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Antonio Cardiel: "Tras escribir 'Héroes de leyenda' me di cuenta de lo especiales que eran"

El escritor y guionista de cine y biógrafo de Héroes del silencio es un gran apasionado del Pirineo y de la naturaleza

Antonio Cardiel en el valle de Pineta en 2018.
Antonio Cardiel en el valle de Pineta en 2018.
María Jaraba.

Antonio Cardiel (Zaragoza, 1962) es escritor, apasionado de la naturaleza, experto en fotografía y acaba de publicar 'Héroes de leyenda' (Plaza & Janés, 2021), centrado en los Héroes del Silencio. Es hermano del guitarrista Joaquín Cardiel.

1. ¿Cómo será su verano tras la pandemia? ¿Tiene muchos viajes aplazados?

Me temo que eso de “tras la pandemia” es demasiado optimista y que todavía nos tocará contenernos, al menos en el aspecto viajero, unos meses más. Sin embargo, una escapada a Cantabria no la descarto. Un viejo amigo y gran novelista, Javier Sebastián, me ha hablado tantas veces y tan bien de esa comunidad que este año, por fin, me he decidido a pasar unos días por allí. Buen clima, hermosas playas, una gran gastronomía, pueblos monumentales… Será como un preámbulo de lo que me aguarda para después, una larga estancia en el Pirineo.

2. ¿Qué significa el verano para usted?

Es la estación del año que más me ha gustado siempre. No me molesta nada el calor, al contrario, lo soporto bastante bien, es más, lo prefiero a otras sensaciones térmicas. Los días largos, las noches cortas, vestir ligero de ropa, bañarme, tomar el sol, son todo ventajas para mí. Y si encima el estado del bienestar nos regala un mes de vacaciones, todo queda perfectamente redondeado.

3. ¿Dónde veranea? ¿Es de playa, de montaña, de ciudad o de pueblo?

Como vivo en Barcelona, muy cerca de la playa, el mar es una presencia constante en mi vida en cualquier época del año. Paseo con frecuencia frente al Mediterráneo. Los Juegos Olímpicos de 1992 convirtieron el litoral de la ciudad en un extenso paseo de unos seis kilómetros. Así que cuando llega el verano tengo la oportunidad de bajarme a la playa a la menor oportunidad, que está a unos doscientos metros de mi casa. Por eso lo complemento con mis estancias en una borda que compramos en el valle de Pineta, cerca de Bielsa. Montaña, entonces, y Montaña con mayúscula, a los pies de Monte Perdido.

"Como vivo en Barcelona, muy cerca de la playa, el mar es una presencia constante en mi vida en cualquier época del año. Por eso lo complemento con mis estancias en una borda que compramos en el valle de Pineta, cerca de Bielsa. Montaña, entonces, y Montaña con mayúscula, a los pies de Monte Perdido"

4. ¿Qué hizo en verano que no había hecho nunca?

Aunque no sea nada extraordinario, aficionarme al senderismo, subir collados para contemplar la divisoria entre los valles, hacer ocasionalmente un tres mil después de un buen madrugón, caminar durante horas por los bosques de abetos, pinos y hayas del valle, darme baños en un río casi helado (he tomado la temperatura del Cinca a su paso por mi poceta favorita, a siete kilómetros de su nacimiento, y el termómetro ha marcado, invariablemente, 8 grados), buscar setas en agosto (ya suele haber rebozuelos) y comérmelas al mediodía… Ya digo, nada extraordinario, pero todo eso junto sí que dibuja una forma de matar el tiempo extremadamente placentera y bucólica.

5. ¿Cuál ha sido el viaje de verano de su vida?

Recuerdo con especial cariño el que hice junto a mi mujer y mis hijas a Nueva York, a finales de julio de 2018. Nos alojábamos en Brooklyn, desayunábamos donuts y grandes vasos de café americano en un afamado establecimiento del barrio, nos acercábamos a primera hora a Brooklyn Heights para ver el 'skyline' de Manhattan desde el parque en un instante en la que casi siempre estábamos solos. Y luego entrábamos en la gran manzana cruzando a pie el puente de Brooklyn, lo que me parece la mejor manera posible de sumergirse en el entramado de calles de la ciudad.

Antonio Cardiel en el pico Marboré en 2010.
Antonio Cardiel en el pico Marboré en 2010.
Archivo Cardiel.

