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La casa-estudio de Florencio de Pedro en Aguarón: la tertulia, el grabado y la música

Más de 40 años lleva el escultor y grabador de Hinojosa de Jarque dedicándose al arte. Trabaja en Zaragoza y también en la localidad del vino

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El estudio de Florencio de Pedro en su casa de Aguarón. Al fondo, a la izquierda, tras las pruebas de grabado, el tórculo; a la derecha, la escalera que sube al minarete.
Archivo De Pedro.

Aguarón siempre da que hablar. Allí tiene su sede la Casa del Gaitero de Eugenio Arnao, con sus dos mil instrumentos de todo el mundo y más de mil expuestos; allí se ha retirado a vivir y a redactar sus novelas Carmen Santos, autora de ‘Un jardín entre viñedos’ y ‘Flor de Arrabal’. Acaban de hacer hijo predilecto al bibliófilo y escritor José Luis Melero. Allí tiene una de sus casas el escultor y grabador Florencio de Pedro (Hinojosa de Jarque, Teruel, 1955): es la casa familiar de su esposa Marisa Domingo, profesora ya jubilada. Es una morada singular en el centro del pueblo, que destaca por un minarete oriental: a esa galería abierta al paisaje, a los campos y la nube rasa de tejados se accede por una escalera interior, redondeada, que parte de su estudio de artista donde el arte y la imaginación fluyen.

Florencio de Pedro alterna el grabado con la escultura. Y todos los años para Navidad o principios de año, realiza una pieza apaisada, plena de colores, que edita con minuciosidad y regala a sus amigos. Esa sala, amplia, es también su laboratorio de trabajo: por decirlo así, el pintor-grabador que es Florencio de Pedro, autor del Monumento a la Constitución en Zaragoza, entre otras muchas piezas de escultura pública, desarrolla sus investigaciones, y una de las cosas que más le gustan para airearse o atrapar nuevas ideas es subir a la galería y contemplar la naturaleza exuberante: el manso viñedo, la serranía, algunos oteros, el celaje, el casco histórico, y tomar fotos, otra de sus pasiones, que luego edita, mejora y embellece.

«Es una casa de pueblo, de las que habrá muchas, pero nos encontramos muy a gusto. Aquí nos retiramos a menudo para pasar algunas temporadas, fines de semana o para citarnos con amigos», dice Florencio. Y su mujer recuerda que fue allí donde el diseñador y músico José Luis Romeo trabajó en vísperas de la Exposición Internacional de Zaragoza-2008 para realizar la música del proyecto ‘Iceberg’, que se representaba a diario a orillas del río Ebro en un espectáculo lleno de plasticidad y de impacto.

De la inspiración a la tertulia

«Aquí hallaba sosiego, inspiración y los sonidos que andaba buscando», dice Marisa. En la planta calle hay una cocina tradicional, con su botellero, y una habitación de invitados, una estancia acogedora con reminiscencias de otra época en utensilios, cuadros, vasijas, etc.

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Aspecto de la biblioteca y de una de las mesas de dibujo.
Archivo De Pedro.

«El cuarto de invitados se ocupa a menudo por amigos o por artistas. Y lo que más nos gusta creo que a todos es descorchar distintas botellas, salir a la galería interior, a modo de patio, y conversar aquí de lo divino y lo humano». La galería, no muy grande, pero acogedora y toda una carta de colores de luces y sombras a lo largo del día, está llena de flores y pequeñas plantas, aunque lo que manda es un gigante sauce llorón que brota desde el suelo, se eleva entre las paredes, encajonado, y crea un clima especial. Una sensación de paraíso interior donde el verdor de las hojas relumbra y protege.

Las escaleras llevan a la primera planta. Hay otra cocina, el estudio del artista y un dormitorio, que es mucho más: de entrada, es una dependencia amplia que tiene una biblioteca de arte y literatura en estanterías de madera que llegan hasta el elevado techo, una mesa de trabajo y un caballito de madera, que parece balancearse en el silencio, con un ritmo secreto dictado por la melodía del tiempo y la memoria. «Me gusta mucho y me remite a los juegos, a la aventura y supongo que a mi infancia rural en Hinojosa», dice Florencio.

El taller del artista es su refugio y su laboratorio de pruebas en pleno hogar. Muchas de ellas se extienden sobre una mesa larga, donde conviven las carpetas de obra de pequeño formato con grabados de medio y gran formato. «Me gusta hacer proyectos escultóricos, piezas para exponer en sala, me gusta hacer pensar con la escultura, me reconozco en el magisterio de Pablo Serrano, pero en el grabado me siento cómodo. Le dedico muchas horas y ahí me sale el pintor abstracto y apasionado del color que llevo dentro», dice Florencio de Pedro.

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