Una subasta permite vestir como Rigoletto o "compartir" ropa con Plácido Domingo

Poseer, en definitiva, un trozo de historia de la música es la oportunidad que ofrece la Ópera de Viena con su primera subasta de parte de su impresionante colección de vestidos.

Algunos de los trajes que se incluyen en la subasta
Algunos de los trajes que se incluyen en la subasta
Dorotheum

Vestirse como un Rigoletto o una Madama Butterfly. Ponerse la ropa que una vez llevaron Plácido Domingo o Anna Netrebko. Poseer, en definitiva, un trozo de historia de la música es la oportunidad que ofrece la Ópera de Viena con su primera subasta de parte de su impresionante colección de vestidos.

Si todo fondo de armario necesita renovarse, con una colección de más de 30.000 piezas, el de este teatro necesitaba, además, abrir espacio al vestuario de nuevas producciones.

La Ópera, en colaboración con la casa de subastas Dorotheum, ha organizado una venta "online" de 76 prendas y algunas piezas de bisutería por las que se pueden pujar hasta el 29 de junio.

Hasta 180.000 euros

La estimación del valor va desde los 200 euros (238 dólares) de un traje de uno de los miembros del coro en una producción de Otello estrenada en 2006, a los hasta 6.000 (7.150 dólares) del impresionante vestido de Elisabeth en la obra Roberto Devereux de Donizetti que subió a escena por primera vez hace 21 años.

En total, si se cumplen las estimaciones de precio anunciadas, la recaudación podría llegar a los 180.000 euros (214.00 dólares). El dinero irá íntegramente destinado a financiar y promocionar los proyectos juveniles de la ópera.

En el catálogo hay piezas de la versión de 'Madama Butterfly' estrenada en 1957, un traje de "Carmen" que llevó, entre otras, Elina Garanca, o el camisón ensangrentado con el que Anna Netrebko o Diana Damrau encarnaron a 'Lucia di Lammermoor'.

Se pueden comprar también el traje de Edgardo, de esta misma obra, que vistieron en distintos momentos estrellas como Plácido Domingo, José Carreras, Alfredo Kraus o Piotr Beczala; o el del Duque de Mantua, del "Rigoletto", que llevaron Rolando Villazón, Marcelo Álvarez o Roberto Alagna.

Piezas de museo

La directora de vestuario de la Ópera vienesa, Vera Richter, reconoce que es difícil tener que deshacerse de unas prendas que considera "piezas de museo".

"Muchos vestidos son muy valiosos, simplemente por el material, por cómo están realizados", añade, y explica que los diseñadores suelen trabajar todo un año antes del estreno, y la mayoría se fabrican en empresas especializadas, muchas de ellas de Italia.

Belleza y funcionalidad

Richter recuerda que el vestuario es esencial para contar la historia, ya que ayuda a definir al personaje, su contexto y su estado de ánimo.

Así, materiales como la seda se reservan para personajes ricos, mientras para los pobres utilizan el algodón o el lino, detalla Richter.

Pero la belleza y la capacidad de transmitir debe combinarse con la funcionalidad y la calidad, explica Oliver Láng, uno de los dramaturgos de la Ópera, ya que los vestidos se usarán en algunos casos durante décadas y por distintos cantantes, lo que implica poder realizar ajustes de talla sin estropearlos.

Láng elige como su favorita entre las piezas a subasta el vestido de Elisabeth, de "Roberto Devereux", diseñado para la soprano Edita Gruberova, un modelo de seda en plata con detalles en dorado y un armador para dar vuelo a la falda, y que está acompañado de varios collares de perlas y dos brazaletes con diamantes de imitación.

Este conjunto, que Láng califica de "icónico", tiene un precio de salida de 1.500 euros (1.790 dólares), pero Dorotheum estima que se venderá por al menos cuatro veces más.

Richter, sin embargo, elige el conjunto de chaqueta y pantalones de seda, lino y algodón, recubiertos por un baño de pintura plateada, que viste Roberto en esa misma ópera, y que llevó en hasta 17 ocasiones el tenor mexicano Ramón Vargas.

"Está trabajado de una manera artística, esmaltado de color oro y plata, creo que es muy especial y fascinante", destaca Richter.

"El teatro es efímero, se convierte en pasado al salir de la sala", afirma Láng, quien cree que para quienes buscan preservar esos momentos especiales, tener un vestido es "tener un trozo de historia de la ópera".

Por eso, considera que ofrecer la oportunidad de adquirir algo así es "un regalo para el público" que será acogido con las manos abiertas por parte de quienes aprecian este género.

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