6. El verano está asociado a la infancia y a la adolescencia. ¿Hay algo especial para recordar?

Sí, la sensación del sol sobre la piel y del agua que refresca. Cuando era niño pasaba casi todo el día en la piscina, con mis amigos, bañándonos a todas horas, buceando, haciendo carreras, jugando con pelotas. Quizá por eso me sigue gustando tanto el verano. Eso y colmar el hambre con un gran bocadillo y un batido helado de chocolate. Lo veo ahora mismo, con todo lujo de detalles. Eran días muy largos, quizá comenzaban a las 10 de la mañana y solo acababan al anochecer. Y así uno tras otro, los tres meses del verano de los niños, hasta que nos íbamos unos días a la playa o a la montaña para seguir viviendo en esa especie de Nirvana.

7. ¿Qué lugar ocupa el verano en su obra y en sus fantasías?

Mis libros 'Insectos en el Véneto' y 'En el bosque' le deben mucho al verano. El primero, porque lo escribí en Venecia un mes de septiembre. El segundo, porque parte de un dietario del verano de 2000 escrito en el valle de Pineta. Será porque me gusta tanto el calor que prefiero, inconscientemente, organizar mis ficciones alrededor de la canícula antes que durante el invierno.

8. ¿Qué tipo de lecturas, u otras actividades, realiza estos días? ¿Hay un libro que encarne para ti el espíritu del verano?

Como soy lector constante, no es algo que destaque en verano, aunque es verdad que dispongo de más tiempo durante el mes de vacaciones, que casi siempre disfruto en verano. Ya lo he hecho cuatro veces, y lo cuento porque es una proeza comparable a subir a Monte Perdido, y es leer 'Madame Bovary' entera en menos de 24 horas. Eso que empiezas a las 9 de la mañana, haces una pausa para comer y descabezar un breve sueño y sigues hasta la noche, en el jardín, viendo como el sol va cambiando de posición y las sombras giran 180 grados. Como me parece una de las cumbres del género, como perfecto engranaje narrativo, lo hago de vez en cuando. Quizá repita este agosto.

"Aunque parezca una estupidez, y dada a mi afición a los personajes sencillos que pasan desapercibidos para el común de los mortales, el panadero de Labuerda, un pueblo cercano a Bielsa, que hace las magdalenas más increíbles que he probado nunca"

9. ¿Qué película o películas está asociadas a esta época inolvidable?

Como en nuestra borda no hay conexión a internet, aprovecho para repasar mis películas favoritas en DVD. Cuando mis hijas eran más pequeñas y me hacían más caso, me encantaba ponerles, ya de noche, algún clásico del cine de siempre, y ver sus caras de asombro cuando veían 'La parada de los monstruos', 'Cabeza borradora', 'La delgada línea roja', 'Une partie de champagne', 'El discreto encanto de la burguesía' o 'El verdugo', películas que ellas seguían atónitas. Con el tiempo, siempre que estamos allí con ellas, lo que ocurre cada vez con menor frecuencia, me piden que les ponga “una de esas películas tuyas que se deben ver sí o sí”, y esto me hace muy feliz.

Bautismo de 3.000 metros con su amigo Enrique S
Bautismo de 3.000 metros con su amigo Enrique S
Archivo Cardiel.

10. ¿Cuáles serían los discos y las canciones del verano para usted?

En esto soy muy ecléctico y recurro a mis listas de temas de rock que más me gustan. Tengo varias, de 50, 100, 300 ó 1000 canciones favoritas, y de grupos como Radio Head, Bruce Springsteen, Héroes del Silencio (cómo no), The Strokes, J.J. Cale, The Clash, The Kinks, Kings of Leon, The National, Nick Cave, The Stone Roses, Foo Fighters… Podría seguir así un buen rato. Y también clásica. Considero sendas cumbres de la historia de la música los oratorios de Haendel, las cantatas de Bach, las óperas de Mozart y Puccini, las sinfonías de Beethoven y Mahler. ¡Ah! ¡Y las sonatas para piano de Beethoven, algo que nunca debería faltar en la discoteca de un buen melómano!

11. ¿Cuál ha sido el gran personaje de esta época del año?

Aunque parezca una estupidez, y dada a mi afición a los personajes sencillos que pasan desapercibidos para el común de los mortales, el panadero de Labuerda, un pueblo cercano a Bielsa, que hace las magdalenas más increíbles que he probado nunca y el pan más suculento de los que conozco. Esto, en plena canícula, en un valle frondoso y fresco recorrido por un río helado, es el colmo de la felicidad: saborear un trozo de jamón o chorizo con ese pan, regarlo con vino del Somontano, y acabar con un par de esas magdalenas grandes, contundentes y dulces.

