LECTURAS ESTIVALES. 'artes & letras'

El juego de los objetos: Libros del Innombrable reedita 'Solo de trompeta'

El editor Raúl Herrero rescata la novela, de atmósfera fantástica, de Antonio Fernández Molina, que le publicó Camilo José Cela

Antonio Fernández Molina fue poeta y narrador, artista e historiador del arte.
Antonio Fernández Molina fue poeta y narrador, artista e historiador del arte.
Archivo AFM

La obra de Antonio Fernández Molina (Alcázar de San Juan, 1927 – Zaragoza, 2005) es anti monumental y, sin embargo, enorme. Con materiales tan livianos como el ingenio, la heterodoxia y la sorpresa terminó construyendo una compleja ínsula poética, hecha de palabras y de imágenes, sin marginar género literario y plástico alguno. Le dio la vida para ser él más varios heterónimos. Sólo su obra poética hasta el fin de siglo ocupa tres buenos volúmenes, agregando decenas de poemarios. Su narrativa suma varias novelas y colecciones de relatos, pero no debe olvidarse sus notables piezas teatrales, algún guion cinematográfico, más todos sus ensayos: su labor como crítico de arte, de literatura y como antólogo fue lúcida y perspicaz. Quien conozca su obra plástica, sus pinturas, dibujos y objetos no es fácil que pueda olvidarlos. Cualquiera de sus obras puede ser una puerta de entrada a su mundo, pero siendo tan variopinto y amplio, no está mal alguna sugerencia para iniciarse en él, es decir, no está mal el atrevimiento de sugerir un canon fernandezmoliniano.

Lo lógico es que esta rara novela se convierta en un clásico, un clásico heterodoxo. Algo que ya era para un pequeño grupo de admiradores

Él mismo nos facilitó esta tarea, y mostró una especial predilección por dos obras, su poemario 'El cuello cercenado' y su novela 'Solo de trompeta'. Dos recomendaciones con las que no puedo dejar de estar más de acuerdo, aunque me atreva a añadir 'Cantata del iceberg', entre su obra en verso, y 'Perro mundo', como memorable libro de relatos.

Lo que antecede obliga a saludar una nueva y cuidada edición de 'Solo de trompeta', esa novela predilecta suya, abordada por Libros del Innombrable, editorial tan vinculada a Fernández Molina.

Con materiales tan livianos como el ingenio, la heterodoxia y la sorpresa terminó construyendo una compleja ínsula poética, hecha de palabras y de imágenes, sin marginar género literario y plástico alguno. Le dio la vida para ser él más varios heterónimos. Sólo su obra poética hasta el fin de siglo ocupa tres buenos volúmenes, agregando decenas de poemarios.

Esta novela se publicó en 1965 en Alfaguara, editorial creada un año antes por Camilo José Cela. Por aquel tiempo, Fernández Molina era la mano derecha de Cela en 'Papeles de Son Armadans', y residía en Mallorca. Atalaya perfecta para la actualidad literaria y plástica. Como producto experimental, 'Solo de trompeta' puede parecer una excepción o anomalía, si pensamos en la novela social predominante en España, pero no lo será si se plantea un contexto más amplio, porque ese es el año, en Francia, de 'Las cosas' de Perec, y el tercer cumpleaños del grupo Pánico. Fundador de ese grupo, Fernando Arrabal, fue de los primeros en celebrar la aparición de la novela de su amigo Antonio.

Cosa muy propia de Fernández Molina, 'Solo de trompeta' plantea una vanguardia que huele a pueblo, y cuyo lenguaje se enriquece con términos populares. No se sitúa, en realidad, tan al margen de la novela social, sino que su tratamiento literario se halla más próximo al collage. El costumbrismo se vuelve disparate, y lo trivial reinterpreta los mitos. Las “cosas”, como recalcará Calvo Carilla, se hacen más importantes que las personas. Se transfiguran con mayor diligencia. Algo que compartirá Perec, en una tradición que viene del Surrealismo. Las cosas de Fernández Molina parecen encontradas en un desván de pueblo manchego. Se confunde, por ejemplo, el anís con el agua de Carabaña. El que su protagonista, Miguel, prefiera esta última, y sufrir la consecuente purga, no es muestra de masoquismo, sino de su condición de héroe que opta por lo que los otros detestan. También elige ser enano o guardar silencio.

La coda de la novela no da pistas sobre quién es ese Miguel, el narrador, el enano. No se vanaglorió de ello en su relato, nos dicen, pero era un notable pintor. Esto es algo que ilumina la rareza de la novela. Su perspectiva semeja la de un pintor moderno, en el cruce de caminos entre el cubismo, el surrealismo y el informalismo. Me permito citar como prueba un fragmento extraordinario, que manifiesta la alegría del narrador ante la rotura de un espejo: “Tantos ojos, algunos encima de otros, labios cruzados que se besaban a sí mismos, orejas gemelas y partidas en mil pedazos, nariz alargándose como una culebra a la que montaban guardia otras narices, fragmentos de mi cara como fragmentos de papel, como trozos de corcho, dentaduras, sonrisas y pelos”.

Esta novela es la creación de un personaje y de su idioma. Comienza presentándose él mismo, siguiendo la tradición de la picaresca española en primera persona. Y relatando su infancia. Para conocerse, el protagonista y narrador precisa una contrafigura, y esa se la proporciona Aquilino, el segundo enano que le contratará, extrañamente lúcido, su padre, como compañero. Gracias a él podrá salir de casa. Entre Mefistófeles, Sancho Panza y la sombra de Peter Pan, Aquilino es una gran invención de Fernández Molina.

El fondo de tradición hispánica y picaresca se cruza aquí con el teatro del absurdo, con el Postismo y con Kafka. La relación del protagonista con el mundo no es de iniciación, como en Balzac o en Flaubert, sino de extrañamiento. El rol de varios personajes femeninos, madres adoptivas y ambiguas de 'Solo de trompeta', se parece al de las protectoras y enamoradas de K. en 'El proceso'. Estas mujeres, junto con Aquilino, son especias que sazonan este guiso, poco convencional y predecible, pero muy divertido.

Como producto experimental, 'Solo de trompeta' puede parecer una excepción o anomalía, si pensamos en la novela social predominante en España, pero no lo será si se plantea un contexto más amplio, porque ese es el año, en Francia, de 'Las cosas' de Perec, y el tercer cumpleaños del grupo Pánico.

La noticia de la reaparición de 'Solo de trompeta' estaría bien que no se limitase a ser eso, una noticia, y una excusa para unas cuantas reseñas. Lo lógico es que esta rara novela se convierta en un clásico, un clásico heterodoxo. Algo que ya era para un pequeño grupo de admiradores. Una propuesta demasiado seria, que choca con una novela donde se hace apología del “vivir en broma”. Pero esta broma extraordinaria merece ser tomada muy en serio.

LA FICHA

‘Solo de trompeta’. Antonio Fernández Molina. Prólogo de José Luis Calvo Carilla. Edición de Raúl Herrero. Ilustraciones y cubierta de Juan Luis Borra. Libros del Innombrable. Zaragoza, 2021. 284 páginas.

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