música. ocio y cultura

Celino Gracia: "Nunca cojo un libro solo para leerlo, siempre lo he cogido para escuchar a un hombre"


Tras ‘Canciones que serán canciones’ y ‘El pobrecito hablador’, el cantante turolense publica su tercer álbum: ‘Cuántos violines para decir piano’

[[[HA REDACCION]]]thumbnail_04.jpg
[[[HA REDACCION]]]thumbnail_04.jpg
Archivo C. G.

¿Cómo le ha afectado la covid a un cantautor que vive en Gea ?

Exceptuando el hecho de que hemos pasado un año sin poder dar conciertos, mi día a día se ha visto poco afectado. Me refiero a lo fundamental, claro, no a lo coyuntural. Quizás me ha proporcionado la oportunidad de ahondar un poco más en ciertas reflexiones, de poder escribir aún más centrado.

¿Qué le da la vida rural?

La vida rural no me da nada en particular. La elegí porque tampoco me quita nada. No me pide tiempo para desplazarme a ningún lugar de trabajo, no me exige que deje de cantar a las diez de la noche, no me devuelve sonidos de ambulancias cuando necesito silencio y gravedad.

¿Cómo se combate la soledad?

Siempre he tenido una relación con la soledad más de cooperación que de lucha. Desde hace años, la lucha siempre ha sido más por ella que contra ella.

¿Cómo ha encarado su tercer álbum? ¿Con qué ánimos?

‘Cuántos violines para decir piano’ ha sido un proyecto muy especial por el modo en que Fernando Pérez (productor) y yo lo hemos encarado desde el primer momento. Decidimos hacer algo muy artesanal a pesar de que fuera un disco con mucha instrumentación y variedad de estilos. Eso ha hecho que no quisiéramos atajar ningún esfuerzo creativo, por eso el proceso ha sido largo –casi dos años– pero tremendamente nutritivo.

¿Ya sabe qué anda buscando con las canciones?

Bueno, la verdad es que uno empieza a escribir una canción y la pregunta no suele ser: «¿Qué quiero decir con esta canción?». La pregunta suele ser: «¿Qué quiere esta canción de mí?». La primera opción me daría más control sobre el oficio, esta segunda me da más magia. Y creo que está bien así.

A pesar de la canción ‘Manuel Manuel Manuel’, ¿ya no quiere contar historias?

Siempre voy a contar historias en mis canciones. Hay muchas formas de contar historias, y a veces no hay por qué dar un argumento completo con su presentación, nudo y desenlace. A veces una viñeta dice más de un personaje que una biografía completa. Ocurre por ejemplo en ‘Desde que he vuelto a escribir las verdades’, segunda canción del álbum, donde se cuentan las peripecias de alguien –un periodista, en este caso– que decide cambiar su vida de burgués exitoso por la de literato sincero y pobre.

En la música toca varios registros: es el rey de la suavidad y sigue adentrándose en la rumba. ¿Ha hallado ahí su jardín?

Para mí la rítmica de la rumba, más que un jardín, es la madriguera de conejo por la que a veces asomo un poco la cabeza para ver qué hay al otro lado. Pero mi jardín, y en contra de eso ya he renunciado a luchar, es el intimismo de lo tranquilo, de las canciones con voz y guitarra solamente, de lo desnudo.

Si tuviera que decir cómo crece el cantante, ¿qué dirías? Hay bromas, frases, risas, los tiempos muertos de la grabación…

Sí, en este disco hemos tenido tiempo y ganas de incluir muchos detalles sonoros, pequeñas bromas, voces escondidas, risas, detalles de grabación. Son cosas que van saliendo en la convivencia en el estudio, que ocurren a diario, y en alguna de ellas alguien dice: ¿lo dejamos? Y se deja.

Ha escrito un diario. ¿Qué quiere contar?

‘Diario del regreso’ (primera parte), que espero se publique el año que viene, es un libro muy privado, muy confesional, acerca de la verdad creativa del oficio de escribir canciones.

¿Cómo se mezcla lo íntimo con la erudición, las lecturas, los otros poetas, etc.?

Se mezcla irremediablemente. Nunca he cogido un libro para leer un libro, siempre lo he cogido para escuchar a un hombre. Y creo que es importante partir siempre de ahí. Nietzsche era un hombre, Neruda era un hombre. Elevarlos por encima de eso, querer esculpir en mármol su divina figura –lo avisaba el propio Nietzsche– es rendirse de antemano, es no querer competir con ellos. Y así uno no aprende.

Comentarios
Debes estar registrado para poder visualizar los comentarios Regístrate gratis Iniciar sesión