12. ¿Internet y los móviles han hecho mejores las vacaciones? ¿Las han cambiado de alguna manera?

En mi caso, no mucho. A los clásicos problemas de cobertura que padecen valles como el de Pineta, habría que sumar mi escaso interés por mantenerme activo en redes en esa época del año. Recuerdo que antes, cuando tenía el blog 'Palabra e imagen', programaba todas las entradas de agosto antes y me desentendía del tema. Quizá el móvil sea útil para sentirse algo más seguro cuando se camina a solas por las montañas, cosa que hago demasiadas veces y con no muy buen criterio.

13. ¿Cuáles serían los conciertos de su vida?

Aquí me pillas, porque no tengo más remedio que mencionar los que veía del grupo de mi hermano Joaquín, Héroes del Silencio. Sobre todo durante los veranos desde 1988 a 1991, cuando giraban por España y procuraba no perderme los que hacían en un radio de unos 400 kilómetros alrededor de Barcelona. Ahora que he terminado de escribir 'Héroes de leyenda' me doy cuenta de lo especiales que eran. Íbamos al mismo hotel que ellos, comíamos con la banda, asistíamos a la prueba de sonido, veíamos el concierto desde la mesa, nos sumábamos a la juerga que, invariablemente, seguía después en el camerino y en las habitaciones del hotel… Todo un privilegio.

"Íbamos al mismo hotel que ellos, comíamos con la banda, asistíamos a la prueba de sonido, veíamos el concierto desde la mesa, nos sumábamos a la juerga que, invariablemente, seguía después en el camerino y en las habitaciones del hotel… Todo un privilegio"
Antonio Cardiel en el verano de 2007 en el río.
Antonio Cardiel en el verano de 2007 en el río.
Archivo Cardiel.

14. ¿Cuál es la más extraña o sorprendente anécdota veraniega vinculada a su profesión?

Recuerdo un viaje a Berlín en el verano de 1992. Fui con mi mujer a un barrio de las afuera, el Britz, porque quería ver un conjunto de vivienda social construido durante la República de Weimar por el arquitecto Bruno Taut, autor de una obra titulada 'La cadena de cristal', que entonces me obsesionaba. Entramos en el conjunto de edificios en forma de herradura y nos sentamos en un banco, junto al estanque. De repente, me di cuenta de que, solo a unos metros de nosotros, había un tipo que escribía en una libreta. Yo hice lo mismo, escribir mis impresiones en la libreta que también llevaba, mencionando a ese otro escritor e imaginando que hacía lo mismo que yo, dejar constancia de esa casualidad. Esta anécdota dio origen a una novela epistolar que escribí con mi amigo José Luis Allué, pintor adscrito a la corriente del Arte Bruto. Trataba de una cadena de escritores unida por el azar. Su título no podía ser otro que 'La cadena de cristal'.

15. ¿Cuál es la más bella o inverosímil aventura de sus veranos, esa que parece surrealista o que parece una broma?

Mis batallas con los insectos. Yo los dejaría en paz, pero mi mujer y mis hijas me obligan a aniquilarlos. Y allí, en la borda y su jardín, hay muchos y de todos los colores. Avispas, hormigas, gusanos, ciempiés, escarabajos, polillas, mosquitos grandes como avionetas pero que vuelan muy despacio y se les puede atrapar con los dedos, arañas de polvo que también atrapo con los dedos… De pronto, pasa por el salón una enorme araña salida de debajo de un mueble y todo se torna dramático. Sin embargo, lejos de aplastarla con un pisotón, cojo un vaso de cristal y se lo pongo encima. Luego paso un folio por debajo del vaso, de tal manera que la araña, esas de cuerpo fornido y peludo, queda entre el fino papel y la palma de mi mano. Pero no entro en pánico, a pesar de los gritos de mi familia. Les digo que abran la puerta y así, con mucha parsimonia y delicadeza, como si llevara un paso de semana santa, recorro esos metros procesionales hasta el jardín y libero al pobre insecto, entre las quejas de mis chicas, que aseguran que así no avanzaremos nada, puesto que a la mínima oportunidad la araña volverá a colarse en la casa.

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