mantenerme en forma. Los compañeros y los profesores son amables", cuenta.

Javier Sanz da a María Abad una clase particular de tango.
Javier Sanz da a María Abad una clase particular de tango.
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En cambio, María Abad prefiere que le den clases particulares: de tango, salsa y bachata. Solo hace en grupo las clases de fitness. "Desde pequeña me ha gustado mucho bailar. En los grupos me cunde menos y así bailo toda la hora. Acudo cuatro días a la semana y siempre que puedo vengo. No pierdo clases", subraya. A lo que su profesor, Javier Sanz, asiente con la cabeza.

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