literatura. ocio y cultura

Nemo en Lechago: retrato de un escritor que siempre amó Zaragoza y sus barrios

El pueblo turolense hace realidad una idea original de Félix Romeo (Zaragoza, 1968- Madrid, 2011), fallecido hace una década y reeditado por Plot

El escritor retratado por el artista Sergio Muro.
El escritor retratado por el artista Sergio Muro.
Sergio Muro.

"Lo que le gustaba a Félix Romeo era ir por la Z-30 a ver la ciudad", escribe Mariano Gistaín (que también ha tenido la capacidad de verlo andar sobre las aguas del pantano de Lechago). Y tiene razón: tras los años de ‘La Mandrágora’, donde hizo de todo, decidió regresar a Zaragoza, a la que tanto amaba. No conducía, pero aprovechaba cualquier circunstancia para recorrerla de punta a punta. Tenía chóferes particulares –Miguel Mena, el propio Gistaín, Ismael Grasa, José Antonio Labordeta y algunos otros– y lo anotaba todo en su cabeza. Le gustaban los paseos, los polideportivos, los jardines, las bibliotecas, los restaurantes, las tiendas, lo que fuera. Sentía un inmenso amor por la ciudad, y se esforzaba, día tras día, con algún enojo si se terciaba, en desmentir los tópicos: Zaragoza no es una ciudad cateta, ni saturnal, tiene la dimensión adecuada para vivir con comodidad, para asimilarla y para ser feliz en ella.

Él lo fue a su manera, con vitalidad y melancolía, que era la cara B, más umbría, de su arrolladora personalidad, y le sacudía de cuando en cuando, aunque no hacía de ello un espectáculo. Quería tanto Zaragoza que la estudió de cabo a rabo, quiso saber quién la había visitado, quien escribió de ella, y en sus años en Madrid, como un bibliófilo un tanto caótico, nada que ver con su amigo Pepe Melero, conformó una particular biblioteca aragonesa del siglo XIX al XXI. Hizo más o menos en secreto algunos diccionarios: ‘Letras Libres’ le publica ahora uno, breve, de ciencia ficción que le mandó a Octavio Gómez Milián; confeccionó otro sobre escritores asesinos, que publicó en Portugal; hizo otro sobre Sender, con ecos judíos, que impresionó a José-Carlos Mainer, y otro de escritoras aragonesas, y en ‘ABC’ hacía muchos de autores, lecturas y tramas íntimas.

En estas páginas, en su columna ‘Las naturales’ y en la ocho de ‘Artes & Letras’, mostró su curiosidad, su erudición, su ternura y su rebeldía: serían inapelables sus críticas a la situación de Afganistán. Por un tiempo elogió y promovió la obra de Fernández Molina y Rosendo Tello, y de la generación del Niké, con los hermanos Labordeta a la cabeza. Y siempre, siempre, descubría Zaragoza con una mirada envolvente para abrazarla y contarla. Desde ayer, con esa nave hermética con hechuras de hormigonera de José Azul, también es el nuevo capitán Nemo de Lechago.

Comentarios
Debes estar registrado para poder visualizar los comentarios Regístrate gratis Iniciar sesión