Por
  • Joaquín Melguizo

Serás lo que quieras

Un momento de la representación de la obra 'Frida, la niña que quería pintar'
Un momento de la representación de la obra 'Frida, la niña que quería pintar'
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La compañía valenciana Teatre de la Caixeta ha presentado en la sala Arbolé ‘Frida, la niña que quería pintar’, un espectáculo para público a partir de 3 años que aúna canciones, teatro, danza, marionetas y proyecciones, para acercarnos a la infancia y a la obra de Frida Kahlo.

Comienza cuando la pequeña Magdalena –Frida– se encuentra enferma de poliomielitis. Allí vemos a una niña que quiere volar más allá de las paredes de su habitación, que sueña con ser pintora o médica… Su padre es cómplice de sus sueños, mientras su madre la intenta convencer de que aspire a conseguir cosas propias de una mujer: maestra, enfermera… La pequeña Frida descubre que es capaz de imaginar, y por su habitación desfilarán la Frida Kahlo adulta, Alejandro –su primer novio–, Picasso y parte de la imaginaria característica de su pintura.

«Se me tomaba por una surrealista –afirmó la artista mexicana–. Ello no es correcto, yo nunca he pintado sueños, lo que yo he representado era mi realidad». Esta idea está presente en la dramaturgia que ha creado José Blasco. Y no es la única cosa destacable que encontramos. Canciones con letras cuidadas y partituras de estimable valor plantean al público menudo la importancia de la libertad de elección y de la fuerza de la imaginación. Se habla sobre el papel de las mujeres en la sociedad, del arte, de antiguas leyendas precolombinas… Y surge aquí alguna que otra duda. No porque no haya que hablar de esas cosas a los más pequeños sino porque se pone sobre la escena tal cantidad de información que la acción se enlentece y se vuelve en exceso discursiva.

'frida, la niña que quería pintar' *** 
Autor y directorJosé Blasco
CoreografíasCharo Mascarell
IntérpretesVíctor Fajardo, Arantxa Pastor y Sandra Calatayud

La leyenda de la creación del sol y la luna y la de Picasso son escenas que no aportan demasiado. En cambio, el encuentro de la niña y la Frida adulta, o la de la paloma y el elefante, son escenas deliciosas. Notables el trabajo interpretativo y la escenografía.

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