Ecos del gran Miguel Fleta
Sonaba el ‘E lucevan l’estelle’, de Puccini, bien cantado y con buenas dosis de aliento aunque sin los ‘diminuendo’ extremos con los que Miguel Fleta optaba por sublimar algunos de los compases donde Puccini exige: ‘con grande sentimento’; y sin llegar a quebrar la voz en llanto. Efectos artísticos con los que el tenor de Albalate ponía un nudo en la garganta a sus oyentes al final, donde en esta ocasión, un David Baños arrebatado descontroló la línea de canto con menoscabo de la afinación. Rasgo este, que se mantuvo tanto en sus arias como en los dúos con la soprano Melanie Moussai, especialmente en esos fragmentos de ‘La Bohème’ y de ‘Carmen’, que distaron mucho de ser lo más acertado del espectáculo. Moussay, sola, ofreció el ‘Vissi d’arte’, de ‘Tosca’ con abundante sentimiento.
El espectáculo ‘Miguel Fleta, gloria y pasión’ había comenzado con el jotero y tenor Nacho del Río cantando desde un palco entre el público –no visible, por tanto, desde buena parte de la sala incluida nuestra posición de prensa–. Ya sobre el escenario, Del Río emocionó con ‘La fematera’, una de las jotas más difíciles de todo el repertorio, especialmente si se hubiera cantado en la tonalidad estratosférica que elegía Fleta. El cantador bilbilitano se movió como pez en el agua, en este repertorio donde es imbatible y logró sonoras ovaciones con momentos excelsos como su interpretación de ‘Suspiros de mi garganta’, de R. Chapí, que fue resaltado con la plasticidad de las evoluciones, cargadas de rasmia y duende, de los bailarines Miguel Ángel Berna y Estíbaliz Barroso.
Y cumplió bien el cuadro instrumental liderado por el piano de Miguel Ángel Tapia. Todo ello en un montaje escénico versátil dirigido por el tenor internacional Aquiles Machado, quien al final no resistió la tentación de salir a escena a cantar un bis.